Ir a Dos Ríos es galope, más que acto. Es, sobre todo en mayo, latido incesante en un costado del alma.
CARACAS, Venezuela.— Cuando José Martí nos ha dicho que «no hay monarca como un periodista honrado», ha definido la inmensa responsabilidad que habita en quienes desde el oficio de comunicar gravitamos sobre la espiritualidad de nuestros semejantes.
La falta de comida y agua provoca la muerte de miles de cabezas de ganado, un panorama sombrío que golpea año tras año a la ganadería cubana.
«Nuestro primer objetivo es cumplir y sobrecumplir el plan de ventas previsto para esta etapa, y en segundo lugar, brindar un buen servicio al pueblo, que tanto se lo merece».
«¿Qué siembran y qué cosechan estos fans de la ajena bandera estadounidense en Cuba?», se preguntaba recientemente el destacado intelectual Desiderio Navarro ante el triste espectáculo de ver ondear la insignia norteamericana en una ciudad cubana. Días después, en la celebración del Primero de Mayo, un individuo salía escurridizo de la muchedumbre, portando el pendón de las barras y las estrellas.
De manera natural, el tema de nuestra identidad se expresa en el ámbito cultural desde tiempos remotos. Su antecedente más lejano puede reconocerse en Espejo de paciencia, ese singular poema épico en tono menor inspirado en el contrabando. Luego se manifiesta en nuestros historiadores tempranos que, en el siglo XVIII, empiezan a interrogarse acerca del qué somos y del cómo somos. En dirección similar apunta la crítica formulada por el padre José Agustín Caballero a la escolástica dogmatizante. Los criollos comenzaban a marcar su diferencia. A partir de entonces, con conciencia creciente de nuestra condición colonial, fue cristalizando, en el reconocimiento de nuestro entorno, una rica obra de imaginación y pensamiento. En los 80 del pasado siglo, el Ministerio de Cultura auspició una investigación que abordaba el asunto desde la perspectiva de las ciencias sociales. El muy reconocido texto de Carolina de la Torre constituye uno de los resultados de aquel proyecto.
Lo bueno no fue solo —y ya constituye mucho—, que la entrada a la matiné del Café Cantante del Teatro Nacional costara esa tarde de jueves apenas ¡un peso (CUP)!
Entre las palabras más llevadas y traídas que hemos leído y escuchado durante muchísimo tiempo están, sin la menor duda, compromiso, control, exigencia, calidad, disciplina y esfuerzo. Y siga usted, amigo lector, la desmesurada lista.
La loma de Belén, o A la loma de Belén, como también la llaman, era la canción más solicitada en las programaciones bailables de una emisora radial del centro del país, en ocasión de las nocturnas fiestas carnavalescas de 1969.
Ha sido certera la aseveración de la rectora del campus de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Carmen Haydée Rivera Vega: los reclamos de sus muchachos incluyen «cuestiones de país», y «son urgentes».