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De vuelta con Núñez Oliva

Lo recuerdo contemporáneo con aquella generación «todoterreno» que fuimos los creadores de los años 80 del pasado siglo. Sus textos aparecían lo mismo en dede, Palante, que en la televisión

Autor:

Jorge Alberto Piñero (JAPE)

Lo recuerdo muy joven, contemporáneo con aquella generación «todoterreno» que fuimos los creadores de los años 80 del pasado siglo. Sus textos aparecían lo mismo en dede, Palante, que en proyectos de la televisión.

Alexis Núñez Oliva nació el 26 de diciembre de 1965, en La Habana, y se graduó en 1992 en el Instituto Superior de Arte (ISA), en la Facultad de Cine, Radio y Televisión, o de las Artes de los Medios de Comunicación Audiovisual (Famca), como también se le conoce.

Mientras estudiaba en el ISA, Núñez Oliva colaboraba con la prensa, la radio y la televisión. En 1989 publicó el libro De vuelta y vuelta, sobre el cual apuntó en un comentario posterior: «Fue mi primer libro de cuentos con algún sentido del humor. Para publicar esta recopilación de mis trabajos tuve el apoyo inmenso de Évora Tamayo y Betán, mis mentores (ambos de Palante), y la aprobación de Irma de Armas, directora de la Editorial Pablo de la Torriente».

Fue presentador de un programa de entrevistas sobre actualidad, En Confianza, que fue transmitido por la televisión cubana a principios de la década de 1990. Luego fungió como presentador del programa Entre ocho y diez, en Radio Ciudad de La Habana.

Su currículo nos recuerda que Alexis Núñez Oliva, en 1990, escribió, junto a Jorge Luis Sánchez, Benito Amaro y Félix de la Nuez, un documental titulado El Fanguito. Formó equipo con la realizadora Lizzette Vila, Jorge Puncheaux, Leticia Sánchez y Víctor Butari para crear y presentar el primer noticiero semanal de arte y cultura en la televisión cubana, Hurón Azul, en 1994, entre muchas otras acciones que marcaron su destacada labor dentro de la cultura cubana.

Luego de algunos viajes a México, a principio de la década del noventa, donde capacitó al personal de Radio Turquesa, en Cancún, finalmente se instala en ese país vecino, en el cual ha desarrollado una exitosa carrera como productor y creador de contenidos para la televisión, y publicando en diversos periódicos.

El mundo de la lengua

La lengua no es tan solo ese trozo de carne húmeda que se esconde tras los labios y tiene a los dientes como muralla defensora. No es tan siquiera ese simple bisté crudo que hemos mordido varias veces, sin lograr comernos un pedazo.

La lengua es mucho más extensa e interesante. Su utilidad y sensibilidad la convierten en un algo de suma importancia social y cultural, porque ella no se limita a vivir en una cueva oscura de donde sale únicamente para ser mostrada al médico, burlarse de alguien u otras utilidades privadas, como para probar sal, por ejemplo.

Pero la realidad inobjetable demuestra que la lengua ha dado lugar a diversos significados, debido a su amplísima popularidad y aceptación en el gusto general de los seres humanos.

Por estas razones, hay quien asegura no tener «pelos en la lengua», obviando que todas las lenguas son calvas, y entonces esa peculiaridad no es nada del otro mundo. Esto nos hace recordar que hay «lenguas largas» que no dicen la verdad generalizada; y quien miente puede entrar fácilmente en el grupo de los «malas lenguas».

La lengua tiene significados disímiles que son tan contrarios como los espejuelos y el sombrero. Así, lengua puede significar idioma de un pueblo o nación, o, en definitiva, el badajo de una campana (ese trozo de metal que la hace sonar), con lo que se asegura que existen lenguas de hierro.

Lengua madre se llama a aquella de donde se han derivado otras lenguas. Por cierto, actualmente no se conoce el padre de las lenguas, revelándose la triste realidad de que la madre de las lenguas es tremenda… lengua.

A esta familia numerosa se une la lengüeta de los zapatos, la única que agarramos con fuerza y tiramos de ella sin temor a desprenderla de la campanilla; acción que sería buena llevarla a cabo con los deslenguados, aquellos que hablan más de la cuenta, sobre todo… porque se les suelta la lengua. ¡Ah! Y la expresión dar lengua significa, sin duda, conversar sin límites establecidos.

Un lenguazo es como un brochazo, pero con otros intereses incluidos y sin intervención de las manos. Porque hasta eso bueno tiene la lengua; es independiente y posee una fuerza muscular capaz de hacerla recorrer el mundo.

La lengua, universalmente, es mucho más que una esponjosa blandura que se mueve al compás de las palabras; y por ello es que hay lenguas atrevidas, lenguas incultas y mal habladas, lenguas extranjeras, lenguas ensalzadas, lenguas ofensivas. Lenguas duras y lenguas firmes, y hasta mazos de lenguas.

Para diferenciar las buenas de las malas, se me ocurre que pudiera idearse algo así como reconocimientos de «Lengua Modelo», para lo que habría que cumplir con los parámetros establecidos en cuanto al cuidado de las glándulas foliculares, papilas caliciformes, surco medio y demás partes de la lengua. Incluso, podría llegarse a otorgar la marca superior de calidad a las mejores lenguas: aquellas que lanzan juicios justos y dan en la cara de los hipócritas.

Claro que no he olvidado que existen acciones tales como la lengüetada y la lengüetería. Y no falta el lengüilargo que en nada se asemeja al estudioso de lingüística. Pero lo que no debe perderse ni confundirse son las agradables y exquisitas lenguas. Sí… porque… ¿a quién no le gusta que le den una buena lengua… de vaca? 

Alexis Núñez Oliva, dedeté 1974

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