Portadas de los discos Certeza, Carne y Sacude Autor: Juventud Rebelde Publicado: 27/11/2024 | 10:09 pm
Los días 29 y 30 de noviembre, en el Karl Marx, se entregan los premios a los mejores videos del año. Por supuesto que los tres mencionados en el título distan de ser los únicos que atrajeron la atención de los jurados y especialistas del premio Lucas, que se entrega desde hace 25 años, y durante todo ese tiempo se ha dedicado a reconocer lo mejor del video musical cubano, el cual ha renovado nuestras prácticas musicales y culturales, además de que muchas veces ha contribuido con el entrenamiento y la evolución artística y expresiva de realizadores, productores, fotógrafos, editores y directores de arte, principalmente.
Ya decía que los tres mencionados en el título no son los únicos, pero sí los más nominados. Nueve postulaciones alcanzaron dos obras completamente distintas: Carne, dirigida por Alejandro Pérez para Buena Fe, y Sacude, de José Rojas, para Wendy y Nicola. El primero de los mencionados fue incluido en las categorías de video más popular, mejor canción, actuación, making of, edición, fotografía, producción, dirección y, por supuesto, mejor video del año. Con todas estas distinciones, se alce o no ganador en la recta final, el video me parece demasiado pretencioso en su propósito de proponer «una metáfora de la vida», a juzgar por las declaraciones de Israel Rojas, compositor e intérprete de la canción.
Carne plantea la alternancia, a través de imágenes muy fuertes y efectivas, entre la belleza de lo vivo, blanco, noble (en la figura de un corcel), y la defenestración de todo ello cuando deviene, por la acción arrolladora de alguien, en pedazo de cadáver colgado de un gancho. El exacto acople entre el ritmo de la canción y los cortes, y el completo ajuste entre la dirección de arte y la intención del texto garantizan el vigoroso impacto del video, aunque se genere cierta ambigüedad en la caracterización de Israel Rojas, que interpreta al mismo tiempo al poeta que canta para nosotros la reflexiva letra y al matarife victimario de tanta blancura.
Por supuesto que las diferencias entre una canción poética y otra perteneciente al pop urbano se perciben también en las estéticas respectivas de Carne y Sacude. Este último fue nominado también como uno de los mejores del año, y en los tópicos de pop urbano, making of, edición, vestuario, efectos visuales, coreografía, dirección de arte y producción. Una letra de esas cuya explosividad no deja lugar para la insinuación ni el doble sentido, en tanto se trata de un piropo de solo cuatro frases cantado a una muchacha que «está demasiado buena».
Y tan limitada propuesta sirve de inspiración para un carnavalesco despliegue, recreado a tope tanto fotográfica, escenográfica como coreográficamente, a través de alusiones al empoderamiento femenino que van desde las mitológicas sirenas hasta las amazonas y la transexualidad. No es que sea una obra maestra, pero funciona en el nivel que se propone, es sugestivo, pegajoso, e ilustra graciosamente una canción cuyo sentido originario se ve desbordado con creces por el video.
Hay que decirlo: gane o no finalmente el premio a la mejor dirección, José Rojas es el realizador más reconocido del año, porque también lleva su firma Veinte años para Juego de Lunas, reconocido con otras siete nominaciones, también como mejor video del año, además de mejor canción tropical variada, artista novel, vestuario, dirección de arte, producción y dirección. Es una versión light del tema de María Teresa Vera, representada a través de una cantante disfrazada primero de vedete de los años 30 (a juzgar por los detalles art deco de la escenografía), pero luego ella se mueve a un set ambientado con las modas de los años 50, y más tarde a una discoteca ochentera, hasta que todo concluye en esta época de celulares y selfis. Rojas asume a fondo la frivolidad inherente a este medio de expresión y juega con ella, se vuelve su cómplice para sugerirnos, quizá, la trascendencia de una canción inmortal.
En esta carrera entre el video de Alejandro Pérez y los dos de José Rojas, se colaron con todo derecho la fotógrafa y realizadora Lena Hernández, con Iyalodde, para Brenda Navarrete (mejor video del año y dirección, mejor video de música folclórica, ópera prima, edición, fotografía y dirección de arte), y el camagüeyano Oscar Alejandro con la ilustración de la canción tradicional haitiana Kote Moun yo, o Dónde está la gente, para el grupo vocal Desandann, quienes acapararon cinco nominaciones: mejor artista novel, coreografía, making of y producción.
La iyalodde es, en términos mitológicos y religiosos, la reina de las mujeres, de modo que equivale a mencionar, en el sincretismo afrocubano, a Oshún y a la Caridad del Cobre. La experiencia como fotógrafa, editora y realizadora de Lena Hernández le permitió recrear, en deslumbrantes amarillos y primerísimos planos, una encarnación de la diosa, de la reina de las mujeres o iyalodde, interpretada con suma delicadeza y buen gusto por la cantante, que se ve rodeada por atributos como las mieles y los girasoles. Y por supuesto que Brenda Navarrete toca los tambores batá, para dejar claro el potencial feminista que subyace en estas creencias ancestrales.
Kote Moun yo significa, otra vez, la demostración de que el video musical mucho puede hacer por la visibilización de las culturas locales. El grupo vocal Desandann ha representado con toda dignidad, dentro y fuera de su natal Camagüey, la herencia musical haitiana, y Oscar Alejandro comprendió la importancia artística del grupo, y a través de recursos audiovisuales sencillos y convincentes, deudores más del cine clásico que de alardosas manipulaciones digitales de moda, pone el acento donde hay que ponerlo: en el rescate de un patrimonio cultural de innegable validez artística.
Además de los mencionados hasta aquí, queda incompleta la valoración de los mejores videos del año si excluyo a otros dos nominados en esta categoría: la animación El Swing, de Alejandro Armada, para Iván Melón Lewis y The Cuban Swing Express con Alain Pérez (también mencionado como mejor video de música popular bailable, animación y dirección), y esa joya fina que es Certeza, de Camilo Suárez, para Liuba María Hevia, que alcanzó otras tres nominaciones como mejor video de canción y trova, dirección de arte y dirección.
Alejandro Armada concibió no solo la dirección, sino también la producción, el diseño de personajes, la puesta en escena, la dirección de arte y participó en la composición de El Swing, en la cual crea personajes muy parecidos a los intérpretes y los empuja en una serie de delirantes aventuras en diferentes épocas. No sé si es el mejor video del año, pero sin dudas es el más imaginativo, irreverente, simpático, juguetón y surrealista.
Tampoco sé si Certeza merece el premio al mejor del año, y quizá no le alcancen los votos para ganar, pero ciertamente se ubica en la misma tradición de videos musicales cubanos buenamente cercanos al lirismo del video arte y a las metáforas visuales del cine de autor. Apenas vemos a Liuba cantando, la escuchamos todo el tiempo, y visitamos, con indispensable complicidad, su imaginería, su poética, traducidas en primeros planos a un mundo de objetos que necesariamente han llenado su mundo privado y público. Pausados movimientos de cámara se deslizan sobre primorosas composiciones de flores, ángeles, guitarras, y de un sinfín de pequeñeces que, ya se sabe, hacen palpitar la existencia de toda grandeza.