Un ábaco quizá se habría agradecido luego de la fatal caída del sistema computadorizado de la empresa E-Vote: los vocales del Tribunal Supremo, todavía en muchos departamentos de Ecuador contaban votos a mano ayer, mientras proseguían las denuncias de fraude por parte de Alianza País y del Movimiento Popular Democrático de Luis Villacís, quien vertió las mismas quejas en Esmeraldas y Azuay...
Sin embargo, los contendientes asumen ya la segunda ronda como un hecho pues adelantan sus respectivas campañas para ella, en tanto la despaciosa suma manual parece que no va a cambiar los destinos: los resultados oficiales que lentamente salen a la luz, insisten en que la presidencia se dirimirá entre el aspirante de Alianza País, Rafael Correa, y el derechista Álvaro Noboa, el 26 de noviembre.
En todo caso, las incoherencias denunciadas tras el colapso —no intencional, según dicen el tribunal Supremo y E-Vote— del sistema rápido de conteo, así como otras irregularidades menos sofisticadas como la manipulación de algunas urnas, podrían alertar con vistas al balotaje. Para que lo del domingo pasado no vuelva a ocurrir, algunos miembros del Consejo Electoral —cuya renuncia han pedido los más disgustados— aducen que en la próxima ronda se quedarán con la contabilidad a mano...
Un costo muy negativo, sin embargo, sería que los incidentes causantes del retraso —no vistos en Ecuador desde hace unos 30 años—, mermen la ya menguada confianza del electorado. En la primera ronda, la abstención sumó entre el 28 y el 29 por ciento a tenor con los conteos incompletos de E-Vote y los tampoco concluidos del Tribunal Supremo. Si a ello se suma el previsible voto nulo del 11 por ciento de los empadronados y cerca del cuatro por ciento que lo hizo en blanco, se concluirá que cerca del 40 por ciento de los empadronados no optó por ninguno de los 13 candidatos.
El conteo manual proseguía este miércoles en un contexto salpicado de denuncias sobre irregularidades. Foto: Reuters y periódico El Universo Ello no es sorpresa en un país donde el descreimiento en los partidos tradicionales ha sido bien visible, sobre todo en las movilizaciones de abril de 2005; y también puede explicar el escaso porcentaje que aun Correa —estimado en los sondeos como favorito—, o Noboa —quien ayer seguía siendo señalado como «ganador», aunque sin los votos suficientes para ser declarado presidente— han obtenido: parece que ninguno llegará al 30 por ciento de los sufragios.
Pero no es esa la única lectura que se ofrece.
Más allá de la existencia o no del fraude, resulta notorio que el discurso anti-Correa con que Noboa cerró su campaña —satanizando el proyecto de cambios expuesto por aquel— rindió frutos, así como la poco elegante manera que usó el magnate bananero para captar votos: comprando voluntades y almas con sencillas pero poco factibles promesas de empleo y dinero que hoy repite; y obsequios, muchos obsequios, según consignan quienes han seguido de cerca la campaña electoral.
No pocos estiman que ante un Correa quien, por sus anunciadas posturas a favor de la integración latinoamericana, y contra el TLC y la presencia yanqui en Manta, se prevé incómodo a la política latinoamericana, de Estados Unidos, la derecha dentro y fuera de Ecuador se ha alineado con Noboa. Sobre esa base, hay titulares de prensa que advierten: «Estados Unidos hará de todo para imponer a Noboa».
Reportes sobre el comportamiento del llamado riesgo-país también exaltan que el índice bajó «gracias» al puntaje obtenido por el derechista. Y, ante un político como él, que ha anunciado romper relaciones con Venezuela y Cuba si sale electo, no falta quien defina el panorama como una disyuntiva para escoger entre la alineación con Estados Unidos, o lo que algunos definen sumarse «al eje» La Habana-Caracas...
Nadie duda que el ambiente electoral se polarizó. Solo faltaría ver si todos los que apuestan al cambio en Ecuador ven esa posibilidad en el programa de Rafael Correa; o si su candidatura quedará empantanada por dos inseguridades opuestas: la de quienes temen que un eventual gobierno de Alianza País «estremezca» demasiado y la de los que, ansiosos de esas transformaciones, no le entreguen, empero, su confianza.
Las declaraciones preliminares permiten ver la disposición de Correa a las alianzas, acudiendo a las bases de los distintos sujetos sociales y políticos, mientras se comenta que en instancias partidistas identificadas con la izquierda como el Movimiento Popular Democrático y el indígena Pashakutik (representado en la contienda por Luis Macas), se analiza la posibilidad de brindarle apoyo, algo que ya habría expresado Izquierda Unida. Y desde luego, siempre será importante lo que decidan las amplias masas agrupadas en la emblemática Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), aunque algunos apunten que sigue pagando el precio de la fallida alianza con Gutiérrez, y dividida.
De tal suerte, se prevé que el periodo previo a la segunda ronda electoral en Ecuador será muy duro. Tanto, como incierto es ahora el resultado de la batalla de la definición.