Acuse de recibo
La inquietud de que el célebre Teatro Martí, de la capital, termine como pieza de museo, subutilizado y con esporádicas funciones después de una costosa reparación capital, la expresó el pasado 3 de mayo Miguel Bu Rentería.
Miguel, un fervoroso de los espectáculos culturales, consideraba que es bastante irregular y ocasional la actividad de ese prestigioso coliseo, en una ciudad donde hay tanto potencial para las artes escénicas, al punto de que se desbordan las instalaciones para ello.
Expresaba que con tantas manifestaciones del arte lírico y con tantos exponentes virtuosos del bel canto, la pianística, la música sinfónica y de cámara, era para que el Teatro Martí tuviera una programación sistemática.
La muestra, según Miguel, es que no se hace sentir el Teatro Martí. «De sus taquillas han retirado las informaciones, como precios de los asientos, horas de venta de entradas, informaciones sobre espectáculos», concluía.
Al respecto, responde Lesbia Méndez Vargas, directora de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador de La Habana, que el 24 de febrero de 2014, luego de un complejo proceso de restauración por la Oficina del Historiador, el Teatro Martí reabrió sus puertas como «un tributo pequeño y modesto a la obra de la nación cubana», tal como lo expresara Eusebio Leal en el acto de reapertura.
Desde ese instante, subraya, la propia Oficina del Historiador, en especial su Dirección de Patrimonio Cultural, distinguió el valor simbólico y paradigmático de ese escenario, al tiempo que lo integró a la gestión sociocultural que desarrolla la amplia red de museos y centros culturales de la institución.
«De esta forma, el Teatro Martí ha sido sede principal de importantes eventos, auspiciados no solo por la Oficina del Historiador, sino también por instituciones del Ministerio de Cultura, como el Instituto Cubano de la Música, el Centro Nacional de Música de Concierto, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y la prestigiosa Oficina Leo Brouwer».
Varios de esos eventos, refiere, como el de Jóvenes Pianistas, el Festival Mozart Habana y el Festival Les Voix Humaines, han traído programaciones intensas de una gran participación de público. Temporadas completas del Ballet Lizt Alfonso y el propio Ballet Nacional de Cuba con sus talleres coreográficos, repetidas presentaciones de la compañía Irene Rodríguez, la flamenca Ecos y el Ballet Español de Cuba, así como la irrupción de la danza contemporánea con las compañías Malpaso, Danza-Teatro Retazos, Los Hijos del Director, Ballet Contemporáneo Endedans, de Camagüey, y Zenon Dance, entre otras, han ofrecido un panorama amplio y diverso de la danza.
Precisa que otras funciones han destacado las producciones del Teatro Lírico Nacional con Cecilia Valdés y la ópera Alcina, además de ediciones conmemorativas dedicadas a Ernesto Lecuona, a la independencia de la República Dominicana y a los 30 años del programa De la gran escena.
Ello, añade, por solo mencionar algunos momentos relevantes, sin destacar el paso de distinguidas voces y concertistas nacionales e internacionales que, en su conjunto, han conformado la programación, nada esporádica, del Teatro Martí.
Enfatiza que «quizá varias circunstancias conspiraron para que el lector y respetado asistente de nuestras funciones pudiera percibir una inestabilidad en la programación, entre ellas la reparación de las taquillas para la venta de entradas, lo que trajo consigo que la promoción de los horarios, funciones y los precios de los asientos solo aparecieran en el quiosco aledaño de la esquina de Zanja y Dragones».
A eso se adicionan interrupciones por el montaje, por partes, del telón de presentación, pintado a mano, obra de exquisita factura que pronto podrá ser apreciada por el público.
El cine cubano, agrega, ha reclamado también la belleza y simbolismo de este escenario, que se ha utilizado en las filmaciones de películas como Bailando con Margot, de Arturo Santana, y Club de Jazz, de Esteban Insausti. Otros compromisos institucionales y gubernamentales han limitado al teatro de realizar una función abierta. Sin embargo, el equipo de trabajo no ha cesado ni un minuto su labor y ha ofrecido una imagen digna a los diversos públicos.
«Mucho queda por andar, proclama. Y ya andamos, en la programación de otros géneros y manifestaciones, en especial del teatro cubano. Mucho también necesitamos del apoyo de nuestros medios en la promoción de las funciones. El Teatro Martí mantendrá la calidad de sus propuestas artísticas, lo que para nada está reñido con su condición de edificio patrimonial y emblemático de nuestra ciudad».