Acuse de recibo
Melquiades García Rodríguez (calle 5ta. entre F y G, No. 249ª, interior, reparto Vigía, Santa Clara) hace unos tres meses contactó con los trabajadores sociales de su reparto, para solicitar el servicio de asistente social a domicilio (ASD) que atienda a su madre, que está postrada.
Le solicitaron gran cantidad de documentos, que él considera innecesarios luego de la visita que le hizo una trabajadora muy amable, quien pudo constatar el cuadro que presenta con su mamá.
El problema es que la señora tiene otro hijo, pero no vive en Cuba. La esposa de Melquiades no puede trabajar por problemas de salud. Ellos tienen dos hijos, que son estudiantes… Y Melquiades es el único sostén de la casa.
Él encontró una señora que estaba dispuesta a asumir el trabajo de asistente social a domicilio, de cuidadora. Pero tiene más de 60 años, y lo establecido es que con esa edad no puede hacerlo.
«¿Qué persona en edad laboral va a dedicarse a cuidar ancianos?», pregunta Melquiades, y expone lo que considera otra traba: le piden un documento que certifique que él es indispensable en su trabajo.
«Soy dependiente de servicios gastronómicos, manifiesta, y mi salario es 2 540 pesos. Desestimaron mi caso porque dicen que no soy indispensable para mi trabajo. ¿Qué debo ser, gerente, coronel, director, con un salario decoroso que permita costear una ASD sin pasar por ese proceso?».
Melquiades considera que es una regulación contradictoria e injusta. Y concluye:
«Sí, quizá esté de acuerdo. De hecho nadie lo es, pues cuando las personas fallecen o piden baja, al otro día ponen otro en su puesto. No quiero ni debo ser indispensable para mi trabajo cuando mi madre está en esas condiciones, las cuales afectan a toda la familia.
«Porque soy el único sostén, y esos no será importante para los funcionarios de Asistencia social como mi cargo, pero sí es lo más importante para mí».
Milko Antonio Rodríguez (calle 2 No. 212, entre Línea y 11, Vedado, La Habana) relata todos los avatares que ha sufrido con la dilatada devolución de su licencia de conducción, que le fue retirada el 24 de febrero de 2021 por tres meses.
Cuenta que cumplido el tiempo de sanción, fue a recoger su licencia en las oficinas de San Rafael, entre Aramburu y Soledad, en el municipio capitalino de Centro Habana. Y le comunicaron que aún no estaba, porque se había producido un error, al no poner el asunto en el sistema. Y debía esperar tres meses más para que se la entregaran.
Cuando Milko volvió en agosto de 2021, le dijeron de nuevo que su licencia no estaba, y que debía reclamarla en las oficinas de Vía Blanca y Agua Dulce. Fue allí y tampoco estaba. Regresó a San Rafael y le respondieron que no estaba, lo que le han dicho en más de una ocasión.
«Esta situación tiene el agravante de que tengo mis padres enfermos, afirma. Mi madre con una radical de mama y mi padre bajo tratamiento por problemas en la próstata. Y al no poder manejar me veo obligado a rentar un carro para poder movilizarlos cuando lo requieren».
Milko, quien está en proceso de cambio de dirección para la calle Colón No. 13802, entre Boyeros y Unión, reparto Martí, Cerro, manifiesta que confía en la justicia de las leyes en nuestro país. Pero lo cierto es que las autoridades que le suspendieron su licencia de conducción por tres meses con razón y apego a la ley, asimismo deben predicar con el ejemplo y cumplir celosa y puntualmente con las normativas que ellas mismas establecieron.