Sentirnos cubanos, el privilegio de vivir en un país donde se valora la dignidad, donde las personas tienen iguales derechos para acceder al trabajo, a la educación, es una fuente de felicidad en Cuba. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:24 pm
Cuenta una ilustre profesora, experta en escrutar diferentes estados del alma, que en sus años de adolescente atesoró en una vieja libreta de apuntes una frase que puede ser para todos brújula de compañía: «La felicidad no es una estación hacia la cual viajamos, sino una forma de viajar».
Y sigue sirviéndose hoy la sabia educadora de aquel arbitraje anónimo, mientras abraza la certeza de que ese andar, aunque sedimentado sobre trazos concretos, se configura especialmente desde lo que orientan los mapas de la buena vibra y los giros que le dé al timón el capitán de su propia travesía.
Aprovechando la intensidad colectiva que se vive ahora, cuando el 2015 nos mostró su última parada, y un nuevo almanaque se nos confirma como el mejor boleto para emprender otra expedición, JR, cual entusiasta farolero que siempre da vía a las buenas ideas, se pregunta y busca respuestas.
¿En qué consiste la felicidad? ¿Qué posee para valerse de tantas personas anhelándola, soñándola o coqueteando con ella? ¿De qué modo se conquista ese estado tan deseado como jíbaro? ¿Qué distingue la marca cubana de la felicidad? ¿Cómo la conciben los nacidos en esta Isla? ¿En qué medida el proyecto de país que construimos favorece o garantiza su búsqueda? ¿Dónde están los anclajes más fecundos y seguros para hacerla realidad en una sociedad como la nuestra?
Por estos días cómplices, cuando abundan los saludos y las congratulaciones, lo mismo entre abrazos y miradas que a través de los escenarios virtuales, el teléfono, los SMS y las llamadas por móviles, valdría interesarse por lo que significa procurarnos, una y otra vez, ¡Felicidades!
«Tiene mucho que ver con viejas tradiciones. De algún modo se emparenta con lo que dice Adalberto Álvarez en su canción de los orishas: “Voy a pedir pa’ ti lo mismo que tú pa’ mí”. Y es que casi siempre lo que deseas con buena fe coincide con lo que resulta significativo para ti a la hora de ser feliz», comparte la Doctora Laura Domínguez García, profesora titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
«El principal deseo en ese voto por la buenaventura del otro es la salud. Sin salud no hay otras aspiraciones, o al menos no pueden desarrollarse como uno quisiera. Hasta en estudios psicológicos recientes con jóvenes, la salud es un elemento recurrente, lo que expresa que no solo interesa a los de más edad. Pero también nos deseamos algo más», reflexiona.
Pequeños momentos
La profesora Domínguez García considera que la felicidad no es un concepto psicológico, más bien responde al sentido común. «Pero visto desde esta perspectiva, podríamos decir que es un estado de bienestar que puede alcanzar el individuo en determinados momentos, combinando el bienestar físico y el emocional.
«En términos absolutos no existe, por lo que solo se pueden tener en la vida pequeños instantes de felicidad. Y esos van a depender de qué necesitamos, qué nos motiva, qué nos interesa, qué realmente llena nuestra alma razonable y nuestro espíritu», expresa.
El cubano busca asideros en su propia naturaleza social. José Lezama Lima bautizó a Cuba como la isla de corcho. Y parece que eso funciona. Se pudiera entender como que, aunque nos pasen huracanes, tormentas y tempestades de todo tipo, este pedazo de tierra no se hunde, mantiene siempre su firmeza, comenta la especialista.
«Nuestra sociedad es muy diversa. La felicidad a nivel social hay que verla en una gama muy variada. Está determinada por la edad. No es lo mismo lo que hace feliz a un adolescente que a un anciano. También media la actividad que realizamos. No es lo mismo ser cooperativista que maestro de una Secundaria Básica o técnico de nivel medio en Economía de un centro o bicitaxista», agrega.
Garantías para una búsqueda
Como mismo se deben reconocer las tensiones económicas que atraviesa el país, en aras de un análisis objetivo, es importante advertir además aquellas fortalezas sobre las que se yerguen caminos anchos.
