En pocas ocasiones hemos sido testigos de tanto revuelo en contra del reconocimiento a un músico como el otorgado al cantante puertorriqueño Bad Bunny, por ser Compositor del Año en la categoría de Música Latina en un certamen estadounidense. Tanto es así, que esa primera impresión de cuando estamos muy molestos, esa en que por lo habitual se nos nubla la mirada objetiva sobre un tema en cuestión, muchos la han sentido al entender que se le entregó el premio al mejor compositor del año en curso; pero en honor a la verdad, este no ha sido el caso. Ha sido una decisión de la directiva de la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (Ascap) para resaltar la cantidad de discos que ha vendido dicho músico, nada más.
La maltrecha República neocolonial estaba cumpliendo medio siglo. Nació mutilada. Los participantes en la Constituyente de 1901 terminaron por aceptar la imposición de la Enmienda Platt y los tratados económicos que nos condenaban a la dependencia, por preservar la bandera y construir una frágil institucionalidad política. El país entraba en el siglo lacerado por la guerra, la tea incendiaria y la reconcentración. Con todo, los sueños no habían muerto. A pesar de la danza de los tiburones —parásitos de los bienes del país— y del intervencionismo del imperio, la sociedad se reagrupaba con vistas a encontrar vías para sacudir el yugo. Impalpable, el legado martiano se mantenía vigente y actuante como patrimonio indestructible de la nación. A la vuelta de los años 20 del pasado siglo, los obreros, las mujeres, los estudiantes, los intelectuales, atenidos al momento histórico, enriquecieron las bases de un programa transformador. La conciencia antimperialista se articuló y cobró forma, en la teoría y en la práctica, en tanto premisa para la conquista de una auténtica soberanía nacional. Este concepto fue siembra indeleble de la Revolución del 30.
Las madrugadas de julio —cuando no hay huracán— suelen ser así: húmedas, quietas, violentadas cuanto mucho por el vuelo abrupto de alguna mariposa bruja o por la luz lejana de las centellas que, mudas como estas noches de verano, se suceden unas a las otras, pero nada más.
El panorama político en Cuba desde la usurpación yanqui a finales del siglo XIX y hasta la década de 1950 era muy complejo. La tan anhelada independencia de la metrópolis española fue truncada por el emergente imperio estadounidense que, con enmiendas y tratados unilateralmente ventajosos, hizo del país insular su patio trasero.
Una vez más, el Presidente cubano alertó que en economía, no podemos continuar haciendo lo mismo que no da resultados; algo que palpita en los debates académicos, en las insatisfacciones de los actores económicos; y en las pasiones de la esquina del barrio. El gran tema nacional.
Cuando era pequeña y me negaba a compartir mis juguetes, mi familia me regañaba porque era feo acaparar aquello que me hacía feliz, y después mi conciencia no me permitiría disfrutarlo en solitaria plenitud.
A estas alturas a nadie en sus cabales le puede quedar dudas de que en materia agrícola dibujamos muy bien la estrategia, pero se empantana la definición sobre el surco, un lastre causante, sin discusión, de pérdidas en la producción nada desdeñables.
Aquel viernes, Raúl Gómez García, miró a su madre con una sonrisa dibujada en el rostro, y le dijo que no dormiría en casa. Ella lo vio marcharse, esa noche lo esperó hasta bien tarde. Pero el muchacho de tan solo 24 años, no regresó. Nunca más.
Según Carpentier, los viajes de Cristóbal Colón redondearon el planeta. La aventura se complementó con la circunnavegación de la Tierra efectuada por Magallanes. Se estaba iniciando el proceso de interconexión del mundo en que habitamos. Antes, el viaje de Marco Polo al Asia había sembrado en el imaginario la noción de la existencia de miríficas y apetitosas civilizaciones, pero entonces la pequeña Europa no estaba en condiciones de intentar hazañas de dominación de esa naturaleza.
Hace 67 años las novias quedaron sin traje blanco, las madres permanecieron en sobresalto y las hermanas y hermanos menores debieron tomar las riendas de las familias. Nadie supo hasta cuándo ni por qué; tampoco cómo. Ellos sí, ellos sabían lo necesario.