Lo nuevo es reconocerlo. Ryan Crocker, el embajador de Bush en Iraq dijo —no se le fue— una palabra clave para definir las condiciones en que se vive en Iraq: «miedo». Debe saberlo de muy primera mano porque la resistencia iraquí los golpea hasta en la mismísima Zona Verde, supuestamente inexpugnable centro de poder de la ocupación y también del gobierno nativo impuesto, a pesar del valladar de concreto y los puestos de control armados hasta los dientes.
La luz, la lámpara, el faro son recurrentes imágenes en la interpretación de los actos humanos. Mantén la lámpara encendida, nos dice alguien, para que los ladrones no te sorprendan. Enciende las luces largas, nos recomienda algún experto, para que la carretera no se convierta en tu desgracia... Así, más o menos, luz y lámpara nunca pasan de moda en el lenguaje figurado. La lámpara y su destello, como el faro de los navegantes, nos protegen.
El almuerzo pasó de aburrido a memorable. Al principio estaba en una mesa con capacidad para doce personas y me sentía tan solo como la luna. Para desterrar mi aislamiento miré varias veces la decoración de la Taberna del Benny, en el corazón de La Habana Vieja.
La primera vez que escuché la frase, hace bastante tiempo, me vino a la mente un artefacto ortopédico colectivo: «A los cubanos nos hace falta un fijador».
«¡Mamá, regaña a Roque!», se quejaba un niño al que su hermano mortificaba. Cuando la madre reprendía al fastidioso y volvía a sus quehaceres, el primero decía por lo bajito: «Psst, tócame, Roque».
Es algo agotador. Cuantos escribimos en la prensa cubana lo sabemos bien, y estamos acostumbrados, qué se le va a hacer si mucha gente se empeña en tomar la parte por el todo, la mentira por la norma, el absurdo por la divisa.
La insania de una sociedad que basa una parte de su cultura en la violencia, se puso nuevamente de manifiesto este sábado cuando se supo que fueron arrestados dos adolescentes en el condado neoyorquino de Suffolk porque planearon un ataque contra estudiantes y personal docente de una secundaria de Long Island.
Lili tiene poco más de 20 años, y de pequeña solo conseguíamos que dejara de ducharse en el patio de la abuela, bajo la amenaza de la inminente irrupción del Lobo Feroz, que no creía ni en leñadores ni en caperuzas, y mucho menos en resfriados inducidos.
El verano de la mayoría de los cubanos empieza por la televisión. Cada año, llegada esta etapa, los canales aumentan sus horarios y ofertan nuevos espacios. Por tal razón, mientras dure la habitual programación audiovisual, usted, estimado lector, podrá contar con estas líneas donde confrontar sus criterios sobre cuanto dramatizado, filme, espectáculo, etc., proponga aquella. Claro, en la medida de las posibilidades. No olvidar que tengo solo dos ojos.
Hablemos de las promesas, ese compromiso verbal que suele diluirse en el aire vago de un día con prisa. Si meditamos un tanto, con alguna profundidad, nos parecería claro que el mayor inconveniente de las promesas es ese: que no puedan cumplirse. Y como resultado del lance solo hay un perdedor: el que prometió, si lo hizo a título personal. Ahora bien, si se promete en nombre de una institución, el asunto es más grave.