«Ha de entenderse como una fuente de felicidad, en primer lugar, la posibilidad de sentirnos cubanos, el privilegio de vivir en un país donde se valora la dignidad, donde las personas tienen iguales derechos para acceder al trabajo, a la educación, a un hospital, a una universidad», comenta la profesora Domínguez García.
«En Cuba la gente puede ir por la calle con tranquilidad, con seguridad. Si bien en ocasiones hasta uno es testigo de algunos comportamientos sociales con actitudes violentas, el cubano practica de manera natural la solidaridad. Tú le tocas la puerta a un vecino tuyo para pedir un poquito de azúcar, y si lo tiene, te lo da.
«Esos pequeños detalles contribuyen a la felicidad, aunque esta no solo se compone de lo que te hace bien para con los otros en tus relaciones sociales, sino además de tus aspiraciones como ser humano».
La profesora sostiene que muchas veces entregamos sin enseñar el valor, aunque sea simbólico, de lo conferido. «Por ejemplo, ¿en qué universidad del mundo se le da un libro a cada estudiante de manera gratuita? Y eso aquí algunos lo ven como una obligación.
«Se habla mucho de participación, pero esta tiene que ser responsable, porque no faltan los jóvenes y no tan jóvenes que asumen como un ejercicio permanente la crítica a todo y encuentran insuficiencias en todo. Sin embargo, son incapaces de implicarse en la solución de los problemas. Por ello, debemos ser menos prescriptores. La mejor manera que se tiene de educar a las nuevas generaciones es dejándolos hacer», manifiesta.
Voces que confirman
Para el joven ingeniero artemiseño, Jeacny Reyes Echevarría, graduado de la Universidad de Ciencias Informáticas en 2013, el proyecto revolucionario cubano ha contribuido al estado de bienestar y seguridad personal que experimenta, y a su realización en lo personal y profesional.
Desde su puesto de director de programas del telecentro provincial ArTv, Leslie Liste Reyes ha alcanzado su realización profesional. En tanto madura y se capacita más, mayor es su satisfacción personal y su plenitud como trabajador.
Para Rafael Gámez, joven cuentapropista tunero de apenas 32 años de edad, la felicidad está en relación con lo que uno se proponga en la vida. «Uno debe planificarse metas alcanzables. Entonces, cuando uno las alcanza siente que es verdaderamente feliz.
«Un día supe que no tenía buena cabeza para los estudios, y los abandoné, recuerda. Me puse a trabajar en lo que me gustaba: reparar equipos electrodomésticos. No me he hecho rico, pero soy feliz.
«En Cuba hay muchas maneras de sentirse bien. Yo lo vivo cuando veo que mi trabajo es respetado, cuando veo a mi familia unida y orgullosa de mí, cuando veo crecer a mi niña sin inquietudes», asegura.
Istvan Ojeda es un joven periodista tunero que ya ha libado las mieles del triunfo profesional. Su blog Cuba Izquierda ha ganado más de un lauro en concursos especializados y numerosas réplicas en importantes sitios de Internet. «Y esos son motivos para sentirme feliz», dice.
«Quienes piensan que solo con acumular riquezas materiales pueden alcanzar la felicidad, se equivocan, agrega. Incluso, algunos lo consiguen y no son felices.
«Hay una canción del grupo Calle 13 que me encanta, porque se relaciona con este tema. Se llama Los Idiotas y textualmente dice: “El trabajo más idiota es el que no se disfruta”. Yo pienso que, para ser feliz, es necesario disfrutar cada minuto de vida».
Con apenas 19 años, a solo unos meses de graduada como maestra de la Enseñanza Especial, Aimeé Espinosa Rivero imparte clases a tres alumnos con retraso mental leve en un aula de tercer grado. Ella manifiesta estar en posesión de la felicidad, «porque veo cumplidas varias de mis aspiraciones.
«Cada vez que aprecio progresos en el aprendizaje de mis alumnos, me siento extremadamente bien. Es una sensación que ninguna riqueza material me puede dar», confiesa.
