Portada del disco de Ernesto Blanco. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 16/09/2025 | 08:51 pm
LA música cubana siempre ha sido un crisol de influencias, un territorio fértil donde lo tradicional y lo moderno convergen para crear propuestas audaces y llenas de identidad. En ese panorama, el nombre de Ernesto Blanco resuena con fuerza propia. Músico, productor y eterno estudiante de sonidos, Blanco acaba de lanzar Mundo Remix Vol. I, un disco que no solo confirma su versatilidad, sino que reafirma su vocación por tender puentes entre generaciones y estéticas.
El proyecto conecta los clásicos de los años 40 y 50 con la estética ciberpunk y electrónica contemporánea. No se trata de una simple mezcla, sino de un diálogo profundo y respetuoso entre épocas, una reinvención que honra el legado musical cubano al tiempo que lo proyecta hacia el futuro.
Ernesto Blanco confiesa que desde hace años venía alimentando la idea de unir dos mundos aparentemente distantes: la calidez nostálgica de la vitrola y la frialdad futurista del ciberpunk. «Todos mis discos han sido un homenaje a la música cubana —señala—, pero este en particular resuena con ese sonido de los años 40 y 50 que siempre me ha
fascinado». El resultado es una obra que «samplea» voces y arreglos originales de íconos como Benny Moré, Celia Cruz, Pérez Prado o la orquesta Casino de la Playa. Un trabajo minucioso que implicó escuchar, seleccionar y extraer sonidos directamente de discos de vinilo, con todas las complejidades técnicas que eso conlleva.
La selección de los temas no fue casual. Blanco, junto al productor y realizador Eddie Cardoza López y con el apoyo de la discográfica Bis Music, realizó una
curaduría exhaustiva. No solo se consideró el impacto cultural de cada pieza, sino también los aspectos legales y de derechos de autor. «Fue un proceso intenso —explica Blanco—, de escuchar muchísima música y dejar que los temas nos fueran guiñando el ojo». Así, clásicos como Babalú, Quimbara o Tú mi delirio emergieron como piezas claves, no solo por su lugar en la memoria colectiva, sino por su potencial para ser reinterpretadas desde una óptica moderna.
Revisitar canciones que forman parte del imaginario sonoro de toda una nación conlleva una gran responsabilidad. Blanco lo sabe: «Estábamos pisando suelo sagrado —reconoce—. Estos temas son eternos, y sus intérpretes y compositores son como dioses de nuestra cultura». Por eso, el proceso creativo fue lento, cuidadoso y colaborativo. Casi dos años de trabajo en los que contó con la asesoría de figuras como el músico X Alfonso y la profesora y musicóloga Alina Ponsoda, su madre, cuya opinión —subraya— valora por sus méritos profesionales, no solo por el parentesco.
La diversidad como sello personal
A lo largo de su carrera, Ernesto Blanco ha transitado por el pop rock, el funk, la electrónica y, por supuesto, las raíces cubanas. Esa diversidad no es casual: es una filosofía de vida. «Creo mucho en la diversidad —afirma—. Eso nos hace fuertes como músicos, como seres humanos, como especie».
Graduado de guitarra clásica en el Conservatorio Amadeo Roldán, Blanco ha sido siempre un «estudiante de todo», un músico que se niega a encasillarse y que prefiere reinventarse una y otra vez. Esa actitud se refleja no solo en su obra solista, sino también en su labor como productor, arreglista y músico de sesión para otros artistas. Mundo Remix Vol. I es solo una parte de la actividad creativa de Ernesto Blanco. En paralelo, continúa su trabajo como productor —faceta que ejerce desde hace 20 años— y sus colaboraciones con artistas nacionales e internacionales.
Con este disco, Blanco no solo rinde tributo a la música que lo representa, sino que invita a las nuevas generaciones a acercarse a sus raíces desde un lenguaje contemporáneo. Es un gesto de amor a la cultura cubana, un acto de fe en la diversidad y, sobre todo, una prueba de que la buena música —la de verdad— no tiene fecha de caducidad.