Aunque el proyecto es resultado de la labor de un comité conjunto formado por demócratas y republicanos, la Cámara de Representantes también lo deberá votar y, posteriormente, otra comisión bipartidista. Así que, por más prisa que haya, el camino puede ser largo aún.
¡Una orquesta en la puerta del Cementerio!... Exclamó entre sorprendido e indignado un joven que compraba un ramo de claveles en la Feria de las Flores, realizada en la capital con motivo del Día de las Madres.
El 2 de noviembre de 2006 los medios estadounidenses dieron cuenta, con suma discreción, de unas frases protocolares para bendecir, oficialmente, el nacimiento del Comando del Ciberespacio de la Fuerza Aérea Norteamericana.
Una hermosa muchacha llamada Nancy Uranga me observa desde cierta amarillenta foto de 1976, y me hace mil preguntas con esa mirada fija de los que parten precozmente. Ella y sus otros compañeros del equipo juvenil de esgrima no pudieron dar la estocada definitiva en su combate por la vida.
Las tardes de mayo, para mí, eran mágicas. Al primer aguacero mi casa era un teatro. Su techo «cantaba», como el órgano oriental, esa retahíla de notas que, incluso a veces desafinadas, intentan hilvanar una melodía antigua.
En silencio, muy lentamente, acabamos de decirles a nuestros hijos que Eva Forest ha muerto. A sus cuatro años, sus rostros reflejan los nuestros. Julio Antonio ha preguntado: «¿y no la veremos más?», y cuando pronunciamos el difícil, «No», César responde: «¿y no podemos hacerle una estatua?».
Secretario Paulson:
Las autoridades de Aduana de Miami han vuelto a plasmar en anuncios lumínicos el poder que tiene allí la ultraderecha anticubana, los compromisos establecidos por esta en el status quo y, de paso, pusieron en ridículo el discurso estadounidense acerca de la prensa libre y la libertad de expresión. ¿O es al revés la ecuación?
Se especula a diestra y siniestra sobre quién podrá ser el sucesor de Paul Wolfowitz, renunciante obligado a la presidencia del Banco Mundial (BM) cuando se le enfilaron los cañones por haber dado una promoción con suculento aumento salarial a su compañera sentimental.
He estado pensando si el sentido del deber basta para que los individuos y las colectividades se concilien con la sociedad y sus normas. Me refiero, en particular, a las obligaciones del trabajo, reflejadas en un convenio, a veces tácito, en el que dos partes: el contratado y el contratante, se comprometen a «cumplir con su deber».