¿Ha visto usted alguna vez un gato que sea amigo de un ratón, al que le desee suerte, larga vida, y que se brinde a acompañarlo?
Una mujer que no rebasa los 40 años de edad y cuyo ámbito laboral ha sido siempre estrictamente hogareño, llega con exigencia al despacho, que no es otra cosa que una casa convertida cada viernes en una especie de confesionario público. Es la «oficina» de la delegada del barrio.
Japón y Corea del Sur, con su béisbol práctico y vertical, son ahora el referente de este deporte. Digámoslo así, sin tapujos, por mucho que nos duela a nosotros, que amamos el béisbol, o a los estadounidenses y su mito de las Grandes Ligas.
Qué ocurrencias maravillosas puede tener el ser humano... Eso pensé hace no mucho, cuando al detenerme en un espacio de nuestra televisión me sobrecogió la belleza de la cinta El curioso caso de Benjamín Button. El filme, estadounidense, tuvo su estreno en el país norteño en diciembre del año 2008, y cuenta una historia insólita, solo posible en la imaginación frondosa de quienes seamos capaces de estirar los ensueños y figurarnos la posibilidad de que alguien nazca con el cuerpo de un anciano, haga su vida rejuveneciendo, y muera con apariencia de bebé.
Marezo, que le muestra cortés al invierno la puerta de salida, no es en Serbia un mes alegre, sino la remembranza de una destrucción sin precedentes.
Diego es alguien que puede impartir conferencias a cualquiera que añore doctorarse como persona chévere. Cuando dijeron su nombre por primera vez delante de mí, me volví urgentemente, como quien espera al hombre de sus sueños. Pensé hallar a un galán alto y barbado, parecido al de mis antojos.
Cuando se escucha a ciertas personas autoproclamar, con trompeta, caramillo y bongó, sus presuntas o auténticas virtudes en los medios masivos de comunicación, pareciera que la palabra que encabeza el título del comentario estuviese en vías de extinción, como los carpinteros reales.
Motivados por mi anterior comentario (Triunfadores y Perdedores, 15 de marzo) dos emigrantes en Europa, de vacaciones en La Habana, quisieron contarme, hastiados, sobre uno de los últimos alaridos de la bien denominada televisión basura en aquel costado del mundo de las riquezas.
Seis años se cumplirán este sábado 21 de marzo del inicio de la invasión estadounidense a Iraq, una guerra que ha costado hasta el momento la vida de 4 259 soldados norteamericanos y la muerte 1,3 millones de iraquíes.
Una carta difundida en Hablando Claro, espacio de Radio Rebelde donde me enaltece participar tanto como en este periódico, nos recordó hace pocos días que los problemas tienden a engordar —esa es la frase del autor— si no se les ataca o si ni siquiera se les oye. No es mi propósito reproducir el texto en esta columna. Me valgo de la carta en términos generales, solo para reflexionar sobre cómo ciertos problemas pueden derivar en un problema mayor, incluso irresoluble, a causa de la indiferencia.