Más de 200 comentarios en menos de 24 horas fue el nuevo récord en la web de Juventud Rebelde de la sección Así de fácil, que esta vez desbordó imaginación con la convocatoria a un concurso que movilizó a su amplia comunidad de seguidores por toda Cuba.
Nadie podrá decir con certeza de esta agua jamás beberé, porque, como confirma un poeta, «el agua tiene senderos, no la sed». Y el hombre, finito en un fin imprevisible, habrá de estar dispuesto a no ir a donde va. A veces el rumbo fijado con anticipación, se modifica por urgencias del camino, de modo que venimos a parar en un sitio nunca antes deseado o planeado. O bebemos del agua que nos negamos un día a beber.
Cuando escucho decir por ahí que Fulanito o Menganita «nacieron» para estudiar Medicina, Periodismo, Ingeniería, o cualquier otra especialidad universitaria, no puedo hacer menos que sonreírme. No sé, al parecer, algunas personas están convencidas de que todas las criaturas vienen al mundo con una nota sobre su porvenir superior atada al cordón umbilical.
Siempre he soñado verle frente al micrófono. Sí, al mismísimo José Julián Martí Pérez (1853-1895). Es un sueño, lo sé; pero un sueño hermoso. Cuánto daría por escuchar su voz, el tono de su voz. ¿Cómo sería?
Buscando en los anales de las cosechas que sorprenden con sus resultados poco halagüeños, no he podido encontrar la opinión de un experto de la Agricultura guantanamera que culpe de tal anormalidad al hombre, o mejor, a lo que el hombre no hizo bien o no previó.
Los errores, las equivocaciones y las acciones de las cuales de alguna forma nos lamentamos, son, como reza una sentencia popular: cuestiones humanas. Todos de una manera o de otra cometemos deslices, cargamos esas (grandes o pequeñas) cruces por el resto de la vida y debemos lidiar con la compleja disyuntiva de ignorar los yerros propios, justificando su aparición, o reconocerlos como manchas que pueden ser atenuadas con una buena dosis de sinceridad y arrepentimiento.
Año tras año y con los aires de un invierno anhelado por muchos, llega la Feria Internacional del Libro, el evento más multitudinario y también uno de los más esperados en Cuba. Como ocurre con el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, no son pocos los cubanos que hacen cábalas en los bolsillos y en su tiempo, en este caso para llegar a las áreas de venta y adquirir alguna novedad o recuperar algún volumen perdido por la voracidad de las polillas o los «olvidos voluntarios» de una amistad.
Dicen los creyentes en la Regla de Osha que soy hija de Obatalá. No lo he comprobado. Lo cierto es que mi color es el blanco, símbolo de pureza, y entre los metales preciosos prefiero la plata al oro. Importa sobre todo que la cochambre, en lo físico, en lo moral y en lo laboral, me produce alergia de extrema virulencia. Por esas razones, quizá, el tema de los valores me obsesiona e induce a observar con mucha atención la realidad del comportamiento humano, incluidas sus motivaciones.
Hojea con afán una, dos, tres veces las páginas. Me he apurado como nunca esta mañana, pero otra vez él ha sido el primero en comprar el periódico. Con sus ojos clarísimos sonríe victorioso y se guarda bajo el brazo las líneas sobre la zafra, las relaciones de Cuba con otros países, los encantos de la danza moderna...
Aquel insólito partido de fútbol comenzó poco antes de las siete de la noche, en pleno corazón de la ciudad. Hubo gambetas, gritos, pases, narración y, por supuesto, goles.