«Poderoso caballero, es don dinero». ¡Qué clarividencia mostró en esa frase el poeta español Francisco de Quevedo! Y eso que no pudo apreciar cómo en la actualidad, la mercantilización está corroyendo, como nunca antes, la esfera deportiva. Y el fútbol es su gran vedette.
A pocos días de cumplirse un año del asesinato del líder libio Muammar al-Gaddafi, el diario británico The Mail revela una interesante sospecha que corroboraría una vez más los mezquinos intereses políticos y económicos que motivaron la guerra imperialista contra su nación.
Conocemos el rostro del guerrillero. Hemos admirado al organizador disciplinado, al combatiente austero, solidario siempre con cada uno de los camaradas a su mando, ríspido ante los formalismos y la retórica vacía, maestro de sus compañeros, médico dispuesto a asistir a amigos y adversarios, capaz de expresar ternura contenida ante el cuerpo del caído. No hemos reparado lo suficiente en los desvelos del estudioso y el pensador.
En algún momento nos damos cuenta que el pasado pesa, retiene el ir hacia delante. Y de vez en cuando uno abre escaparates, gavetas, y revisa libreros, sobres, carpetas, y se deshace de lo que ya no sirve para vestir, o para leer, ni para que siga ejerciendo como testimonio palpable de una etapa.
Cuba está ante el desafío de encontrar el justo equilibrio entre las decisiones técnicas y la política, en medio de la actualización en marcha. Recordemos que uno de los causantes de nuestras encrucijadas de hoy fue el hecho de que no pocas veces la política se antepuso a la economía.
Parece que me caen de bruces cuando, una y otra vez, se ensañan felizmente a mi paso calle abajo. Y como el que no quiere las cosas las dejo pasar, las recluyo en mi mente como un incómodo escondrijo de tránsito, como damas solitarias envueltas en ese paradójico acompañamiento de quienes van y vienen, vienen y van, y vuelven.
Hace poco alguien me decía: «¿Por qué te empeñas en librar batallas en las que nada ganas, por qué escudriñas problemas insolubles?».
La intervención militar directa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Siria podría comenzar a través de Turquía. A eso parecen estar empujando las grandes potencias occidentales, sus pajes en la región y los grupos opositores armados, renuentes a una salida política y negociada de la crisis, pero incapaces de derrocar al Gobierno de Bashar al-Assad sin la asistencia de la propia Alianza con una campaña de bombardeos al estilo libio, que hace rato piden.
Una noticia inverosímil apareció el 11 de mayo en la prestigiosa revista British Medical Journal (Revista médica británica): «Algunos hospitales estadounidenses enfrentan escasez de anestésicos claves». ¿Cómo puede suceder algo así en un país tan poderoso?
El hombre —dice un viejo refrán— es el único animal que tropieza dos veces —y más— con la misma piedra, y lo peor del caso es que en muchas ocasiones hasta lo planifica, pues algunos se empecinan en coger por el mismo camino sin mirar otras veredas.