6 de junio de 1972: Milicianos junto a los restos de un avión estadounidense derribado por fuego de fusiles en los suburbios de Hanoi. Volaban a baja altura para evitar los radares, pero eran vulnerables a las armas ligeras cuando llegaban a bombardear, fundamentalmente las áreas industriales de la capital vietnamita. Autor: Doan Cong Tinh Publicado: 21/09/2017 | 06:28 pm
Durante los años más cruentos de la Guerra en Vietnam, el mundo se enteraba de las bombas, las batallas, la resistencia… a través de las publicaciones. Muchas imágenes se convirtieron en íconos de un conflicto que legó no pocas enseñanzas a la humanidad. Sin embargo, de acuerdo con la correlación de fuerzas, la mayor producción fotográfica estuvo en el bando que pretendía ganar. Y aunque usualmente la historia la cuenta el vencedor, a veces los vencidos con sus poderosos recursos omiten ciertas zonas de la realidad; a fin de cuentas, que las tropas de Vietnam del Sur, apoyadas por Estados Unidos, perdieran frente a la guerrilla vietnamita, el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur, y los combatientes de Vietnam del Norte, no estaba en los planes de los estrategas militares del Pentágono. Sin embargo ocurrió, y el Vietcong también tuvo fotógrafos para documentar cuanto ocurría en las condiciones más extremas, pero sobre todo, para inspirar la resistencia.
«Hemos tenido mucho cuidado porque teníamos cantidades limitadas de película que se ha distribuido a nosotros por nuestro papel. Para nosotros, una foto era como una bala», dijo Nguyen Dinh Uu.
En la década de los años 90, del siglo XX, el fotorreportero Doug Niven comenzó a buscar a los fotógrafos sobrevivientes de aquella gesta. Algunos tenían negativos inéditos guardados en lugares insospechados y mil historias por contar. Unas 180 de esas obras fueron reunidas en el volumen Fotografías de la Guerra desde el otro lado.
De eso se trata, de otra mirada. De los rostros que hicieron la victoria, y de los que huyeron derrotados, cuyas botas quedaron desperdigadas en la carretera; de la sangre de muchos, amalgama de ese país que a la vuelta de 41 años convida al asombro.