Una canción es un beso en la oreja. Una canción es un beso en la memoria. Una canción es un beso en el alma. ¿Quién lo duda o dice lo contrario?
Hablamos de la tregua permanente que observa desde el 24 de marzo la organización armada vasca Euskadi ta Askatasuna (ETA), el grupo cuyo objetivo ha sido la separación —por medio de la fuerza— del País Vasco y de Navarra del Estado español, y su conformación como una entidad independiente denominada Euskal Herria.
No se dice por gusto que la historia enseña. Aunque a veces canse escucharlo, detrás de la aseveración se encierra una rotunda verdad que, de ser asimilada en la práctica, permite a la persona una visión más panorámica sobre asuntos de hoy y de mañana.
¿Estará usted proponiendo el consumismo en nuestro país? Así, directa y franca, fue la pregunta que varios lectores me dirigieron después de haber leído mi nota del 27 de octubre. Otros, en cambio, se interesaron por saber qué yo había querido decir cuando afirmé la conveniencia de alentar un mercado de compradores y no de vendedores. Ambas preguntas tenían que ver con esa última frase.
Este martes, en el Consejo de Seguridad de la ONU se vieron reacciones similares a las del saurio, cuando el representante israelí se refirió a la última masacre de palestinos: «Israel está profundamente entristecido».
Analizar un par de esas reacciones resulta oportuno porque permite ver cómo se mueven los hilos del poder y los posibles cambios o no que tendrán lugar durante los dos últimos años de gobierno de George W. Bush.
«Guajiros», al fin, llegamos más temprano que nadie. Y es que parte de esa ética natural del campesino cubano es la puntualidad. Esta, junto a la palabra dada como garantía de cumplimiento, es característica del hombre y la mujer de campo que, a pesar de la modernidad y su «post», del fogón eléctrico y la Olla Reina, de que su hija ande por África cumpliendo misión como médica, no renuncian al café carretero, al laúd bien «rascado» para animar la controversia, a la frase de «al cantío de un gallo», como expresión acuñada de falseada inmediatez.
Rumsfeld se va y un Bush en remojo lo consuela. Foto:AP
Fueron diez minutos de parada, con licencia de Azorín. Viajaba de Guantánamo a Santiago de Cuba. Al pie de la carretera, campiñas bendecidas por recientes aguaceros y estelas de personas con interrogantes en sus rostros, intentando llegar a sus respectivos destinos.
La sentencia a muerte por ahorcamiento dictada el domingo contra Saddam Hussein por una corte de cinco jueces reunidos en la Zona Verde de Bagdad, no resuelve en absoluto los problemas de los ocupantes estadounidenses; está por ver si ayuda en algo a los republicanos en las elecciones legislativas y para gobernadores de este martes y, por el contrario, parece que ha añadido un poco más de gasolina al infierno que es Iraq.