Asiel preguntó:
El Diccionario del español de Cuba (2000) reconoce la voz paladar, tanto en género femenino como masculino, con la acepción de restaurante particular, originariamente nombre de una empresa gastronómica en una novela brasileña muy popular en Cuba en los años 80 del siglo XX. (Depto. Lingüística, ILL)
Yordanka Ché Heredia preguntó:
En cuanto al uso de el/la radio referido a la radiodifusión, señala el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE (2005): Es femenino cuando, por acortamiento de radiodifusión, significa 'transmisión mediante ondas hertzianas de programas destinados al público' o se emplea para designar alguna de las emisoras que se dedican a ello: «La radio se impuso como el medio de comunicación de masas por excelencia». Cuando, por acortamiento de radiorreceptor, significa 'aparato con el que se escuchan los sonidos transmitidos mediante ondas hertzianas', se usa en ambos géneros, dependiendo de las zonas; así, en España es siempre femenino, género preferido también en los países del Cono Sur: «Aragón no pudo soportarlo y apagó la radio» (Arg.); pero en gran parte de América (México, Centroamérica, las Antillas, el Ecuador, Colombia y Venezuela) se usa normalmente en masculino: «Encendieron el radio y oyeron la noticia una vez más» (Col.). Cuando forma parte del nombre de una emisora concreta, se escribe con mayúscula inicial: «La emisora Radio España Independiente se dirigió a los españoles como si nada hubiera ocurrido». (Depto. Lingüística, ILL)
yeni preguntó:
Ambas formas aparecen registradas en el Diccionario de la lengua española (2001): lagaña. (De or. inc., quizá prerromano). 1. f. legaña. 1. f. Humor procedente de la mucosa y glándulas de los párpados, cuajado en el borde de estos o en los ángulos de la abertura ocular. En el Corpus de Referencia Actual (CREA) aparece documentada la voz lagaña en América; por su parte, el uso de legaña se reporta tanto en España como en América. También aparece registrada la voz lagaña en el Diccionario del español de Cuba (2000) con igual definición. Por lo tanto, el uso de lagaña es correcto, por su amplia difusión, sobre todo en el dominio hispanoamericano. (Depto. Lingüística, ILL) >
Miguel preguntó:
Los diminutivos de los sustantivos terminados en -y cambian esta letra en i: bueicito, mameicito; así lo señala el libro Procedimientos de formación de palabras en español (1999) de Ramón Almela Pérez. Por otra parte, es correcto el uso de los sufijos diminutivos -ito, ta; -illo, lla en la formación de palabras derivadas en español. Estos sufijos aparecen registrados en el Diccionario de la Lengua Española, RAE, (2001) con las siguientes significaciones: -ito, ta. 1. suf. Tiene valor diminutivo o afectivo: ramita, hermanito, pequeñito, callandito, prontito. En ciertos casos toma las formas -ecito, -ececito, -cito: solecito, piececito, corazoncito, mujercita. -illo, lla. 1. suf. Tiene valor diminutivo o afectivo: arbolillo, librillo, guapillo, mentirosilla. Aunque no todos los sustantivos formados con este sufijo tienen auténtico valor diminutivo, suelen aproximarse a él: ej. organillo con relación a órgano; molinillo con relación a molino; camilla con relación a cama, etc. A veces, toma las formas -ecillo, -ececillo, -cillo: panecillo, piececillo, amorcillo. (Depto. Lingüística, ILL)
Miguel preguntó:
Los diminutivos de los sustantivos terminados en -y cambian esta letra en i: bueicito, mameicito; así lo señala el libro Procedimientos de formación de palabras en español (1999) de Ramón Almela Pérez. Por otra parte, es correcto el uso de los sufijos diminutivos -ito, ta; -illo, lla en la formación de palabras derivadas en español. Estos sufijos aparecen registrados en el Diccionario de la Lengua Española, RAE, (2001) con las siguientes significaciones: -ito, ta. 1. suf. Tiene valor diminutivo o afectivo: ramita, hermanito, pequeñito, callandito, prontito. En ciertos casos toma las formas -ecito, -ececito, -cito: solecito, piececito, corazoncito, mujercita. -illo, lla. 1. suf. Tiene valor diminutivo o afectivo: arbolillo, librillo, guapillo, mentirosilla. Aunque no todos los sustantivos formados con este sufijo tienen auténtico valor diminutivo, suelen aproximarse a él: ej. organillo con relación a órgano; molinillo con relación a molino; camilla con relación a cama, etc. A veces, toma las formas -ecillo, -ececillo, -cillo: panecillo, piececillo, amorcillo. (Depto. Lingüística, ILL)
