Lejos de escuchar el clamor internacional para cerrar el centro de torturas de la Base Naval de Guantánamo, el gobierno norteamericano da luz verde a nuevas formas de vejar la dignidad humana. Foto: AP
El riesgo principal de cerrar una puerta se agazapa en la posibilidad de que nunca más se abra. Estamos hablando en sentido figurado. Hace unas semanas me referí al síndrome de las puertas cerradas, esas que se cerraban con el propósito de hallar soluciones a ciertas demandas del control o el orden. Imaginemos —para iluminar el concepto— que si por aquí pasa mucho público y el piso se ensucia demasiado, cerramos este lado para que todos entren por el de enfrente de modo que uno de los dos permanezca limpio... No voy a seguir. Ese viernes creo que concluí diciendo que quien cerraba las puertas físicas sin ton ni son era porque antes las había cerrado mentalmente.
Los mismos carteles de antaño volvieron a la Plaza de Mayo. Foto: AP
Un soldado francés conversa con dos militares israelíes en la aldea libanesa de Marwajin. Foto: AFP
EL pasado 23 de septiembre tuvieron lugar en la ciudad de Washington dos eventos memorables en el desarrollo de la campaña en favor de la libertad de nuestros cinco compatriotas injustamente presos en cárceles estadounidenses por luchar contra el terrorismo: Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René.
Se trata de una simple nota acerca de los estira-y-encoge de la política británica, que el lunes y el martes siguió con atención el congreso anual del Partido Laborista, el campo de batalla en el que lo más importante parece ser hoy la sucesión de Blair, a la mejor usanza monárquica. Brown habló, y la BBC le tomó el tiempo a los aplausos: dos minutos y 45 segundos. Ayer le tocó a Tony, quien previsiblemente no estará en el puesto dentro de un año, según él mismo anunció.
«Agotado el tema después de las medulares intervenciones pasamos a someterlo a votación. Los que estén de acuerdo que lo expresen levantando la mano. En contra. Se abstienen. Aprobado por unanimidad. Un fuerte aplauso».
Cuando el poeta español Juan Ramón Jiménez vio a las dos hermanitas, preguntó: «¿De qué colegio son estas niñas?». Bella y Fina García Marruz llevaban zapatos parecidos, faldas del mismo corte, boina ligeramente ladeada. No habían cumplido los 20 años. «Usábamos unas boinas que papá nos trajo de París, eran muy lindas... Nosotras nos acercamos a Juan Ramón para preguntarle por García Lorca, que acababa de morir», comentó Bella en la única entrevista que al parecer concedió.
Como se podía esperar de un sujeto con sus antecedentes, John Bolton, el polémico embajador de EE.UU. ante la ONU, ha querido bajar los bemoles al trato verdaderamente ultrajante dispensado al canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, en el aeropuerto J. F. Kennedy de Nueva York, cuando sin motivo aparente le fueron incautados sus documentos y se le retuvo durante una hora y media, hasta perder el vuelo hacia Miami, donde haría escala para seguir de regreso a su país.
Acaban de salir a la luz 25 temas de 2005 que la gran prensa de Estados Unidos no publicó o le dio un tratamiento tan ínfimo que prácticamente desaparecieron de la vista pública. Se trata del Proyecto Censurado, una investigación que desde hace 30 años realiza el profesor Carl Jensen, de la Universidad Sonoma State de California, junto a alumnos y algunos de sus colegas.