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ESTE lunes, en Phoenix, estado de Arizona, hubo apagón en buena parte de la ciudad y todavía se desconocen las causas, y además contó con la presencia de Barack Obama, quien habló en un centro de convenciones de esa ciudad a los veteranos de las guerras estadounidenses. Frente al lugar se congregó una multitud, o mejor dicho, dos.
Una, con carteles y consignas apoyando la reforma del sistema de salud, de manera que llegue a todos; la otra, exactamente en el polo opuesto, enarbolando su «derecho a escoger», privilegio que deja fuera a unos 50 millones de estadounidenses sin seguro médico para satisfacer esa necesidad perentoria.
El tema caldea más las calles norteamericanas en este verano de por sí caluroso, mientras el Congreso está en receso vacacional y ha dejado la papa caliente en «reposo» hasta septiembre. La pausa está siendo aprovechada muy bien por los poderosos grupos de la industria y los negocios médicos —incluidas las farmaceúticas— opuestos a la «socialización» de los servicios que le restarían dineros en sus rebozadas cajas fuertes, y por los grupos de la más extrema derecha que lo consideran un «asalto a su libertad».
Y no es cosa de republicanos contra demócratas, el asunto se dirime entre quienes defienden una promesa de justicia hecha por el mandatario en su campaña electoral y los que están abiertamente en contra, porque defienden otros intereses. La bronca tiene ya semanas y semanas y semanas…
Y el caso es que en Phoenix, la más importante ciudad de uno de esos estados vaqueros y limítrofes con este sur latinoamericano, las armas son de uso común y corriente; por supuesto, al amparo de la Segunda Enmienda de la Constitución de EE.UU. En consecuencia, entre la muchedumbre manifestante había también una docena o más de individuos pistola al cinto e incluso rifles de asalto al hombro.
No necesitaban permiso para esa forma de protesta, pues las armas eran bien visibles, así que no cometieron delito y en consecuencia nadie fue detenido. ¿Que era un acto inamistoso, belicoso e intimidatorio? Sin duda alguna, pero no fue el criterio de las autoridades policiacas que vieron todo bien normal… ¡Loca, peligrosa y terrífica actuación de manifestantes y agentes del orden! Un llamado implícito a la tragedia durante un acto de descontento, en un país que tiene a la violencia en sus raíces fundacionales.
El que portaba el rifle AR-15 semiautomático, con displicencia, justificó así su actuación ante el reportero del diario local, The Arizona Republic (traducción literal: La República de Arizona): «En Arizona, yo todavía tengo algunas libertades».
Tampoco es esta expresión única de fuerza contra el presidente Obama. La semana pasada, en Portsmouth, New Hampshire, un hombre llevaba una pistolera cargada, atada a su pierna y este cartel: «Es hora de regar con agua el árbol de la libertad» ¿Acaso un eufemismo por «sangre», y un llamado al disturbio? Toca a los estadounidenses pensar en el asunto… pero los comentarios sobre la información que se leían en el sitio digital del periódico, apoyaban totalmente a los armados…