Jaruco, pueblo que está a solo 30 kilómetros de la capital cubana, es una tierra de nobles. Lo fue siglos atrás, cuando títulos reales y ansias de nobleza se entrecruzaron con las palmeras, y lo sigue siendo cuando aún la dulzura de su nombre, proveniente de la voz indígena Axaruco —significa corriente de agua dulce— se desborda en sus moradores.
La ética, la justicia y la solidaridad están en la raíz misma de la formación de nuestra nacionalidad y se vinculan estrechamente con los problemas actuales que enfrenta la moderna civilización.
Como el morbo es el morbo y el dolor, también, es dolor, quisiéramos saber porqué ha aterrizado en un hospital de Montevideo, por estos días, nuestro Eduardo Galeano. Y digo «nuestro», no porque sea un producto más de esos que vende la gran, y muchas veces engañosa, vitrina de la literatura contemporánea, sino porque es ese Principito abandonado a su suerte en el desierto de los abandonos comunes.
De alguna manera la OEA ha vuelto a reivindicarse, y conste que no por una decisión predeterminada de quienes la domeñaron hasta hoy. Ha sido, sencillamente, la consecuencia de los tiempos: Latinoamérica y el Caribe se transforman y, por ende, la Organización de Estados Americanos también, al punto de presentar, tal vez, la disyuntiva de si debe ser eliminada por su inoperancia para resolver nuestros problemas —necesidad expresada por más de uno de sus miembros—, o si vale la pena aún dar la batalla contra el Imperio desde dentro de ella, como el mundo pudo contemplar en su más reciente cita ministerial…
La idea nace del veterano colega Héctor de Arturo, prestigioso escritor y periodista: ¿por qué no «bautizar» a la Ciudad Deportiva habanera con el nombre de Teófilo Stevenson Lawrence?...
¿Quién descansa, la entidad o el trabajador? En una unidad de servicios, cuando llega el horario de almuerzo o concluye el de atención al público de un empleado y existen clientes a la espera, ¿quién debe descansar? ¿este o la unidad?
Con raras excepciones, la crónica es, al menos para mí, una semblanza en relámpagos que se nutre de la nostalgia. Por ella fluyen, amargas o dulcemente retocadas, las imágenes que el corazón decidió resguardar de toda racha del olvido.
La amante misteriosa se escurre entre las líneas del horizonte. Nadie la vio nunca. Husmearon sus huellas en las mañanas, pero el rastro se perdía, una y otra vez, y los intrusos chocaban contra muros que jamás existieron o daban vueltas en círculo. Su perfume aún rodea la estatua.
Hace algún tiempo escuché la historia de Pancho Cartucho, un gallego dueño de una tienda a quien sus clientes apodaban de tal manera porque tenía el curioso hábito de anotarlo todo en hojas del papel que empleaba para envolver sus mercancías.
En lo concerniente a escándalos de grandes empresas farmacéuticas, todo hace indicar que el año 2012 va a ser uno de los más señalados. Y este hito no estará determinado, precisamente, por una multa de 1 600 millones de dólares aplicada en el mes de mayo a los laboratorios Abbott, los cuales fueron enjuiciados por certificar falsamente el provecho de uno de sus productos (el ácido valproico) para el tratamiento de una determinada afección.