Confiable es una palabra a tener en cuenta. En ciertos momentos podemos escuchar: «Esa persona no tiene problemas, es totalmente confiable». Y en serio que es para ponerse a meditar. Porque a veces saltan a la vista una serie de raseros para determinar quién es el idóneo, los cuales, en vez de aclarar, lo que provocan es una mayor confusión.
Dibujemos, por un momento, una avalancha de ciclistas surcando las entrañas de una plaza pública.
Cuenta Augusto Monterroso, el afamado escritor «dueño del dinosaurio», la deliciosa fábula de una rana que quería ser auténtica. Para ello, en principio, se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando esa ansiada autenticidad.
La comunidad norteamericana de inteligencia, superpoblada y costosa, anda de capa caída. De nada valen fracasos, críticas congresionales, reestructuraciones y superdirectores. Fueron el conejillo de indias en Iraq para justificar una invasión fallida, no han podido localizar a Bin Laden ni tampoco prevenir el ataque suicida contra la base de Bagram, en Afganistán, donde estaba el vicepresidente Cheney; desandan el mismo camino iraquí en Irán, y han cosechado un cero en sus predicciones sobre Cuba.
Nada puede impedir que la gente piense. Es obvio, pero al comenzar mi columna con una frase aparentemente tan común, estoy insinuando que algunos pueden intentarlo. Sería, por supuesto, como echar el mar en un caracol o dentro de un hueco abierto en la arena. ¿Quién le establece raya o cerca al pensamiento? Existen personas así: solo existe lo que ellos creen que existe. Lo demás es espejismo y, por lo tanto, no lo tienen en cuenta.
Alejandro Dumas, padre, escribió El conde de Montecristo matizado por la historia y la descripción del encontronazo entre la burguesía francesa y los seguidores de Napoleón.
No son buenos los tiempos para el primer ministro israelí Ehud Olmert, ni para su titular de Defensa, Amir Peretz. Ni para la estabilidad política de su país. Ni para los palestinos, que en última instancia, cosechan en su propio patio las veleidades de los gobiernos israelíes...
Tenía un hijo. Y la despojaron del título.
Mi recuerdo tiene más de diez años y en él Gibara no es una ciudad, sino una mujer. Nunca se ha podido comprobar, pero algo cierto debe tener la historia que sitúa a Isadora Duncan bailando desnuda en el antiguo Casino Español de ese pueblo acodado al mar, donde también actuaron Brindis de Salas, Ignacio Cervantes y Bola de Nieve.
La misteriosa muerte de la ex conejita Play Boy Anna Nicole Smith ha despertado tantas suspicacias y análisis psicológicos durante estas últimas semanas, como el mismo cuento de Lewis Carroll en que Alicia se extravía por los laberintos de una alucinante historia acompañada de un sagaz conejo.