La Oficina de Investigación de Contabilidad del Congreso (GAO por sus siglas en inglés) hizo pronósticos calificados de «lúgubres» por la agencia AP, cuando analizó los «magros progresos» en aquel escenario bélico, lo que cayó tan mal en el Departamento de Defensa estadounidense que sugirieron hacerle «algunas correcciones», algo para lo que otros hubieran utilizado de inmediato la palabra censura.
Que entre el sentido de la vista y la correcta apropiación de una ortografía confiable existe una relación indisoluble, es un hecho irrefutable a estas alturas, a diferencia de décadas atrás, cuando la ortodoxia educativa establecía, sin variación, que solo sabiéndonos las reglas, encontraríamos la piedra filosofal para escribir bien.
Paciencia, mucha paciencia. Así decía el detective Chan Li Po, un personaje radial de la época de mis abuelos. El dicho quedó por muchos años en el habla popular, y tal parecería que George W. Bush lo escuchó en algún momento y lo utiliza como frase favorita para su «filosofía» de vida, pero para que lo apliquen los demás.
De tarde en tarde, Galeano y yo nos tomamos un cafecito.
Mientras esperamos por el nombre del fascista que nombrará George W. Bush como nuevo Fiscal General, la prensa norteamericana informa subrepticiamente que el FBI incluyó unas 20 000 personas en su lista de posibles terroristas.
El período de las vacaciones escolares siempre es bienvenido en cualquier lugar. En Cuba, donde casi toda la población está vinculada a algún sistema de superación, es poco menos que un acontecimiento.
Así exhiben su clave los neonazis en Muelgen. Foto: Reuters
Protestas contra el TLC frente al tribunal supremo de Elecciones. Foto: Reuters
Ciertos lectores quieren que continúe el tratamiento a «las puertas cerradas». Nunca un tema había suscitado tanta correspondencia hacia esta columna. Me honra. Muchos de cuantos escriben enriquecen, o mejoran, el enfoque del autor. A todos no les podré dar cabida. Pero quizá en su momento esas ideas me sirvan, como me sirve ahora un mensaje anónimo, el único que discrepa de lo que he dicho.
No sé si lo que gravitó en mí fue ese manantial de ocio que nace en el verano, el cual invita no a la haraganería, pero sí a la recreación «desmedida» y a muchas cosas más que no diré. Lo cierto es que me embullé, con conocidos y amigos, a practicar voleibol.