Con un poco de amor sobrevivo
Claudia Pérez aún recuerda con tristeza el día en que sintió un abultamiento en su cuello y todo lo que sucedió después. Tras el reconocimiento y algunas pruebas que confirmaron las sospechas, llegó la noticia que tanto temía: un linfoma de Hodgkin. Comenzó todo un vía crucis: ingresos, operación, sueros citostáticos, quimioterapia...
Al decaimiento, la caída del cabello, los vómitos y la inapetencia, se unió otro mal que agudizó la falta de autoestima y la tristeza. Debió abandonar el Pre y, con ello, se fueron a bolina sus sueños de cursar estudios universitarios.
Sin embargo, pasado un año del vendaval de infortunios, un día llegó a su vivienda la trabajadora social de su zona y le explicó que podía ingresar a la sede municipal de la Universidad en Sancti Spíritus, luego de que cursara el último semestre de grado 12 en la Facultad Obrero-Campesina, e incorporarse a trabajar.
La joven yayabera pudo materializar uno de los anhelos que le permiten hoy ser una mujer feliz. «Me gradué de Estudios Socioculturales. Quizá en otro sistema no estuviera contándote mi historia, porque no hubiese tenido dinero para pagar el costo del tratamiento y mucho menos llegar a ser licenciada», refiere.
Diariamente asiste Tatiana González con su único hijo, Astro, que padece de una parálisis cerebral infantil detectada a los cuatro meses de vida, a la sala de rehabilitación. Durante largo tiempo han estado rodeados por médicos, psicólogos y especialistas en Logopedia, Defectología, Fisiatría, quienes han hecho posible que hoy el pequeño ya se siente solo e intente dar sus primeros pasos. «Cada vez que veo un mínimo movimiento me estremezco de alegría. Aunque no recupere sus facultades motoras totalmente, me reconforta saber que mi hijo no estará postrado en una cama», expone.
Pero Tatiana no solo les agradece el progreso de su hijo a los galenos y especialistas espirituanos, sino a otros tantos que lo han atendido de manera solidaria a cambio de nada.
Y aún sigues dándole a la vida sueños
En la medida en que una personalidad es más madura, tendrá más claridad de sus motivaciones, sabrá cómo llevar a vías de hecho lo que persigue, pondrá entonces su intelecto en incrementar el potencial de su motivación, y, en aras de ella, será capaz de establecer una estrategia para alcanzar lo que quiere, prever el tiempo en que lo logrará y pronosticar los obstáculos que se le pueden interponer, explica la Doctora Laura Domínguez García.
«Una de las cuestiones que mayor infelicidad puede causar es el hecho de que tú no estés de acuerdo con la persona que eres, o sea, que te sientas incómodo con tu imagen o te consideres inferior a los demás. Quien tiene recursos internos para guiar su vida, está mucho más cerca de tener esos momentos de felicidad que quien se mueve por un determinismo externo», agrega.
La especialista sustenta que, si bien el temperamento tiene que ver con la felicidad, hay otras formaciones más complejas que influyen mucho más en esta, como la motivación, la capacidad y el carácter. Hay personas optimistas y pesimistas, hay gente con mente positiva que, aun cuando la vida «le haya dado tantos palos», siguen dándole a la vida sueños, como en el poema de Fayad Jamís.
«Tanto el optimismo como el pesimismo no siempre son directamente proporcionales a la vida que uno ha llevado. No porque la vida te haya jugado una mala pasada, uno está impedido de seguir luchando y de aproximarse a los instantes de felicidad.
«Hay una raíz del optimismo que radica en que se te aliente a aquello que tú puedes lograr. Por el contrario, las causas del pesimismo pueden situarse en subvaloraciones sostenidas que han rodeado al individuo en su medio familiar o en la escuela, principalmente».
Un indicador importante de salud mental es que las personas tengan proyectos, comenta la especialista.
«En investigaciones de jóvenes cubanos hemos encontrado que los proyectos están muy acordes con su edad, vinculados en su mayoría con acabar los estudios, trabajar en un lugar que les satisfaga profesionalmente y les permita cubrir ciertas demandas materiales. Pero el gran problema está en que no tienen una estrategia consciente, correctamente estructurada, para materializar lo deseado. No hay correspondencia entre el proyecto y la manera de alcanzarlo».
