Palmas que tocan las nubes/, pidiendo al cielo que mire.
La triste noticia del fallecimiento de Nelson Mandela trascendió rápidamente en todas las latitudes. Quien había ofrendado su juventud y salud tras barrotes de máxima seguridad durante más de cinco lustros, se encumbró como gigante contra el apartheid y la injusticia.
Tal vez en alguna ocasión ha coincidido con alguien que ha actuado erróneamente o ha tomado una decisión equivocada, y cuando se detiene a meditar serenamente en lo ocurrido, y en lo que conoce acerca de lo que pudo llevar a ese alguien a que procediera de ese modo, le viene a la mente una idea recurrente: ¡Caramba!, yo pudiera haber sido él (o ella), y en similares circunstancias muy probablemente hubiera hecho lo mismo. ¿Nunca le ha pasado?
JOHANNESBURGO, Sudáfrica.— Parecía no importarles la lluvia, la incómoda lluvia que desde el amanecer caía sin cesar sobre la ciudad de Johannesburgo. Mientras unos corrían, otros apenas apuraban un poco el paso; con paraguas o sin ellos; blancos, negros, mestizos; niños, jóvenes, adultos, ancianos… a todos los unió este martes el deseo de dar un último adiós al querido y respetado líder Nelson Mandela.
Los que viven en las cavernas se acostumbran a ver en la oscuridad. La misma calaña que secuestró al niño Elián González en Miami entre 1999 y 2000, diez años antes participó en otra enorme infamia de trascendencia internacional.
Mientras Nelson Mandela luchaba contra el apartheid y por los derechos de los negros en Sudáfrica, otro pueblo, el palestino, sufría los mismos vejámenes y la atroz ocupación israelí. Madiba no estaba ajeno a esa injusticia, y siempre defendió el legítimo derecho de los palestinos a tener su Estado, como lo demandaban continuas resoluciones de la ONU.
CARACAS, Venezuela.— Todavía, a dos días de las elecciones municipales en este país, resuena el eco de los resultados, los cuales pueden entenderse como un triunfo muy importante de la Revolución Bolivariana, que superó nuevamente la adversidad, representada ahora por el complejísimo panorama económico.
Mucho se habla y con razón de burócratas y negligentes, de maltratos y desatenciones. También de conductas excepcionales, grandes aportes —en cualquier campo— y resultados destacados. Poco o casi nada, de quien sencillamente día a día, sin perseguir fama, gloria ni agradecimiento, hace bien lo que le toca, a veces sin hacerse notar, salvo cuando por alguna razón no está y entonces recordamos aquello de que nadie sabe lo que tiene hasta que no lo pierde.
Mamá, no te quiero ver llorando… mamá, yo me voy a portar bien, para que tú me vuelvas a querer… Así cantaba Carlitos, con una voz melódica y temblorosa, la canción que inventó para dedicársela a quien lo trajo al mundo. Yo estaba ahí, muy cerca de la puerta, con los ojos desbordados y tuve que dar dos pasos hacia atrás, para que ni él ni los demás se dieran cuenta.
Siempre que comienza a llover y a tronar acuden a mi recuerdo las cacerías de cangrejos. ¡Cuánto nos divertíamos los manatienses de finales de los años 60 del siglo pasado con aquellas aventuras entre la manigua y los mosquitos de Tabor! Bastaba con que apareciera un chubasquito escoltado por un relámpago para que nos alistáramos en disposición de perseguir a los crustáceos en su propio territorio.