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«La unidad se multiplica como los panes y los peces»

El copresidente del MINH de Puerto Rico, Julio Muriente, quiere que su pueblo sea visto con un rostro de alegría mientras «se da la batalla, y se construye nación desde el colonialismo»

Autor:

Marina Menéndez Quintero

Escuchar a Julio Muriente no solo propicia la actualización acerca de los últimos acontecimientos en su patria. La capacidad de apreciación en política que le han dado sus largos años en la batalla por la independencia de Puerto Rico, y las dotes de comunicador que seguro le llegan de su labor como catedrático universitario, convierten un encuentro de prensa en conferencia magistral con la que él logra atravesar los cruces más importantes de la lucha anticolonialista en su país, después de insertarla en el contexto mundial.

En materia de los sucesos recientes en su tierra, emerge el principio de unidad evidenciado en la alianza que forjaron el movimiento Victoria Ciudadana y el Partido Independentista de Puerto Rico (PIP), de cara a las elecciones para gobernador de noviembre pasado.

El Movimiento Nacional Independentista Hostosiano (MNIH), del cual Muriente es copresidente, se sumó y concretó la unidad de las fuerzas independentistas, sabedor el dirigente boricua de que no debían ser solo ellas las que se juntaran, ni limitarse a la alianza electoral, sino concibiendo el hecho como un paso para la unidad estratégica y construir una alianza mayor.

Para el MNIH las elecciones son un instrumento táctico para avanzar «en nuestras luchas», apuntó. «No se alcanza la descolonización, pero sirven para que avance la causa».

Llamó entonces la atención acerca de las lecciones que deja el sectarismo del progresismo en América Latina, y de las cuales, estima, «hay que aprender».

«La izquierda tiene que buscar los puntos de encuentro». 

Y aunque los resultados de hace cuatro meses en las urnas puertorriqueñas no dieron el triunfo a aquella unión, dejaron la sensación de que, como dice Muriente, «algo bueno se hizo».

El segundo lugar obtenido por el candidato Juan Dalmau, proveniente del PIP y representante de la que se denominó Alianza de País, significó un 33 por ciento de los sufragios, a solo seis puntos del ganador y tradicional Partido Nacionalista Puertorriqueño, defensor de la anexión.

Ello constituyó un salto importante si se toma en cuenta que en los comicios de 2016, el PIP había obtenido solo un 2,1 por ciento de los votos.

«La unidad se multiplica como los panes y los peces», graficó Muriente, quien consideró los resultados como señales alentadoras si se les compara con los de los comicios citados y los que le sucedieron en 2020, y estimó que hay condiciones para mantener los vínculos entre esas organizaciones, para lo que puede contarse con «toda la voluntad del MINH».

Muriente calificó la coyuntura como una «magnífica oportunidad de dar un salto de calidad, que debe ser concebido como un salto en la lucha independentista».

«La alianza cesó técnicamente, pero no obligatoriamente desde el punto de vista político», explicó al dar cuenta de que el movimiento que representa tiene todo el empeño por que esa unidad, avance.

Consciente de que la calle es «el gran escenario» de las luchas y que es necesario rebasar el marco del electoralismo, ratificó como voz del MNIH: «La unidad es un principio».

Buscando un modelo de país

La importancia del resultado de diciembre pasado destaca, además, porque se obtiene después de décadas de coloniaje que otorgan razones para que muchos en Puerto Rico, como dice Muriente, teman a «la independencia y al cambio de vida».

Luego de ser colonia de España, Puerto Rico pasó a serlo de Estados Unidos, mediante lo que llamó «una recreación» colonial republicana que dotó a la isla de gobernador, congreso, elecciones…

«Pero lo que no hay es poder político. Lo hay, pero es subordinado a Washington», recordó.

Muriente describió a su tierra como una nación caribeña sometida a la dominación colonial; pero con un pueblo que lucha por su autodeterminación, en un país que resiste pero también se reconstruye.

«Estamos dando la batalla; estamos construyendo nación desde el colonialismo (…) Somos nación en todos los elementos esenciales», dijo al apuntar la existencia en su pueblo de una identidad que se confirma en la cultura, el deporte y otros ámbitos, pese a la imposición en un momento dado de la lengua inglesa.

«Es como un auto sin motor», ejemplificó. Lo que falta al auto, son «los poderes políticos de carácter soberano».

En cuanto a la realidad social, consideró que la quiebra financiera declarada por Puerto Rico desde 2016 es, en realidad, una quiebra del modelo impuesto desde 1940, que basó la construcción económica con asiento en los capitales extranjeros.

Así, Puerto Rico pasó de ser un productor neto de azúcar a enclave industrial, que propició un salto en la calidad de vida. Y se quiso convertir después a la neocolonia denominada Estado Libre Asociado (ELA), en «vitrina de la democracia» para dar paso a «la puertorriqueñización» de América Latina y el Caribe».

Pero ese modelo de inversión de capitales extranjeros fue decayendo, y desembocó en una deuda que hizo a las finanzas insolventes.

La salida de Washington fue la proclamación de la denominada Ley Promesa (Ley de Estabilidad Económica, Administración y Supervisión de Puerto Rico), que impuso la llamada Junta de Control Fiscal, entidad que, según Muriente, «es la que gobierna».

Ello, dijo, supuso «un golpe de Estado al ELA».

Por eso Muriente estima que «uno de los grandes retos hoy para Puerto Rico es cómo construir un modelo de país».

Es decir, la construcción de lo que denominó «Patria material», usando un concepto que rebasa la identidad nacional, y se refiere, obviamente, al modelo de construcción económica de esa patria.

Elocuente, portador de una cultura que le permite salpicar sus explicaciones con citas que remiten a la Biblia unas veces, y otras hacen sonreír, Julio Muriente no quiso que en él —en quien, en esos momentos, los oyentes de su intervención identificamos al pueblo de Puerto Rico— viéramos un rostro de tristeza, sino un rostro de alegría. «Estoy feliz y orgulloso de ser hijo de mi tierra».

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