Cero piedad tuvo con su adversario el cubano Álvarez. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 15/04/2025 | 08:55 pm
Erislandy Álvarez «calentó» todo lo que quiso durante el pesaje. Tal vez no. A los tipos como él, explosivos, siempre les queda dinamita por soltar. Tenía delante al dominicano Brainer Vásquez. Cara a cara los dos. Veinte centímetros, quizá menos, separaban sus rostros. El cubano, con un arete en cada oreja y la gorra mal colocada, reía como un niño pícaro, con maldad. Brainer, con trenzas visibles, pómulos pronunciados y mirada mordaz, contemplaba serio los ojos y los movimientos de los labios de Erislandy. Cruce de palabras que solo ellos podían escuchar.
Luego, en la conferencia de prensa, que iba por cauces muy tranquilos, Álvarez volvió a la acción. Tomó el micrófono y retomó las provocaciones, en buena lid, hacia el dominicano. Disparaba dardos, uno tras otro, mientras continuaba su risa y controlaba el show que él mismo había montado. En este primer round, sin subir al ring, el antillano dejó desvalido a un contrario que optó por enseñar muy pocos alardes.
El que mucho habla, mucho yerra; el que es sabio, refrena su lengua, dice un proverbio que, bien leído, parece ser una condena para Erislandy. Lo mejor, en este caso, era esperar. Sobre el cuadrilátero del hotel Meliá Internacional de Varadero, en Matanzas,
se sabría si la sentencia quedaba como una lección para el campeón olímpico o si el campeón olímpico haría oídos sordos de ella.
La del cienfueguero fue la quinta y penúltima pelea de la cartelera profesional Cuban Boxing Night. De pie, alrededor de cien personas grabaron con teléfonos móviles su aparición en el salón. Llegó un tanto excéntrico. Envuelto en la bandera cubana, con gafas oscuras y un llamativo sombrero rojo. Hizo del recorrido hasta el ring una pasarela. A Erislandy le va esto del espectáculo, de conectar con la gente, recibir vítores, romper el hastío.
Encima del cuadrilátero, Álvarez se ve hiperactivo. Ansioso porque la pelea empiece. Vásquez, por su parte, se presenta sereno. Mantiene la seriedad del día anterior, cuando soportó de su rival varios ataques. Álvarez desprende seguridad, mucha, de hecho. La que me gustaría tener a mí en situaciones extremas. Es admirable, pienso en mi soliloquio. En cambio, Vásquez y sus ojos me transmiten algo diferente. Estoy a algunos metros de él y no es miedo lo que veo, pero sí percibo que la confianza del dominicano no pasa por sus mejores días.
Comienza el combate y termina el combate. Les soy sincero, no hay mucho que contar. Mi narrativa lo lamenta. Al cubano le bastaron 28 segundos para asestar un estremecedor nocaut. Fueron tres golpes sucesivos al rostro en dos segundos y el quisqueyano cayó redondo. Por más que intentaba pararse, no podía. Sin fuerza, errático en sus movimientos y desorientado. Ese fue el precio de enfrentar a Erislandy Álvarez.
Mientras eso pasaba, el eufórico vencedor dio seis pasos, se golpeó el pecho con la derecha, danzó a su forma y cerró la gesta como mismo la empezó, con espectáculo. Fue a una esquina, subió hasta la última cuerda, se colocó de frente al público y en un instante dio una espectacular vuelta en el aire. Se incorporó y recogió lo que le pertenecía, la faja continental de la WBA en la división de 63.5 kg. El cubano sigue voraz y con la sangre caliente.