Aquel reality show era un circo romano en pleno Siglo XXI. El presentador, un ladino león de impecable traje, trataba de despedazar a preguntas a aquella negra fabelada que, con el rubor propio de una niña madurada a destiempo, se tapaba la boca para sonreír frente a las cámaras.
Es buena hora para hablar de la UE, que ha escogido el lema Together since 1957 (juntos desde 1957) para festejar las cinco décadas de los Tratados de Roma, firmados el 25 de marzo de ese año y considerados como la «partida de nacimiento» del bloque.
De igual modo que en febrero pasado se reclamara un apagón mundial de cinco minutos para llamar la atención sobre el consumo de energía y el medio ambiente, ante la publicación de un informe de la ONU sobre el cambio climático, hoy 24 de marzo se convocó en todo el planeta al Shutdown Day.
Mil modos existen de convivir con los problemas. Uno de ellos, la indiferencia; pasar de largo, como si conmigo no tuviese que ver. Otro, el exceso de sectorialismo, la renuencia a conectarnos con una estrategia común. Este, que a la larga es también una actitud indiferente ante todo aquello que «no me toca», me parece que destaca como el más grave.
Con demostraciones pacíficas, la población apoya a los suplentes. Foto: AP
Fue el 22 de diciembre de 1993 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó que el 22 de marzo de cada año se declarase Día Mundial del Agua. De entonces a la fecha la aldea global tiene muy poco que mostrar y mucho por hacer, para que tan indispensable recurso natural esté al alcance de todos y cada uno de sus habitantes.
Parientes muy cercanos del chantaje que favorece la dependencia, los «condicionamientos» también han sido vehículo para imponer a los necesitados países del Tercer Mundo, los modelos pensados en el Norte.
Una antigua compañera de escuela, raigalmente apegada a los horóscopos, me preguntó acerca de su cientificidad. La respuesta hubiera podido ser un sí o un no, pero esto no es lo que esperaba mi interlocutora, por lo que me atreví a comenzar por el inicio.
Quien dude del carácter enteramente original de los nuevos caminos que transita América Latina, puede mirar, entre otros sitios, a Bolivia, donde la redacción de la nueva Carta Magna ha hecho una suerte de alto para abrir las puertas a la ciudadanía y consultar a la población.
Cuando José Martínez Ruiz —conocido internacionalmente en el mundo intelectual como Azorín—, cumplió 93 años, se le hizo un breve aunque famoso cuestionario de cinco preguntas, al que contestó con 17 palabras.