Un lector me dijo que mi «lúcido» artículo sobre la agricultura, se había «deslucido», en el párrafo final donde yo acepto que el problema no se resolverá privatizando la tierra estatal. Quien conoce un poco la historia de nuestro país, sabe cuánta sangre se derramó en los campos cubanos por los conflictos de propiedad, primordialmente, la geofagia latifundista.
Este lunes, 3 de septiembre, a las ocho y cuarto de la mañana, entré al aula donde mi hijo comienza su segundo grado. Antes fue el acto de inicio de curso en el patio central con un enjambre de padres. Lo primero fue izar la bandera y entonar el himno; el director presentó al claustro de profesores y al consejo de padrinos de la escuela (compuesto por representantes de las organizaciones de masas e instituciones vecinas al centro escolar) y leyó un extenso y detallado informe sobre los logros y dificultades del curso anterior, más los propósitos para estos meses venideros. Realmente estaba fuerte para que los niños prestaran atención (incluso algunos padres), no obstante, ese ejercicio de rendirnos cuentas del trabajo en ese centro es un gesto de honradez y de compromiso, tanto de ese colectivo hacia nosotros los padres, como de nosotros hacia ellos, lo cual nos implica más a todos en la esencia del fenómeno que son los pequeños estudiantes.
Vísperas del inicio del curso 2007-2008, Juventud Rebelde pulsó criterios del maestro cubano sobre nuestra magnánima educación, obra de seres humanos que se crecen sobre mil contratiempos.
No es ciencia ficción. No es paranoia. La información proviene ahora de una de las publicaciones más reconocidas en materia de actualidad digital, la revista norteamericana Wired. El Buró Federal de Investigaciones ha construido silenciosamente un complejo sistema de vigilancia que, con solo pulsar un botón, facilita las escuchas telefónicas instantáneas de casi cualquier dispositivo de comunicaciones privadas, aunque esté a mil millas de distancia del puesto de espionaje. En otras palabras, un agente del FBI en Nueva York, por ejemplo, puede monitorear todas las conversaciones y correos electrónicos que envíe alguien desde la ciudad de Wasilla en Alaska.
El gubernamental Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el derechista Partido Popular serán los principales rivales, si bien se insertan en la carrera otras formaciones más pequeñas, cruciales para formar las necesarias alianzas en el Parlamento, de modo que le hagan la vida llevadera o imposible a aquel de los grandes que alcance las riendas del poder.
Hace unos días leyendo la novela El último jurado de John Grisham, me detuve detenidamente cuando se narra el juicio al joven Danny Padgitt, acusado de violación y asesinato de una mujer en un pueblo del sur de los Estados Unidos en 1970.
Recientemente polemicé en un canal televisivo nacional sobre el tema de Cuba. Durante el ríspido debate salieron a relucir los viejos y conocidos mitos y prejuicios, alimentados durante décadas de ataques permanentes a la Revolución, a sus dirigentes y al régimen socialista establecido por el pueblo cubano en ejercicio de su soberanía y el derecho a la autodeterminación.
Una lluvia de opiniones ha caído sobre el periódico desde la publicación de mi artículo Suena cubano. Todas, las positivas y las negativas, me han hecho meditar profundamente, y me sigue maravillando la vehemencia del cubano al discutir asuntos que le son caros.
Si supiera jugarlo, se diría que Bush le está dando agua al dominó, pero las circunstancias le son tan adversas, que la data se le cierra, y no solo por la gente que se le va quedando en el camino. Así y todo hace sus intentos y ahora parece estar buscando los consejos que nunca escuchó cuando ordenó las guerras de Afganistán e Iraq: este viernes fue a la sala de conferencias del Pentágono que se conoce como The Tank (El Tanque) para reunirse con la cúpula militar a fin de conocer las opiniones que el generalato tiene sobre Iraq y «sin tapujos». Busca que le saquen las castañas del fuego.