La foto emblemática de la Revolución la tomó Luis Korda. «Su foto más famosa, la de Fidel con Camilo, la tomó, según me contaba, cuando la Caravana de la Libertad entró a La Habana, el día 8 de enero».
Margarita Sánchez Treto lleva consigo también la tristeza de su esposo, la cual nos desgrana ahora, en las cercanías del aniversario 48 de la entrada triunfante de la Caravana de la Libertad a La Habana.
Ella compartió su vida con el otro Korda de Cuba, ese,cuyas fotos algunos confunden con las del que tomara la del Che convertida en ícono del mundo.
«Él me lo decía, y cada vez que veo esa pifia o desconocimiento, trato enseguida de comunicarme con los que la suscriben, porque como el Che dijera en una carta “hay que ceñirse a la verdad como los dedos de la mano a un guante”. Y yo respeto mucho al Che y a la verdad».
Luis Peirce Byers fue el cazador real de la foto emblema de la Revolución Cubana, y se llevó a la tumba el dolor por la confusión extendida sobre la autoría de esa imagen.
«Muchos han creído que fue Alberto el que tiró esa foto del Comandante en Jefe con su fusil de mira telescópica en el hombro y Camilo con su ametralladora de mano Thompson, calibre 45. Pero en verdad la captó Luis.
«Afortunadamente, en el libro Cien imágenes de la Revolución Cubana (1953-1996), editado por la Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado y el Instituto Cubano del Libro, en La Habana, en 1996, se confirma que esa imagen emblemática del triunfo es obra de Luis».
El libro incluye un ensayo introductorio escrito por Abel Prieto, ministro de Cultura, y una selección fotográfica realizada por Pedro Álvarez Tabío.
En su página 39, donde se ve muy nítida y grande la foto de Fidel con Camilo, se dice: «Otra de las imágenes emblemáticas de la Revolución Cubana: Fidel y Camilo Cienfuegos sobre el vehículo en el que entran triunfalmente a la ciudad de La Habana, al frente de las fuerzas del Ejército Rebelde, el 8 de enero de 1959».
«Él murió el 10 de diciembre de 1985, al mediodía, muy enfermo, de un paro cardiorrespiratorio. Muy pocos se enteraron y fue un grupo reducido de amigos a su entierro, casi nadie. Pero me tranquiliza saber y decir que él fue un fotógrafo enamorado de su trabajo, de sus fotos, de la obra de Fidel y de la Revolución», confiesa Margarita.
DOS AMIGOS EN EL LENTEEl fotógrafo fotografiado. Muchos no conocen que los dos fotógrafos supuestamente apellidados Korda —Alberto y Luis— no fueron ni siquiera parientes.
Todo comenzó cuando un día Luis y Alberto decidieron unirse en un negocio fotográfico en la Lonja del Comercio. Ese fue su primer sitio de trabajo conjunto. Todavía Margarita no lo conocía. Ahí fueron sus primeros pasos de intercambio mutuo, unidos con la cámara al hombro, como cazadores de bellezas y sucesos.
«Allí empezaron a buscar un lugar donde crecer un poco más en clientela e hicieron su nuevo estudio en calle 21 número 15, entre N y O, frente al hotel Capri. Enseguida pensaron cómo iban a nombrar a la pequeña empresa común recién emprendida», cuenta la también revolucionaria clandestina.
Los dos artistas del lente manejaron muchos nombres, pero acordaron ponerle Korda al final por varias razones: era un término corto, sonoro, rotundo, carismático, fácilmente pronunciable y recordable; aprovechar el parecido con la marca fotográfica Kodak, y sobre todo en homenaje al famoso director y productor del cine británico —de origen austro-húngaro— Alexander Korda, quien nació en 1893 y que había fallecido el 23 de enero de 1956, en esos días del inicio del nuevo estudio común.
Con ese nombre de Korda convertido en apellido postizo, los dos fotógrafos empezaron a ser más conocidos y populares. Pronto se iniciaron en el mundo de la publicidad, con Crusellas, por ejemplo, y en la farándula, con artistas de la televisión.
