El campeón mundial Roniel Iglesias paseó la distancia en Venezuela. Autor: Daniel Anaya Publicado: 21/09/2017 | 05:12 pm
No hubo espacio para las casualidades. Sin grandes tribulaciones, la selección cubana de boxeo cumplió los vaticinios y regresará a casa con los deberes hechos en los dos torneos que disputó en Venezuela: el Batalla de Carabobo y los IV Juegos del ALBA.
En ambos eventos ganamos seis títulos. Pero se esperaba mucho más, pues los diez representantes cubanos fueron los clasificados para los Juegos Panamericanos de Guadalajara, en octubre. Sin duda, muchos de ellos también harán el grado para el Campeonato Mundial de Bakú, Azerbaiján, en septiembre.
Aunque muchos de sus rivales en los certámenes venezolanos también tienen cupos para la justa continental, lo cierto es que técnicamente no exhibieron nada del otro mundo. Por eso, más allá de un «despojo» o una inmerecida descalificación, llama la atención que solo tres cubanos se coronaron en ambos eventos.
Entre ellos estuvo el imbatible campeón mundial ligero-welter Roniel Iglesias, quien solo se dedicó a pelear los nueve minutos de cada pleito en aras de aumentar su fogueo. Lo mismo sucedió con el casi intocable semicompleto Julio César la Cruz, dueño de un eficaz arsenal defensivo, ora con las manos, ora con movimientos del torso, a lo cual ha incorporado un mayor ritmo ofensivo.
El otro invicto fue el joven peso crucero Leinier Peró, cuya endemoniada mano derecha siempre hizo impacto en las anatomías rivales.
Los otros siete boxeadores rubricaron al menos una derrota. Entre ellos, el ligero Yasniel Toledo, titular panamericano de Cumaná 2011, cayó en ambos certámenes contra el venezolano Fradimir Macayo, también con pasaje para Guadalajara.
Por eso, más allá de entonar «cantos de sirenas» con esas actuaciones, vale detenernos en lo que no se puede repetir en los eventos que se avecinan.
No obstante, según lo apreciado en lo que va de año, me atrevo a vaticinar cinco títulos en Guadalajara. Pero la justa mundial azerí sí será de «armas tomar», pues nuestros púgiles apenas han enfrentado a sus similares europeos, que compiten entre ellos el año entero.
El somatotipo, y con ello la potencia física del boxeador de nuestra área geográfica, dista mucho del que presentan los del Viejo Continente.
Entonces, la máxima es salir a definir el pleito y tratar de dictar el ritmo de pelea desde el campanazo inicial, sin descuidar el ABC defensivo.