Miremos el almanaque y recordemos que hoy los cubanos celebramos el Día de la Cultura Nacional. Es el día en que se cantó, haciéndole eco a la metralla inaugural de la Revolución independentista, el Himno de Bayamo, luego nacional, compuesto durante la conspiración previa y al que su autor, Pedro Figueredo, le escribió letra sobre la montura de su caballo de guerra en 1868.
Se trata de la Military Commissions Act de 2006 que también amplia la definición de «combatientes enemigos», inventada por esa administración, inmuniza a los oficiales estadounidenses ante cualquier acusación formulada en su contra por detenidos torturados que hubiesen sido capturados antes del final del año pasado.
Lo ilumina un arcoiris que coloreó las historias seculares, no solo desde el primer paso de Colón, sino desde antes, cuando ni siquiera había sido escrita a las puertas de esta tierra la famosa Relación del viaje del Almirante: en la época de los areítos, los grabados rupestres y los ritos de la recolección.
Un ábaco quizá se habría agradecido luego de la fatal caída del sistema computadorizado de la empresa E-Vote: los vocales del Tribunal Supremo, todavía en muchos departamentos de Ecuador contaban votos a mano ayer, mientras proseguían las denuncias de fraude por parte de Alianza País y del Movimiento Popular Democrático de Luis Villacís, quien vertió las mismas quejas en Esmeraldas y Azuay...
Casualidades de un día ordinario: en tres tiendas recaudadoras de divisas el hombre vivió igual número de «monstruosidades»; una en cada centro comercial.
Roma, ciudad del pasado y del presente —dos veces fantasma—, nos recuerda como ninguna otra adónde van los imperios. Sobre el Coliseo y los foros, sobre Cleopatra y Julio César ha llovido el tiempo con tanta furia que la vieja metrópoli parece un campo bombardeado, en el que a duras penas se sostienen algunas columnas decapitadas y arcos que necesitan puntales de hormigón, mallas y hierros que les impidan venirse abajo. El resto es melancolía, y un idioma, el italiano, que solo se habla en los límites estrechos de la península y sus dos islotas del Mediterráneo.
Tengo un amigo médico que reunió, y reunió, para el par de zapatos que quería y terminó comprándose una contestadora electrónica. Su casa parece una central de ETECSA. Si cobrara por las consultas telefónicas sería millonario. Y es que no seríamos cubanos si tomáramos, como dice un programa televisivo de orientación para la salud, la dosis exacta.
Créalo o no, un nuevo artificio se han buscado ciertos choferes estatales para evadir los controles en la vía: hacer lo más ilegible posible las chapas de sus carros.
Había una vez un hombre que era muy querido en su aldea, porque contaba historias. Todas las mañanas salía, y al anochecer, cuando volvía, los trabajadores, después de haber penado durante el día, lo rodeaban, diciéndole: ¡Vamos!, cuenta. ¿Qué has visto hoy?
Cuando la nave de Cubana de Aviación aterrizó en el aeropuerto internacional de Islamabad, la capital de Paquistán, el 14 de octubre de 2005, los trabajadores de esa institución desconocían quiénes eran los hombres y las mujeres a quienes observaban desde tierra con un asombro inaudito. Había ocurrido una leve equivocación, y por ese lugar no eran esperados.