Dany Boyd Cortés preguntó:
Lo correcto es decir las aguas. La palabra agua es un sustantivo femenino por tanto le corresponde el uso del artículo femenino plural 'las'. El cambio ocurre en el singular porque, según señala el Diccionario Panhispánico de Dudas de la RAE (2005), este sustantivo, al comenzar por /a/ tónica, exige el uso del artículo definido 'el' si entre ambos elementos no se interpone otra palabra: el agua. En cuanto a las palabras programa, tema, mapa y sistema, aunque terminan en -a, constituyen sustantivos masculinos; por lo tanto, les corresponde el uso del artículo masculino plural 'los': los programas, los temas, los mapas y los sistemas. (Depto. Lingüística, ILL)
Raúl García Cuervo preguntó:
En ocasiones no es necesario el desdoblamiento de género. En la designación de seres animados, los sustantivos de género masculino no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Por ejemplo, en un enunciado como Los niños llegaron temprano a clase, los niños se refiere tanto a los a niños como a las niñas.
La Nueva gramática de la lengua española (2009) explica que existe una tendencia reciente, y variable según los países, a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de persona que manifiesten los dos géneros: ej. A todos los vecinos y vecinas; La voluntad de los peruanos y peruanas.
Esta doble mención se ha hecho general en ciertos usos vocativos en los que el desdoblamiento se interpreta como señal de cortesía: ej. señoras y señores; damas y caballeros. Sin embargo, la Nueva gramática sugiere que no se use el circunloquio cuando el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo.
En aquellos casos especiales en los que el contexto podría ser ambiguo reconoce que este desdoblamiento es aceptado. Por ejemplo, en un enunciado como Todos los cubanos pueden entrar al ejército, sería necesario decir todos los cubanos y todas las cubanas, pues es sabido que hasta hace pocos años el ejército era (y para algunos, sigue siendo) una profesión de hombres; y realmente lo se quiere decir es que tanto hombres como mujeres pueden entrar al ejército.
Referido al tema también hay que decir que desde la década del 70 del pasado siglo emergieron en las ciencias sociales, particularmente en la lingüística, las preocupaciones por la representación en el discurso de las desigualdades entre mujeres y hombres y por la presencia de las normas masculinas como normas generales para la sociedad y el lenguaje.
Como resultado de esos cuestionamientos, surgió el concepto de sexismo lingüístico: fenómeno lingüístico que se caracteriza por la presencia en el discurso de mecanismos que reproducen desigualdades entre mujeres y hombres.
Desde esta perspectiva el uso del masculino genérico es una clara expresión de discriminación e invisibilización de la figura femenina en el discurso, de ahí que se propongan fórmulas desdobladas, como los niños y las niñas, los combatientes y las combatientes, para combatirlo.
Este fenómeno ha dado lugar a que varias universidades y organizaciones elaboren guías de lenguaje no sexista, en las que es común encontrar como sugerencia la sustitución del uso del masculino genérico por fórmulas desdobladas como las mencionadas.
En este sentido, los medios de comunicación se han hecho eco de esta tendencia y es por ello que escuchamos con frecuencia esas fórmulas desdobladas en la radio y la televisión nacionales.
Como se puede apreciar, este es un tema que no está aun concluido y que es extremadamente polémico ya que no solo tiene que ver con la lengua misma sino también con un problema social de vital importancia y alta complejidad: la discriminación de género. (Depto. Lingüística, ILL)
kariel gonzález preguntó:
En ocasiones no es necesario el desdoblamiento de género. En la designación de seres animados, los sustantivos de género masculino no solo se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, sino también para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. Por ejemplo, en un enunciado como Los niños llegaron temprano a clase, los niños se refiere tanto a los a niños como a las niñas.
