Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La compraventa y otros empeños de campaña en EE. UU.

El martes 5 de noviembre debe decidirse quién asumirá la administración del imperio desde la Casa Blanca. La puja llega a su clímax, pero no mucho cambiará en las líneas políticas generales. Los principales contendientes solo son las dos caras de una misma moneda

Autor:

Juana Carrasco Martín

Recrudecida y despilfarradora, la carrera de los candidatos en EE. UU. para obtener la silla de la Oficina Oval de la Casa Blanca o un estrado en el Capitolio o la gobernación de un estado llega a la recta final, al clímax del espectáculo.

Solo restan unas pocas horas del martes donde se juegan todas las cartas y cuando ya un número nada despreciable de ciudadanos emitieron su voto anticipado, por correo o en persona. El jueves, último día de octubre, ya eran 60 millones los votantes y el pronóstico afirmaba que el total superaría los cien millones de boletas anticipadas de 2020.

Durante meses, y más en esta puja tan cerrada, tensa y atípica —por el cambio del candidato demócrata a media carrera—, el juego fue subiendo de tono, en un constante balanceo de avances y retrocesos de la predilección por un color o el otro. Una mirada a los medios de comunicación, a las redes digitales, a los datos de las encuestadoras y hasta de las casas de apuestas, como también a las listas de las donaciones y financiamientos, muestran claramente que presenciamos un mercado donde se compran y venden políticos, figuras-símbolos de intereses poderosos, y no es el proceso institucional de la llamada democracia, del que se jactan como puro y transparente, el que decide.  

Cifras, memes, insultos, cuestionamientos, trapos sucios aireados, acusaciones ciertas o falsas… de todo se lanza a la arena donde los «gladiadores» usan cualquier arma para derrotar al contrario. Hemos escuchado o leído desde supuestos atentados contra el republicano Donald Trump y de urnas quemadas con votos por correo o anticipados en varios estados de esa nación…

La lotería de Elon Musk o los millones de Soros

Elon Musk, el hombre más rico del mundo, dueño de Tesla, SpaceX, Starlink y de la X que renombró a Twitter, quien tiene poderosos negocios con el Pentágono y otras agencias del Estado, además del posteo constante en su red digital a favor de Donald Trump, lo que supone una influencia a tener en cuenta sobre el voto, no escatima en su financiamiento, pues, según datos de la Comisión Electoral estadounidense (FEC, por sus siglas en inglés) recién publicados, le ha entregado entre julio y septiembre a su grupo America PAC, creado para apoyar la campaña de Trump, 75 millones de dólares.

En octubre subió la parada. El súper PAC pro-Trump ya había empleado más de 115 millones de dólares como gasto en campañas y operaciones de campo, anuncios digitales, impresión, correo postal, mensajes de texto y llamadas telefónicas. Por demás, Musk inauguró algo inédito de su peculio personal, organizó una «lotería» y comenzó a premiar al azar, desde el sábado 19, con un millón de dólares diario entre los votantes registrados en los estados en disputa Pennsylvania, Georgia, Nevada, Arizona, Michigan, Wisconsin y Carolina del Norte, si firma una petición a favor de la Primera y Segunda Enmienda de la Constitución (libertad para hablar y practicar el culto religioso, y derecho a portar armas, respectivamente).

El primer millón lo ganó una partidaria de Trump en Harrisburg y el segundo fue premiado el domingo 20 en un evento en Pittsburgh, donde el escenario se adornaba con un gran cartel: «Vota anticipadamente». La estratagema es clara y evidentemente una compra de votos que influye de manera directa en esta elección, y según Public Citizen viola el artículo 10307(c) del Título 52 del Código de Estados Unidos, el cual dice que cualquiera que «pague u ofrezca pagar o acepte el pago ya sea por registrarse para votar o por votar será multado con no más de $10 000 o encarcelado por no más de cinco años, o ambas cosas».

La Sección de Integridad Pública del Departamento de Justicia envió una carta a America PAC sugiriendo que el sorteo podría violar una ley federal que prohíbe pagar a las personas para que se registren para votar, y después del millón número cuatro, Musk le puso pausa a su rifa…

Por supuesto, no es Musk el único apostador o donante, ni tampoco es Trump el único candidato que recibe ese soporte monetario. Hay miles de ciudadanos que hacen pequeños aportes, pero los que cuentan por su empuje son los multimillonarios y sus empresas, para quienes esas contribuciones son en realidad inversiones, tal y como hacen en las Bolsas de Valores o un apostador se juega a las patas de un caballo o un galgo.


