A Séneca, en la corte de Nerón, se atribuyó el uso de la frase «haz lo que digo, pero no lo que yo hago», que al cabo de siglos de pronunciada ha sobrevivido hasta nuestros días como expresión elocuente de la hipocresía cínica, el engaño, el doble discurso y la doble moral.
Un viejo refrán acuña que lo que es parejo para todos no es ventaja para nadie. Sin embargo, en el sistema del comercio, gastronomía y los servicios, al menos en Isla de la Juventud, no se cumple cabalmente esa idea.
«Por favor, si nos juntamos un poco más, podrán entrar más personas. Vamos a cooperar, por favor…». Y muchos sonrieron porque recordaron, inevitablemente, frases similares que a bordo de un ómnibus podemos escuchar. Sin embargo, no nos encontrábamos en uno de los que transitan por las calles de la ciudad.
Esta es una juventud que no cree mucho en etiquetas. Sabemos que existen, las advertimos y hasta hay quien cae en sus trampas y pierde de vista la senda del bien. Pero recapacita pronto. Porque quien se limita a las clasificaciones, pierde lo mejor del viaje que es la vida.
El cliente ya estaba extenuado. Había recorrido infructuosamente buena parte de la ciudad en busca de una cajita de jugo natural, de esas que se expenden todavía al precio nada insignificante de 60 centavos CUC; quiere decir, 15 pesos.
El Departamento de Teatro de la Casa de las Américas está convocando a su habitual Mayo Teatral. Habrá talleres, foros de debate y la presentación pública de obras de reconocidísimos conjuntos escénicos latinoamericanos. En esta ocasión coinciden varias efemérides significativas, entre ellas el cincuentenario de La Candelaria de Bogotá, ejemplo relevante de la cultura de resistencia que se multiplicó en las tablas latinoamericanas después del triunfo de la Revolución Cubana. La originalidad del pensamiento que inspiró el combate en la Sierra Maestra, su espíritu antidogmático y guerrillero abrieron perspectivas inesperadas a los artistas que sufrían el dolor de sus pueblos y soñaban con una auténtica liberación nacional.
Ella no lo sabe, pero lo que más intensamente me llega de su persona y me enternece en silencio es su respiración marcada por el esfuerzo mientras da vueltas alrededor de mi cabeza y acomoda los cabellos con sutil esmero.
Érase un diploma horrible. Cualquiera que lo vio aun de soslayo pudo reírse… o llorar, según el prisma del observador.
Para sacar bien las cuentas sobre lo que nos cuestan ahora los productos agrícolas debemos evitar analizarlos tomando solo en consideración los precios máximos a pagar, como hacen muchos.
¿Cuándo se acabarán las colas en Cuba? Probablemente, al leer la pregunta, la respuesta de muchos será un «¡Ah!, tú estás loco»; mientras que otros quizá inclinen la cabeza y encojan los hombros para murmurar lo increíble de esa posibilidad.