Los servicios de salud se ven obligados a emplear diversos medicamentos, pruebas diagnósticas y artículos técnicos. Su uso racional, sustentado en evidencias científicas, secunda la labor de los especialistas, en un claro beneficio para los pacientes.
Desde el despliegue de los primeros observadores de Naciones Unidas en Siria, las grandes potencias (Estados Unidos y Francia a la cabeza) y sus pajes del golfo Pérsico condenaron esta iniciativa al fracaso. Cuando apenas el número de veedores —hoy 270— no llegaba a una docena, ni tampoco habían visitado todas las ciudades necesarias para formarse una idea de lo que realmente ocurre en ese país, los enemigos de Damasco apostaron a insuflar aún más la inestabilidad. Todo porque el Gobierno daba señales de cooperar con una salida política a la crisis para evitar la intervención extranjera, y el resultado de ese proceso sería el fortalecimiento de un Estado nacionalista. Eso no es lo que quiere Occidente.
Si hubo una época sumamente peligrosa para vivir en Miami, esa época fue en la década de los 70. El solo salir a la calle constituía un constante riesgo de muerte.
Un dato ofrecido la pasada semana por este diario puede situarnos ante una disyuntiva al estilo Mastropiero. Recordemos que el famoso doctor, de nombre Alexander Sebastián, es el creador del reconocido principio de incertidumbre, o también llamado de indeterminación.
A un veterano de las guerrillas en la Sierra Maestra le oí una norma que, en cualquier circunstancia, podría ejercer como cartilla básica de la formación moral del cubano. En la guerra —dijo— repartíamos un boniato entre seis; ese era uno de los principios de nuestra ética, y por eso si alguien hubiera creído merecer las seis partes, habría renunciado a la integridad moral del revolucionario.
Las rosas de Eulalia eran sagradas. Las quería como sus niñas consentidas y las mimaba, diariamente, echándoles agua con un jarrito de la cocina, todo agujereado, que era su regadera.
«Se lanza un ángel de la altura,/ caída libre que da frío./ La orden de su jefatura/ es descender hasta Dos Ríos./ Es diecinueve y también mayo:/ Monte de Espuma y Madre Sierra,/ cuando otro ángel, a caballo,/ cae con los pobres de la Tierra». Silvio Rodríguez, Cita con ángeles
A 117 años de su caída en combate en Dos Ríos, la figura de José Martí y sus ideas han adquirido una vigencia sorprendente. Nos enorgullecemos, como cubanos, cuando los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa y otras figuras de la política y la cultura se refieren a su pensamiento como referente imprescindible para analizar los problemas que deben encarar los pueblos latinoamericanos y caribeños en estos albores del siglo XXI. Tenemos una enorme responsabilidad en hacer que se conozca más y mejor el legado martiano.
Ocurre como en las profecías. Ahora que el país calcula cada paso y lleva como con guantes de seda las riendas de lo cotidiano, resulta que ya tú habías alertado: «Un error en Cuba es un error en América y en la humanidad moderna».
No hay teoría viable si no se enriquece con la praxis. Eso es lo que parecen estar entendiendo los gurúes de los ajustes que soliviantan al Viejo Continente, cuando ya es visible el zimbombazo que puede desatarse sobre la Eurozona con la repetición de las elecciones en Grecia, mientras el recién posesionado nuevo presidente francés, Francois Hollande, planta bandera ante la alemana Angela Merkel para cuestionar la férrea política de imposiciones que hunde el PIB regional, en vez de dejarlo crecer. Debajo, corre como un manantial lo más preocupante para quienes imponen el orden: se está delineando un mapa político que podría desordenarles el status quo.