De súbito sobreviene la iracunda protesta que estremece a las gradas, mientras los aficionados gritan y exteriorizan gestos amenazantes para expresar la inconformidad por la decisión del árbitro. Frente a los televisores también los ánimos se caldean y las voces se desbocan en aprobación o no del fallo, de acuerdo con la bandera que se defienda.
El mundo entero debería tener piedad con los latinoamericanos que residimos en el sur de la Florida. Aunque poco se sepa en el resto del planeta, los que aquí vivimos estamos sometidos a un intenso bombardeo, además de ser atacados en las calles de esta ciudad de Miami.
Miranda de Ebro es una norteña localidad española de solo 40 000 habitantes y, como muchas de sus semejantes, duramente golpeada por la actual crisis económica. Sin embargo, sus ciudadanos pueden presumir por estos días de una inédita felicidad colectiva.
Aún recuerdo la carta de aquel dolido padre. Subrayaba que su hijo, después de tres años en el preuniversitario, se había quedado sin carrera «porque salió mal en los exámenes de ingreso».
A tijeras limpias el barbero es mago y vórtice de su universo. Lo interesante es que, a pesar de su poder ilimitado, no parece tener tanto entre manos.
A la distancia de 159 años, Martí y su obra tal vez pudieran encarar un peligro: fondear en las ensenadas de la clarificadora investigación académica, o la sugestiva interpretación ensayística, sin adentrarse en las aguas de la conducta y los enfoques prácticos.
Mi porvenir es como la luz del carbón blanco: que se quema él para iluminar alrededor. José Martí. Carta a Doña Leonor Pérez
Era de esperarse que la Liga Árabe siguiera agachada ante Occidente y adoptara una posición abiertamente injerencista, al punto de pedir la renuncia del presidente sirio Bashar Al-Assad, tal y como han hecho Estados Unidos y Francia, y amenazar con llevar el asunto al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, de donde salió la resolución que dio luz verde a la guerra contra Libia.
A la sapiencia y excelsa inteligencia de nuestro José Martí no escapó tampoco la Medicina, también para servir a los demás. Quien estaba obligado a comprender su naturaleza tan enfermiza, no reparó en sanar las vidas y dolencias ajenas, ya fueran del cuerpo o del alma, con el auxilio de muchos amigos médicos, como su entrañable Fermín Valdés Domínguez.
EL contraste volverá a dejarnos ver por varios días, a partir de mañana, los dos extremos en que se mueve el planeta.