Cada uno de estos debe tener una temporalidad en función de su propio contenido, delimita Domínguez García. «Es interesante reconocer cómo en las últimas investigaciones sobresale como regularidad el no prever el tiempo. Respecto a los obstáculos, hay una tendencia a situarlos todos en campos externos al sujeto, lo que expresa, en no pocos casos, inmadurez en el desarrollo personológico.
«Aquellos jóvenes que tienen un mayor nivel de estructuración de sus proyectos, que han trazado estrategias en pos de sus necesidades, pueden llegar más fácil a la felicidad, porque saben lo que quieren», comparte.
Roberto Rojas Valdés es un buen ejemplo de quien está claro de lo que busca y le gusta. Este joven espirituano, graduado del Instituto Superior de Diseño (ISDI) en la especialidad de Comunicación Visual, ha accedido a una de las nuevas formas de gestión no estatal como arrendador de un espacio donde ejerce lo que estudió: Fotografía y Diseño. «Me levanto todos los días contento y motivado para ir a trabajar», dice entusiasmado.
Como él, varios son los jóvenes espirituanos que han apostado por satisfacer sus intereses y motivaciones profesionales a partir de las opciones del trabajo por cuenta propia.
«Tenemos mucho que trabajar para seguir creciendo y demostrarle al resto de la sociedad todo lo que podemos hacer. Hasta ahora, el negocio es sustentable y nos mantiene concentrados en lo que realmente nos gusta», concluye.
Potenciar nuestro propio modelo
El primer desafío que irrumpe de esta diversidad creciente de la Cuba de hoy, ante la emergencia de nuevos actores económicos y de transformaciones que dinamizan la vida del país en todos los órdenes, es ponernos de acuerdo con el ser humano que proyectamos como paradigma para la sociedad cubana. Y el otro reto es cómo se relacionan las instituciones con el micromundo del individuo, plantea Domínguez García.
«Se ha globalizado el neoliberalismo, y este trae aparejada una filosofía que se ha dado en llamar posmoderna, con la que se niega la memoria histórica, el marxismo desaparece, y se convoca entonces a las personas a no ser autodeterminadas, a vivir en el aquí y en el ahora. Se trata de una filosofía que está negando esa proyección futura que da al hombre una condición más elevada y lo separa del mundo animal.
«Todo ello tiene mucho que ver con la felicidad. Hay personas que llegan a ese estado dependiendo solo de lo que tienen. Otros valoran mucho más el ser dignos, el ser solidarios. La gran lucha de hoy debe centrarse en buscar las mejores fórmulas para hacer entender que es más importante el ser que el tener».
A potenciar el bienestar desde las influencias institucionalizadas, entiéndase como tal el trabajo, la escuela, los medios, de conjunto con la familia, los amigos y los grupos sociales, exhorta la profesora Domínguez García.
«En muchas ocasiones los modelos que se proponen no se corresponden con el bienestar que puede encontrarse en nuestra sociedad, de acuerdo con su sistema de valores. Debe existir entonces una coherencia en el país que ayude a contribuir a ese modelo de bienestar del que hemos hablado, sustentado en un proyecto emancipador que ubica al hombre como centro, aunque lo más complicado sigue siendo cómo llevarlo a la práctica».
Que esté siempre presente que es más importante el ser que el tener. Foto: Rolando Padilla Hernández
No es feliz el que no cree serlo. Lucio Anneo Séneca (filósofo, político, orador y escritor romano)
Una mesa, una silla, un plato de fruta y un violín, ¿qué más necesita un hombre para ser feliz? Albert Einstein (físico alemán)
Soy feliz en mis amigos. William Shakespeare (dramaturgo, poeta y actor inglés)
«La felicidad existe sobre la Tierra; y se la conquista con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo, y la práctica de la generosidad. José Martí (Héroe Nacional)
La primera obligación del hombre es ser feliz, y la segunda, hacer feliz a los demás. Mario Moreno, Cantinflas (actor y comediante mexicano)
Con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería perfectamente feliz? Oscar Wilde (escritor irlandés)
La felicidad está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no la victoria misma. Mahatma Gandhi (pensador y político hinduista)