En agosto de 2003, la mayor parte de nosotros ni siquiera tenía celular propio. Y aunque en el mundo se hablaba de aquel como un año de transición para internet por la banda ancha y otros avances, en Cuba la red de redes era algo muy incipiente, un asunto de expertos, como suele decirse cuando sientes que no te toca el progreso.
Cuando alguien te procura, cuando gritan tu nombre, no te apures. Es una lección que aprendí desde joven. Cerciórate quién llama, pregúntate a ti mismo para qué. Una respuesta y te puede envolver la arremetida, y te puede empapar el aguacero.
El mes de julio implantó marcas a nivel mundial y nacional, luego de un junio también a nivel global con temperaturas por encima de lo habitual. Esta situación ha hecho que escuchemos constantemente en los últimos meses, comentarios del intenso calor: «Si esto es ahora, ¿qué quedará para agosto?».
Leyendo las páginas web de los medios de prensa de las distintas provincias se confirma cómo en el mes de julio terminan diversas obras nuevas, remozadas o tras una reparación capital, a pesar de una limitación extrema de recursos y un progreso económico todavía inadecuado.
Al terminar de hablar en una sección conjunta del Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos, el presidente Joseph Biden, caminando por un pasillo, saludó al flamante senador Robert Menéndez y casi le gritó que tenía que hablar seriamente con él acerca de Cuba.
Vivimos una hora crucial, es grande el desafío si queremos superar la adversidad del tiempo histórico, si continuamos anhelando la salvación de la humanidad. La crisis desatada, cada vez más agudizada, provocada por la ambición y las ansias mezquinas de mantener a toda costa la hegemonía de un modelo que en sí mismo es insostenible, nos provoca constantemente el ejercicio del pensar. Y es que ante los conflictos de la posmodernidad, el fenómeno de la globalización y las prácticas neoliberales, que actúan como leña echada al fuego de la dominación de las mentes y conciencias humanas, excitan el pensamiento y lo estimulan de tal manera que este se adentra en una toma de partido, de conciencia, en un ejercicio de pensamiento crítico en relación con el sistema capitalista y sus modos de supervivencia, como la puesta en marcha de la llamada guerra cultural, mecanismo para lograr el objetivo dominador: la colonización cultural.
Solo eso. Solo eso tengo. Cuando el filo se hunde, cuando hurga hasta buscar el hueso, cuando el recuerdo es una bayoneta, cuando el vino está negro, llega tu voz. ¿Has visto el polvo, el pedazo de tierra, la inundación, el lodo del diluvio? ¿Un tallo verdecido en el acantilado, contra el agua y el viento? ¿Y los ojos de un ciego?
Hace unos días publiqué un comentario en las páginas de Facebook y lo terminaba diciendo: «Siempre me voy en esta época para la costa del Golfo de la Florida, me alegro de que ahora me vaya para Varadero para hacerle honor a aquel eslogan de los 50: “Conozca a Cuba primero y al extranjero después”». Bueno, pues me fui una semana para Varadero y ya estoy de nuevo en la ciudad del odio, en el Miami revuelto y brutal.
Sinéad O´Connor falleció el pasado miércoles a los 56 años y, como ocurre en estos casos, sus canciones vuelven a la memoria de quienes la escucharon para entender los pedazos de este mundo, aun cuando solo fuera por un instante.
Amparado en aquella famosa frase de «conozca Cuba primero y el extranjero después», he tenido el enorme privilegio de recorrer cientos de kilómetros dentro de la Isla y descubrir detalles ignotos de muchas de sus urbes más bellas. Me faltan algunas, lo sé, y ando aún con esa deuda en una mochila que reposa sobre mi conciencia, mas por motivos diversos aún no he podido llegar, por ejemplo, al extremo más oriental.