No podré leer tu último verso. Este domingo no podré.
«Las madres envejecen de querernos,/ de intuir el peligro en las esquinas,/ de
Al ser entrevistado, el prestigioso actor cubano Luis Alberto García compartió una confesión bellísima mientras hablaba de su padre (también actor) y de su familia: un buen día, con el paso de la vida, habiendo visto cuántos autógrafos los admiradores pedían a su progenitor, se dio cuenta de que a quien él debía pedirle uno por el arte con que había sabido timonear una larga prole en la retaguardia, era a «la vieja».
Ninguna otra amenaza podía evidenciar mejor la naturaleza de quienes la profieren. Si la muerte pende hoy sobre la defensora de la paz y de la vida Piedad Córdoba, se sabe que detrás están las manos oscuras de los sectores más retrógrados y reaccionarios de su nación junto a las de las fuerzas paramilitares, prohijadas en otros tiempos por quienes las usaron como punta de lanza contra la insurgencia, y extendidas por eso contra todo lo que se estimó (¿o se estima?) su base social.
Muchas veces he venido a sentarme en el Malecón a confirmar las infantiles pruebas de la redondez de la Tierra con los barcos que se perdían aguas abajo como si resbalaran por una canal. Hoy, ante un mar bamboleante, saltarín, y un cielo encofrado de grises, me azuzan los recuerdos, la nostalgia, la sensación de brevedad. El horizonte, con su acostada certidumbre de que siempre se llegará a algún sitio, me revela la cruz latina del momento en que he llegado a la edad cuando ya el tiempo canta los números menores de mi cuenta regresiva.
Hay que romper el silencio que se ha impuesto en Miami sobre el acto terrorista que destruyó las oficinas en Coral Gables de Airline Brokers, una compañía de vuelos chárter a Cuba, el pasado viernes 27 de abril.
Hizo un viaje de inspección de 12 días y comprobó lo sabido, pero casi siempre ocultado, la histórica injusticia en que se mantiene a los pueblos nativos de Estados Unidos, 5,2 millones de personas tratados de manera tal que constituyen una de las poblaciones más pobres y marginadas de ese país emporio.
Cuando los espacios faltan, generalmente es porque no se buscan, y cuando existen y se utilizan para hacer el bien, el esfuerzo siempre vale la pena.
Cuando su nombre repica en cualquier espacio, las ortigas se aplacan, los inciensos ascienden y los versos espontáneos burbujean con magia no fortuita.
Con una fiesta a todo trapo se celebró, en la llamada Torre de la Libertad, de Miami, la firma por el gobernador de la Florida, Rick Scott, de una ley que prohíbe a los gobiernos locales y al estatal hacer negocios con empresas internacionales que inviertan o que estén haciendo negocios en Cuba. Allí se presentó la flor y nata de la ultraderecha anticubana de esa ciudad para agradecer al gobernador su «valentía y dignidad» por la firmeza de rubricar dicha ley.