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La famosa regla de las 8 horas de sueño se basa en cero evidencia científica

Nuestros antepasados no necesitaban tantas horas de sueño ininterrumpido. Tomaban siestas con un promedio de 47,5 minutos, afirma el historiador Roger Ekirch en su libro Segmented Sleep

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Juventud Rebelde

WASHINGTON, abril 12.- Los humanos antiguos dormían en dos fases distintas, no en un solo tramo largo. La regla de las 8 horas surgió durante la Revolución Industrial. En 1817, el fabricante galés Robert Owen acuñó la frase: Ocho horas de trabajo, ocho horas de recreo, ocho horas de descanso.

Tal idea no se basa en la ciencia, sino en una división práctica de las jornadas. Empero durante la mayor parte de la historia humana, las personas dormían en dos fases distintas, un patrón conocido como sueño bifásico.

Según asegura el historiador Roger Ekirch, citado por la revista Harper's Magazine, más de 500 documentos históricos prueban que las personas antes dormían de 3 a 4 horas, despertaban, y durante el período de vigilia entre sueños, estaban sorprendentemente activas para tareas del hogar, visitas a los vecinos, trabajo creativo y hasta para momentos íntimos con sus parejas.

Ese ritmo natural se mantuvo durante miles de años hasta que la Revolución Industrial transformó nuestros patrones naturales de sueño y la iluminación artificial extendió nuestras horas de vigilia. Los horarios de las fábricas hicieron que el sueño bifásico fuera impracticable.

Pero la ciencia moderna revela más. Un estudio pionero sobre los Hadza, cazadores-recolectores de Tanzania, indicó lo siguiente: duermen un promedio de solo 6,25 horas por noche. Su eficiencia del sueño es del 68,9 por ciento y mantienen ritmos circadianos más fuertes que las poblaciones occidentales.

Nuestros antepasados no necesitaban 8 horas de sueño ininterrumpido. Sus patrones de sueño se adaptaban a su entorno. Dormían más cuando las temperaturas eran más cálidas. Tomaban siestas el 54 por ciento de los días, con un promedio de 47,5 minutos, dijo Ekirch en su libro Segmented Sleep.

Estudios recientes muestran que tanto dormir muy poco como dormir demasiado puede ser perjudicial. Dormir más de 9 horas aumenta el riesgo de mortalidad por enfermedades respiratorias en un 35 por ciento.

La duración óptima de sueño es altamente individual y la genética juega un papel clave. La edad afecta las necesidades de sueño. Los niveles de actividad influyen y las condiciones de salud determinan los requerimientos. No existe una regla única para todos, apunta el historiador estadounidense.

No te obligues a dormir 8 horas si funcionas bien con menos. La calidad del sueño es más importante que la cantidad. La obsesión por dormir tus 8 horas puede, de hecho, aumentar la ansiedad por el sueño. Algunas personas son madrugadoras por naturaleza, mientras que otras son noctámbulas.

Roger Ekirch, mientras investigaba la vida nocturna en la Europa y América preindustriales, descubrió las primeras pruebas de que muchos humanos solían dormir en segmentos: un primer sueño y un segundo sueño con una pausa de unas horas en medio. Había un patrón de sueño desconocido para el mundo moderno, dijo Ekirch, profesor distinguido del departamento de historia del Virginia Tech.

El libro de Ekirch, At Day’s Close: Night in Times Past, desenterró más de 500 referencias a lo que desde entonces se denomina sueño bifásico. En la actualidad, Ekirch ha encontrado más de 2000 referencias en una docena de idiomas y remontándose en el tiempo hasta la antigua Grecia.

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