La Nueva gramática de la lengua española (2009) explica que existe una tendencia reciente, y variable según los países, a construir series coordinadas constituidas por sustantivos de persona que manifiesten los dos géneros: ej. A todos los vecinos y vecinas; La voluntad de los peruanos y peruanas. Esta doble mención se ha hecho general en ciertos usos vocativos en los que el desdoblamiento se interpreta como señal de cortesía: ej. señoras y señores; damas y caballeros.
Sin embargo, la Nueva gramática sugiere que no se use el circunloquio cuando el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo. En aquellos casos especiales en los que el contexto podría ser ambiguo reconoce que este desdoblamiento es aceptado. Por ejemplo, en un enunciado como Todos los cubanos pueden entrar al ejército, sería necesario decir todos los cubanos y todas las cubanas, pues es sabido que hasta hace pocos años el ejército era (y para algunos, sigue siendo) una profesión de hombres; y realmente lo que se quiere decir es que tanto hombres como mujeres pueden entrar al ejército.
Referido al tema también hay que decir que desde la década del 70 del pasado siglo emergieron en las ciencias sociales, particularmente en la lingüística, las preocupaciones por la representación en el discurso de las desigualdades entre mujeres y hombres y por la presencia de las normas masculinas como normas generales para la sociedad y el lenguaje.
Como resultado de esos cuestionamientos, surgió el concepto de sexismo lingüístico: fenómeno lingüístico que se caracteriza por la presencia en el discurso de mecanismos que reproducen desigualdades entre mujeres y hombres. Desde esta perspectiva el uso del masculino genérico es una clara expresión de discriminación e invisibilización de la figura femenina en el discurso, de ahí que se propongan fórmulas desdobladas, como los niños y las niñas, los combatientes y las combatientes, para combatirlo.
Este fenómeno ha dado lugar a que varias universidades y organizaciones elaboren guías de lenguaje no sexista, en las que es común encontrar como sugerencia la sustitución del uso del masculino genérico por fórmulas desdobladas como las mencionadas. En este sentido, los medios de comunicación se han hecho eco de esta tendencia y es por ello que escuchamos con frecuencia esas fórmulas desdobladas en la radio y la televisión nacionales. (Depto. Lingüística, ILL)
Yairis López Ananias preguntó:
Ambas formas latente y latiente son correctas, lo que no significan lo mismo. La forma latente aparece en el Diccionario de la lengua española (RAE, 2001) como «oculto, escondido o aparentemente inactivo», ej. Aquella tarde exteriorizó su amor latente hacia Sofía. Por su parte la voz latiente aparece registrada en el Diccionario panhispánico de dudas (RAE, 2005) con la siguiente aclaración: latiente. Que late: «Se nos aparecía el corazón latiente de Santa Gema Galgani» (País [Esp.] 2.8.86); «En el cuerpo desollado y latiente había vida» (RBastos Vigilia [Par. 1992]). Esta es la forma correcta del adjetivo que procede del participio activo del verbo latir (dar latidos). No debe confundirse con latente (aparentemente inactivo). En otros contextos se utiliza latiente con el valor de presencia, visible, ej. La sustitución de importaciones es un tema latiente en la economía cubana. (Depto. Lingüística, ILL)
Yairis preguntó:
La voz latente aparece recogida en los diccionarios generales de la lengua consultados con el siguiente significado: latente. adjetivo. Que existe sin manifestarse o exteriorizarse: ej. enfermedad latente; muchos virus permanecen latentes durante un tiempo antes de manifestarse; un proceso químico convierte las imágenes latentes en visibles, bajo la forma de granos negros sobre fondo blanco. (Diccionario de uso del español de América y España, Vox, 2003). latente. 1. adj. Oculto, escondido o aparentemente inactivo. (Diccionario de la lengua española, RAE, 2001). Por otra parte, sobre la voz latiente señala el Diccionario panhispánico de dudas (2005): latiente. «Que late»: «Se nos aparecía el corazón latiente de Santa Gema Galgani» (País [Esp.] 2.8.86); «En el cuerpo desollado y latiente había vida» (RBastos Vigilia [Par. 1992]). Esta es la forma correcta del adjetivo que procede del participio activo del verbo latir («dar latidos»). No debe confundirse con latente («aparentemente inactivo»). (Depto. Lingüística, ILL)