—La China me dijo que usted siempre está buscando pescado —dice el vendedor al abrirle la puerta.
Julio es un mes pródigo en efemérides históricas. La Toma de la Bastilla desencadenó una explosión de ideas que animaron las ansias libertarias en los países europeos sometidos al dominio de los imperios de la época. Del otro lado del Atlántico, las demandas de libertad, igualdad y fraternidad tomaron cuerpo en las luchas por la independencia de la América Latina. Hubo algo más: el decreto de abolición de la esclavitud, anulado más tarde, sembró semilla en el proceso de transformación.
Lo conocí a través de los cristales de mi hogar. Luego supe que tenía solo 23 años y hacía poco más de 12 meses que trabajaba como liniero, desafiando la atracción gravitatoria y el sol.
La previsible conclusión de un acuerdo que permita a Irán desarrollar la energía nuclear con fines pacíficos y ponga fin a las costosas sanciones impuestas por Occidente —con el pretexto agitado por Israel de impedir que se convirtiera en potencia atómica— representa un triunfo de una prolongada resistencia de la República Islámica.
Han goteado 50 años y da la impresión de que aquellas letras respiran todavía; es como si nos invitaran a pensar y, sobre todo, a hacer. Letras que conservan vida, vigencia, vigor.
El G7 tiene en los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) la contrapropuesta a un mundo en el que casi todo se resuelve a través de las iniciativas del Banco Mundial y el FMI.
Cada vez menos lugares quedan al desamparo de la poca iniciativa que por algún tiempo caracterizó a buena parte de la gastronomía cubana. En La Habana —y en otros crecientes espacios del resto de las provincias— surgen sitios gastronómicos bendecidos por una apariencia más atractiva a la que hemos estado acostumbrados por años.
La frase de que «los cuadros tienen que mirar y ver» provocó más silencio que asombro. Esa reveladora verdad retrata de cuerpo entero la actitud que asumen muchos de pasar por el lado de los problemas y seguir sin inmutarse.
Pudo haberlo matado o tal vez malherirlo, pero esa noche el anciano traía una estrella a su favor. El perro, enorme como oso, saltó sobre él en plena calle y lo lanzó de bruces. La suerte fue que un vecino, conocedor del animal, hizo de protector y no hubo ni una herida.
La nostalgia, allí donde habita el pasado, agranda aquello que más hemos querido. Así, respirando en este punto de mi vida, recuerdo con admiración a más de un visitante que solía animar la casa del Cerro habanero donde mi abuela Concepción llenaba el tiempo con maestría.