Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Las sandalias que regala Yosvany

Una veintena de pares de sandalias hechas por un espirituano será donada a baracoesas afectadas por el huracán Oscar

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— En un pequeño espacio levantado con algunas tablas, Yosvany Sánchez Pacheco echa a volar la creatividad. Una máquina de coser, retazos de diferentes materiales, hilos, tijeras, agujas son suficientes para que sus manos y deseos den vida a elementos que para otras personas pudieran ser inservibles.

«Tengo 43 años y desde los 19 me inicié en el mundo de la zapatería —cuenta a JR—. Le había comprado a mi pareja de ese momento unas sandalias y desde el estreno se les rompieron. Busqué los materiales para repararlas y lo hice solo. Aquello me gustó.

«Al tiempo, con lo que sobró, elaboré otras y las llevé a casa de un zapatero. No me quiso creer que lo hubiera logrado. Desde entonces no he dejado de confeccionarlas, pero de forma aficionada. Lo mismo reparo un mueble que hago o remonto un par de zapatos, incluso incursiono en la elaboración de bolsitos. En mi taller se me van las horas», apunta.

Y es cierto. Detrás de su pequeña casa, ubicada en el Camino de La Habana —en la periferia de la urbe del Yayabo— radica su «templo». Ni tan siquiera el cansancio, tras laborar como custodio en la Dirección Provincial de Transporte, le impide pasar horas sentado entre puntadas. «Vienen muchas personas, tanto a mandar a hacer zapatos como a reparar, u otro pedido que creen que puedo lograr».

En medio de esa vorágine diaria, Sánchez Pacheco se estremeció al conocer las afectaciones dejadas por el huracán Oscar en la región más oriental de Cuba. Tras ver las primeras imágenes y escuchar algunas historias, tomó una decisión que lo mantiene prácticamente sin descanso.

«Voy a donar 20 pares de sandalias para ese territorio. Quiero hacer el envío para Baracoa, porque siento que mi deber como ciudadano es ayudar, colaborar, contribuir. Y qué mejor forma que con mi trabajo».

Desde entonces, no deja escapar un fragmento de tela, vinil o el material para las suelas. Puntada a puntada, ya casi tiene cumplida la primera parte de su anhelo.

«Pueden pensar que estoy loco porque invierto en algo que no recuperaré. Pero nacen de mis manos con mucho amor y con gusto las brindo. Saber que alguien se quedó sin nada y tendrá una de mis sandalias es para mí el mejor de los pagos».

Sabe bien este joven, delgado y de profundas entradas, la satisfacción que se siente cuando se escucha la palabra gracias o se percibe una sonrisa de alivio. Lo experimentó por casi siete años como trabajador social, como fundador del programa creado por el Comandante en Jefe hace un par de décadas.

«Recorrí Cuba con la llamada Revolución Energética. Fue una época muy bonita de mi vida, de muchos aprendizajes. Luego, durante nueve años, fui funcionario administrativo en el Comité Municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), otro momento de muchos conocimientos y experiencias. Comencé a ser agente de seguridad a la par de esa responsabilidad, y tampoco dejé de crear en mi taller».

Lo sorprenden recuerdos de asambleas, galas, acampadas… Cuando unas inesperadas e intensas lluvias desbordaron el mayor embalse de Cuba, en la evacuación a prisa de la población de Tunas de Zaza y El Médano estaba él, rodeado de otros muchos jóvenes entusiastas y entregados.

—¿Tiene raíces tu actual decisión en esa etapa de tu vida?

—Todo tiene que ver con tu formación y cómo piensas. Los trabajadores sociales y la UJC me hicieron ser quien soy, reforzaron mis valores. De esa época mantengo muy buenas amistades, y muchos dirigen hoy en el Partido. Definitivamente, ambos fueron el mejor camino para llegar hasta hoy.

Mientras culmina su meta, Yosvany explora las vías para que, con la mayor prontitud, se reciba su donativo en tierra baracoesa: «Compartí mi idea en Facebook y muchas personas me agradecieron y avivaron para que no pierda el ritmo de trabajo. A veces nos ahogamos por los problemas que se nos presentan y no nos percatamos de que a nuestro alrededor hay muchos más necesitados que nosotros. Nos toca extender las manos, porque sin ayuda no podemos subsistir», asegura.

—¿Cómo te gustaría que reciban tus sandalias?

—Realmente, me gustaría vivir el momento en que se entregue uno de esos pares de zapatos. Como sé que será imposible, por lo menos quisiera ver una foto, porque una sonrisa es suficiente para sentirnos con el deber cumplido.

Una muestra del donativo del espirituano. Foto: Lisandra Gómez Guerra 

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