ESTAR lejos de la raíz hace a las hormigas infelices. Vivir, aunque sea momentáneamente, a millas marinas de la gente que uno quiere siempre destapa el avispero de nostalgias y hace soñar con lo que te falta.
«Te entregamos la Medalla de la Libertad, Paul, pero desaparecer 12 000 millones de dólares no era parte del trabajito en Iraq» (cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia)
En una de estas columnas, no sé cuándo, quise responder la pregunta de por qué el hombre tropezaba dos veces con la misma piedra. Creo haber dicho que tropezaba porque desconocía las lecciones del pasado o porque... quería. Claro, me basaba en esa verdad que circula convertida en una frase latina: Errare humanum est. Es decir, que es propio del ser humano equivocarse, pero equivocarse dos veces en el mismo terreno, en el mismo asunto... Ah, ya eso es algo más que equivocarse.
El paroxismo de la enajenación lingüística bien puede ser este mensaje:
Ya el pasado martes, el primer ministro Tony Blair aseguraba que las siguientes 48 horas serían «decisivas» para la liberación de 15 marinos británicos, capturados por fuerzas navales iraníes el 23 de marzo. Según el país europeo, la fragata que aquellos tripulaban, HMS Cornwall, se hallaba en aguas iraquíes, pero según las evidencias mostradas por Irán, se encontraba hasta medio kilómetro dentro de los límites del país persa.
Hace exactamente un año estuve ahí, con la sensación de que nada había cambiado en tres décadas y que los rastros de sangre seguían frescos sobre el pavimento y se perdían del otro lado de la cortina metálica, en la entrada principal del taller. Un hombre, con cara y maneras de sicario, me impidió pasar a lo que había sido uno de los más famosos centros de la transnacional del crimen que operaron los servicios secretos de las dictaduras del Cono Sur con la complicidad de Estados Unidos.
Monumento en Ushuaia a Las Malvinas.
Si no me cree haga usted mismo la prueba. Pregúntele a cualquier niño qué es un play station y qué es un marañón.
La Justicia es una dama con los ojos vendados y una balanza en el centro del fiel. Tradicionalmente se simboliza así, para expresar la imparcialidad y el equilibrado apego al espíritu de la Ley. Pero algunas incómodas cartas recibidas últimamente pondrían a la recta señora con las manos atadas y al borde del infarto, sintiendo cómo sus veredictos pueden troncharse en el camino de la aplicación.
Contrario a los augurios de las pitonisas y los pitonisos del patio y de Washington es aquí y no en Cuba donde se derrumba el régimen. Aunque en medio del derrumbe la ultra derecha cubanoamericana, sus aliados y clientes políticos en el Congreso se parapetan en trincheras de millones de dólares para defender y mantener la cruel y fallida política de agresión permanente en contra del pueblo cubano, que tan pingües ganancias les ha dado.