En agosto de 2003, la mayor parte de nosotros ni siquiera tenía celular propio. Y aunque en el mundo se hablaba de aquel como un año de transición para internet por la banda ancha y otros avances, en Cuba la red de redes era algo muy incipiente, un asunto de expertos, como suele decirse cuando sientes que no te toca el progreso.
Randy Alonso y Rosa Miriam Elizalde se movían en otra cuerda. Para ellos internet era lo que no podíamos perdernos, el asunto crucial, el salto que damos o nos lo dan.
Nosotros, el resto, éramos un grupo de periodistas de todos los medios que existían para entonces en Cuba —prensa escrita, radio y televisión—, la mayoría especializados en política internacional, preocupados todos por los planes de guerra de W. Bush y sus halcones, que a golpes de mentiras y bombas habían invadido Afganistán e Irak, después de advertir que 60 o más «oscuros rincones del mundo» podían recibir el castigo del nuevo emperador americano, quien, según él mismo, hablaba con Dios y actuaba en su nombre.
La Mesa Redonda estaba a punto de cumplir cuatro años liderando el ranking del periodismo político en el país, bajo la guía de Fidel, entusiasta fundador y principal promotor de los temas que trataba el programa. Para esas fechas las prioridades estaban muy claras: la libertad de los Cinco Héroes prisioneros del imperio y la falsa guerra contra el terrorismo con la que Estados Unidos iba engullendo mundos. En el análisis de ambos asuntos coincidíamos todos los integrantes del grupo que, un día que no recuerdo de 2003, se unió para crear el Círculo de periodistas contra el terrorismo mediático de la UPEC y allí mismo —Casa de la UJC de 15 y 16, sede de la Mesa Redonda— dar a luz a Cubadebate.
Como señal de distinción del círculo con respecto a otros de la UPEC, en el grupo llamaba la atención la diversidad de nacionalidades de sus miembros. Recuerdo especialmente a tres grandes, ya desaparecidos: Jean Guy Allard, de Granma Internacional, canadiense aplatanado que se había especializado en periodismo de investigación sobre mafias; Marie Dominique Bertuccioli, periodista y traductora de francés de Radio Habana Cuba; y Bernie Dwyer, realizadora irlandesa de la misma emisora, destacadísimos luchadores los tres por la libertad de los Cinco, causa para la que movilizaban ahorros y solidaridad, además de entregar su energía, su tiempo y su indiscutible talento.
Creo que fue de ellos tres de donde salió la propuesta de unir los nombres de Cuba y debate que se consideraban los vocablos clave para el medio que nos proponíamos crear: en todos los idiomas el título podría entenderse.
Y aquí llego al motivo de este recuento tan lleno de seres entrañables. Rosa Miriam Elizalde y Randy Alonso propusieron crear, junto con el Círculo, una página web, un medio para desmontar mentiras, un sitio para diseminar denuncias, para levantar verdades contra la desinformación.
Con mi mentalidad analógica recuerdo que me opuse: ¿página web para quiénes, en un país con internet limitada a Educación y Ciencia? Hagamos lo que queremos en los medios para los que trabajamos y, cuando internet llegue de verdad a todos, ya veremos qué hacer.
Por suerte no fui escuchada, pero tampoco separada del proyecto. Y para cuando se estrenó nuestra página web, el 5 de agosto de 2003, entre los trabajos más relevantes estaba una propuesta que me sentí honrada de hacer: las revelaciones de una investigación del general de división (R) Fabián Escalante sobre la relación de Luis Posada Carriles y otros terroristas de origen cubano con el asesinato de Kennedy.
Tampoco me convenció inicialmente la decisión editorial de publicar el mayor número de comentarios posibles. ¿Decenas, cientos, miles de comentarios incluso, para qué? ¿Quién se los va a leer?
Seguramente no todos, pero muchos los leen. Y Cubadebate adquiere con esa amplitud de opiniones uno de sus mayores valores como medio de comunicación. A tal punto que 20 años después siento que no me he leído un trabajo si no me leo lo que los internautas comentan. Como que sin la opinión de los lectores, ninguno está completo.
Con los días, los meses y los años, Cubadebate se convirtió en lo que Rosa y Randy vaticinaron desde el principio: un medio del futuro que ya era presente aquel día, aunque algunos no alcanzábamos a verlo.
Necesitaba decirlo. En homenaje a mis colegas que vieron antes y más lejos. (Tomado de Cubadebate)