La táctica en el equipo de Kamala Harris sigue otra línea más tradicional, buscó celebridades aliadas que han participado en mítines, reuniones de comunidades, mensajes en redes digitales o textos televisivos directos como el de Julia Roberts y el de otros famosos. Destaca el expresidente Barack Obama, quien participó en más de un evento, incluso junto al rapero Eminem o el cantante Bruce Springsteen. Y Kamala hasta ha recibido el endoso de figuras controvertidas como Dick Cheney, el halcón republicano que fuera vicepresidente de George W. Bush, el hijo, poder real detrás de aquel trono mal habido y cerebro de las invasiones a Irak y Afganistán.

Vaya usted a saber qué hilos se manejan con ese apoyo de alguien que bien ha representado al complejo militar-industrial de EE. UU. cuando la actual administración Biden-Harris apoya hasta los tuétanos dos conflictos bélicos peligrosos en curso, el ucraniano y el israelí… y Cheney dice que Trump es un peligro para Estados Unidos.

Y están los donativos de los poderosos. De manera que otro multimillonario, George Soros y su hijo, Axel, apoyan a Kamala Harris, también el inversionista multimillonario Mark Cuban y el cofundador de la plataforma LinkedIn y el miembro del consejo de supervisión de Microsoft, Reid Hoffman, donó siete millones de dólares a los demócratas. 

La lista de estos inversionistas es larga y no solamente apuntalan a los presidenciales, sumas pesadas llegan a las campañas de senadores, representantes, gobernadores… El mercado de las elecciones se aviva en EE. UU.

Pero, ojo, la hipocresía, el disimulo, se imponen y según la legislación hay un límite para las donaciones; sin embargo, existen los Súper PAC, los grupos de influencia, que pueden recaudar cantidades ilimitadas para ser utilizadas en la propaganda electoral, como el que ya mencionamos de Elon Musk.

Se afirma que en la contienda de 2020, los candidatos Joseph Biden y Donald Trump empeñaron en conjunto cerca de 5 700 millones de dólares para tratar de llegar a la Casa Blanca, suma que se consideró récord porque dobló la recaudada en los comicios de 2016, según la muy conocedora Open  Secrets. Todavía no hay cifra final para este 2024, pero establecerá un nuevo récord, nadie lo dude.

El cachumbambé de las encuestas

Mientras los dineros fluyen, y la propaganda y los discursos de campaña abruman a la ciudadanía y la enajenan de otros problemas internos e internacionales de verdadera envergadura, Kamala Harris y Donald Trump llegan al martes decisivo casi empatados en las encuestas, en un final de fotografía que no decidirá el voto de cada ciudadano.

Recordemos que en 2016 Trump le ganó a Hillary Clinton con tres millones de votos menos, y Bush, el hijo, superó a Albert Gore con 500 000 menos en  2000.

Es el Colegio Electoral, establecido desde 1787, y sus 538 compromisarios, quienes de manera constitucional votan por el presidente con esta característica antidemocrática que enmaraña los resultados: el candidato más votado en un estado se lleva todos los votos compromisarios de ese territorio. Nada de repartición proporcional. Son 538 votos compromisarios y con 270 de ellos se obtiene la Presidencia.

Sin que esto sea absoluto, las regiones costeras de EE. UU., este y oeste, son feudos de los demócratas, mientras los republicanos prevalecen en el centro y en el sur de la geografía.

Sin embargo, hay estados que las realidades sociopolíticas y económicas en curso deciden su inclinación hacia uno u otro partido y estos son los llamados estados péndulos o bisagras, permeables a un vaivén que impiden decir de antemano por cuál contendiente se decidirán, de ahí la «lotería» de Musk y que sean los más visitados y objeto de atención directa en los mítines electorales, sobre todo en las dos semanas previas al día meta del 5 de noviembre. En esta ocasión los siete claves —donde la diferencia en las encuestas es tan pequeña, que hace imposible pronosticar ganador—, son Pensilvania (19 votos), Georgia (16), Nevada (seis), Arizona (11), Michigan (15), Wisconsin (diez) y Carolina del Norte (16), que dan en su conjunto 93 votos del Colegio Electoral, prácticamente un tercio de los 270 necesarios para ganar la Casa Blanca.

Sin sorpresa alguna, hay una certidumbre, con su estilo y circunstancias, con predilección por las guerras o por las sanciones, cualquiera que gane representará los intereses de EE. UU. y hará «su mejor trabajo» para garantizar su poder hegemónico… Por ahora.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.