No por esperados dejan de resultar asombrosos esos gestos de tender la mano a los más necesitados en la gran ciudad o la pequeña comunidad, donde se vive como en familia, porque todos se conocen.
Hay muchas cosas que Irma no puede callar. Ni esta femme fatale para Cuba por estos días, ni ningún otro fenómeno meteorológico con nombre de persona.
Tal y como nos sucede ahora con Marte, quizá algún día seres racionales instalados en otras galaxias se interroguen acerca de la existencia de vida en la Tierra, porque en carrera desenfrenada hacia la autodestrucción, se nos ha despertado una vocación suicida.
Seamos directos: los modelos de pronósticos no alientan el mapa de nuestras vidas. Aunque esta verdad tiene no pocos enemigos, poderosos ellos, por cierto, el efecto invernadero global aumenta la temperatura del agua y la humedad, dos elementos básicos en la «dieta» de un ciclón. Y en la hermosa área geográfica que nos tocó en suerte tenemos un mar Caribe cada vez más caliente, lo que nos hace esperar que los «hijos y nietos» de Irma serán aun más fuertes que esta iracunda señora de la escala 5. Así que no hay más salida que perfeccionar nuestra ya eficiente preparación al respecto.
SANTA CLARA, Villa Clara.— Todo suceso, por mucha información que se dé, origina los mil y un comentarios al margen de la realidad. Cada cual le pone un poquito de pimienta, algo netamente suyo, para al final crear su leyenda que propaga como verdad verdadera.
Hoy sientes a Cuba de muchas maneras… de seguro como cientos de miles de cubanas y cubanos, en cualquier lugar del globo terráqueo donde estén. Estás en Brasil y sientes esa sensación casi real/maravillosa de estar con el fango y el agua también desandando las calles de cualquier pueblo donde Irma dejó su huella desoladora. Hoy no sabes exactamente por qué has pensado mil veces en uno de tus primeros días en Brasil, cuando entraste en una tienda y comenzaste a chapurrear un «portuñol» terrible con una vendedora, y enseguida ella preguntó que de dónde eras, y respondiste como un rayo mirándole a los ojos: ¡¡¡De Cuba!!! ¡¡¡Soy cubano!!! La moza te miró y sin formalidad alguna (como quien presupone algo) preguntó si ibas a regresar, a Cuba y le dijiste más rápido aún que ¡Sí!, y ella, que cómo era posible que quisieras regresar, con lo que se «contaba» y tú le dijiste claro y cortante: ¡¡¡No sé lo que dicen exactamente, lo único que sé es que yo amo mi país y quiero regresar!!! Se acabó inmediatamente el intercambio cultural porque la joven se alejó de ti como si hubiera visto un fantasma.
Me acompañó en cada momento: ya fuera con tono de urgencia, alertando y brindando noticias de lo que sobrevendría. Otras veces me susurró al oído, con ese tono íntimo y coloquial que me hacía sentir animada y segura.
Uno se podrá ir a la Antártida, a China o a París, pero si nació en Cuba tendrá un cordón umbilical con la Isla que ninguna tijera de los olvidos o de la amargura podrá cortar. En la memoria, como esencias punzantes de flores nocturnas, habitarán los momentos primeros —que serán por siempre grandes—: los del juego infantil, los del collar de la maestra, los del loco del pueblo, los de los abuelos y la madre, los de las piedras del camino, los de las marchas combatientes, los del primer beso, los del café, los del invento y la pobreza, los de la terquedad y el soñar.
Era mayo de 1961. Habían transcurrido pocas semanas desde la victoria de Girón y de la proclamación del carácter socialista de la Revolución Cubana. En un discurso pronunciado en Matanzas, el Che rendía homenaje a Antonio Guiteras Holmes. Reconocía, en el combatiente asesinado en el Morrillo, la enorme estatura que corresponde a los precursores. Junto al cubano, recordaba también la caída de Aponte, el venezolano con vocación internacionalista, compañero de armas de Sandino en Las Segovias.
Hace un tiempito estoy pintándome las uñas en un lugar nuevo. La manicura es cheverísima y conversadora y siempre que voy pasamos un buen rato. Solo hay un problemita: a mí me gustan los arreglos naturales, con colores enteros, brillo liso y listo; pero ella es barroca, de las que hace filos, lunas, soles, relieves, dibujos y echa escarcha… mucha escarcha.