Consultorio de Punta de Maisí Autor: Lorenzo Crespo Silva Publicado: 21/09/2017 | 06:28 pm
PUNTA DE MAISÍ, Maisí, Guantánamo.— No necesitaron mucho tiempo para conocer a fondo cada palmo y las problemáticas de este lugar al final de la Isla. Tanniulis, Yarina y Claudia, las doctoras del consultorio pionero de la atención primaria de salud en Punta de Maisí, llegaron al mundo justo donde el sol nace y da ardientes señales de existencia.
Allí, además, han transcurrido sus vidas hasta hoy. De manera que no tienen ante sí el reto de conocer los hábitos de la población que atienden, sino el desafío de corregir aquello que ellas conocen muy de cerca y saben que hacen del lugar un área de salud vulnerable y socialmente complicada.
Nos reciben a punto del mediodía en su «cuartel general», al que separa del mar una estrecha franja de tierra roja y otra de arena blanca. No hay muchos pacientes esperando para ser atendidos, solo una joven en el sillón de estomatología, un anciano buscando una receta y un hombre que trae a vacunar a su niña.
Sobre las mesas de labor, dos de esas trabajadoras, igual de imprescindibles, organizan un montón de libretas donde está escrito cada pasaje clínico de sus 857 pacientes. Son todas mujeres, enfermeras de profesión, no muy jóvenes, pero igual nacidas y criadas en la Punta.
Como es día de vacunación han venido hasta el consultorio todas las del área de salud para apoyar el trabajo. Al pie de las historias clínicas, un libro que, puede decirse, no está entre los exigidos por el sistema de salud en este tipo de institución, pero es muy importante para el trabajo preventivo.
Se trata de un desglose minucioso, que les permite conocer el terreno que pisan. «Por ejemplo —dice Elizabeth Terrero Uranga, la enfermera titular del dispensario de la Punta—, el trabajo de educación para la salud es más efectivo si uno sabe desde la extensión territorial (87.07 kilómetros cuadrados), la cantidad de habitantes (1 850), a qué se dedica la población económicamente activa (compuesta básicamente por obreros forestales, ganaderos y pescadores), que las familias tienen bajo ingreso y hay un elevado índice de desempleo…»
Elizabeth conoce bien el terreno, no por ser la más «vieja», sino porque es un puntal en esa vertiente del trabajo con su población. «Cuando planificamos charlas y trabajo de orientación a la familia lo concebimos a partir de lo que pueda aportar a un pescador alcanzar profundidades que le afecten su salud, más cuando no usan los medios requeridos».
Agrega que, lamentablemente, «con más frecuencia de lo que uno desea, mueren jóvenes por un efecto que casi en el fondo del mar les hace perder el rumbo. También trabajamos con los que fabrican carbón o hacen otras actividades económicas».
Mientras conversamos ella, de la cabeza a los pies impecablemente ataviada de blanco, organiza sus papeles y coloca a sus espaldas una pequeña mochila color rosa. Es que van todas, enfermera y doctoras, al terreno, pues consultaron en la mañana.
Nos invitan a caminar el área, pero antes nos informan del nacimiento de seis bebés en 2015, que ahora mismo tienen más de una decena de lactantes, varias embarazadas, y que las enfermedades crónicas más frecuentes son el asma, la hipertensión arterial y, en menor medida, la diabetes.
Terreno adentro, en las afueras del comedor comunitario de Punta de Maisí, la imagen de tres hombres y una botella de mano en mano, dibuja una de las problemáticas de salud y sociales de la comarca. Es casi mediodía y beben un líquido transparente, que no es ron puro, sino un invento que se le parece.
Estamos muy concentradas, explica Tanniulis Riestra Matos, de 25 años de edad, y quien transita por el segundo de la residencia en Medicina General Integral, en la coordinación con todos los sectores y la población, para enfrentar problemáticas que, como el alcoholismo, están muy extendidas aquí, y desencadenan flagelos sociales como el desempleo.
Tanniulis Riestra Matos transita por el segundo año de la residencia en Medicina General Integral. Foto: Lorenzo Crespo Silveira
El embarazo en las adolescentes, dice por su parte la jovencita Claudia Alfaro Pelier, recién egresada de la Universidad guantanamera de Ciencias Médicas y muy contenta de su ubicación en Punta de Maisí, también es una prioridad de nuestro quehacer. «Ahora mismo estamos siguiendo un caso de esos muy de cerca. Es una experiencia que nos sirve para la labor de educación sexual y de los riesgos preconcepcionales en nuestro universo de jóvenes. «Desarrollamos charlas y audiencias sobre esos temas y acerca de la importancia de hábitos alimentarios e higiénicos adecuados. En particular el de hervir el agua para beber, porque aquí no siempre se consume agua segura, por la escasez del líquido que padece la población. Se traslada mediante pipas y con tratamiento de cloro, pero debe hervirse. Tenemos, por tanto, que visitar a las 292 familias cuyos habitantes se atienden en este consultorio e influir para que comprendan que se trata de un asunto vital», manifiesta.
Claudia Alfaro Pelier, recién graduada en la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo. Foto: Lorenzo Crespo Silveira
Yarina Figueras Matos, la dentista de la familia, recalca la idea de los hábitos inadecuados de la población, y asegura que en el trabajo de convencimiento a las personas para que cuiden su salud bucal, tiene un apoyo importante en el equipo básico y también en las familias.
Yarina Figueras Matos, la estomatóloga, considera que se ha ganado mucho en la comprensión de que la salud bucal es básica en el bienestar de las personas. Foto: Lorenzo Crespo Silveira
El trabajo en el terreno es fundamental, y ellas lo saben. Por eso no descuidan sus responsabilidades ni se dejan vencer por el cansancio. Gracias a ello mantienen a raya la mortalidad infantil y materna, que hace casi un lustro se mantiene en cero en este agreste paraje. No puede ser de otra manera, porque para estas jóvenes profesionales de la salud, es práctica dar seguimiento a la embarazada, que es fundamental, pero también a todas las mujeres en edad fértil, y prepararlas para una maternidad y alumbramiento felices.
Por eso, no solo la gente que vive allí dice que su consultorio es la puerta de entrada suya, de la familia y de toda la comunidad al sistema de Salud. En la Punta, asegura Yonay Piñerí Reyes, vicedirector de Asistencia Médica en el municipio, lo que hacen en ese sentido es meritorio, e influye mucho en ello la eficacia del grupo básico de trabajo, y en particular el desempeño de las jóvenes doctoras y la enfermera.
«No descuidan ni un segundo a sus pacientes y esa es la causa de la aceptación que tienen entre la población de la Punta. Y un elemento importante para lograr la permanencia en el consultorio y al pie de la gente es que todos los del equipo son de Maisí», reconoce el Vicedirector.
Jóvenes como son, con su arraigo a esta zona árida de extraña belleza natural, las doctoras Tanniulis, Claudia y Yarina, quienes sienten un agradecimiento tremendo por su formación en los principios de la medicina cubana, practican a la inversa el elemental principio de dar y recibir, porque ellas saben, por las historias de muchos de sus propios pacientes, que en la Punta del Caimán (o la cabeza, según se le quiera ver) antes de 1959 se moría de repente y sin poder saber de qué, y venía al mundo por el milagro de una partera.
Y conocen, también, que hoy en todo Maisí están en función de la salud pública un policlínico con salas de ingreso, una clínica estomatológica, dos salas de rehabilitación y 44 consultorios del médico de la familia. Entonces, si tecnológicamente hablando es común escuchar que lo mejor es lo que marca la vanguardia, desde el punto de vista profesional y humano este consultorio, sus doctoras y enfermeras, conforman un equipo de mujeres de Punta.