«En 1968, exactamente el 14 de marzo, su negocio fue intervenido, y Luis fue ubicado en el periódico Revolución y Alberto pasó a la revista Mar y Pesca. Luis luego estuvo como colaborador de la revista Cuba, Bohemia, Palante, Radio Rebelde y en el diario Granma.
LA PRIMERA FOTO DEL SEGUNDO KORDAEvoca Margarita las circunstancias en que los sorprendió el triunfo del 1ro. de Enero de 1959. «A nosotros nos cogió la victoria esperando el año en Brisas del Mar. Al enterarnos de la fuga de Batista, aquello fue muy grande. Recuerdo que la primera instantánea que captó Luis del triunfo fue en la calle, en una esquina de la localidad de Guanabo, a las siete de la mañana, frente al Bar Belix, lugar que aún existe».
Esa primera gráfica de la alegría popular de la victoria rebelde, aparece en un libro hecho por el periodista alemán Willi Huismann, titulado Cuba ein politisches Reisebuch, editado por VSA, Verlag, Hamburg, 1985. Concretamente en la página 63, con un pie en alemán que dice textualmente: «Am Morgen nach Batistas Flucht» (La mañana después de la huída de Batista), donde se pone su nombre comercial o publicitario entre paréntesis: (Luis Korda).
«Luis hizo amistad con el periodista alemán porque sus fotos irían para ese libro suyo acerca de la Revolución Cubana, confeccionado a cuatro manos en unión de su colega Hans Jürgen Kröger, quien firmaba con las letras Hrsg».
El libro en cuestión tiene 319 páginas y el espacio de texto dedicado a la obra fotográfica de Luis Korda es el de las páginas 11 y 12. En esta última se aprecia un autorretrato de Luis.
La gráfica más famosa de Peirce Byers se puede apreciar, con su rúbrica, en ese libro, en la página 15.
NACE UN AMORSe casaron en una notaría que había en el edificio Someillán. «Tuvimos dos hijos : Yamilé y José Luis. De mi hija tengo dos nietos», contó Margarita. Foto: Angel González Baldrich Cuenta Margarita que Luis nació el 17 de enero de 1912, en Manzanillo, y que sus padres eran Virginia Byers, una mulata jamaicana que vivía en esa ciudad oriental —hoy de la provincia de Granma— y de Edward Peirce, estadounidense, quienes se casaron en Cuba.
«Edward se dedicaba a la minería y llegó a tener acciones en una mina por las montañas de Oriente, en un sitio llamado El Infierno».
Margarita conoció a Luis Peirce a fines de 1957, en el apartamento del Vedado donde los dos Korda pusieron su popular y concurrido estudio fotográfico.
«Nos casamos a finales de 1958. Yo había nacido en Placetas, provincia de Las Villas, y vine para la capital a vivir a la casa de una hermana mía, en La Habana Vieja. Él vino para La Habana en 1954. Yo estaba con unos jóvenes clandestinos del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Mi tarea era como una especie de enlace, de mensajera, y también consistía en velar porque ellos se guarecieran sin peligro allí».
Un día Margarita y Luis se encontraron en el elevador del edificio, se saludaron por elemental cortesía y después fueron haciendo amistad, hasta que Luis le pidió tomarle en su estudio «unas fotos de recuerdo». Ninguno de los dos sabía de las actividades clandestinas del otro. Así comenzó aquel amor.
«Recuerdo que él, aunque era aficionado a la fotografía casi desde su niñez, trabajó primero en una tintorería en San Miguel 105. Tenía una cámara de cajón y allí montó un cuarto oscuro arrendado y hacía fotos de niños, por la calle, y también “tiraba” cumpleaños y fiestas de 15, todo por cuenta propia».
ALEXANDER KORDA
El célebre cineasta cuyo apellido honraron los Korda cubanos, fue autor de los filmes El ladrón de Bagdad (1940), Lady Hamilton (1941), El libro de la selva (1942), Los cuentos de Hoffman (1951), El déspota (1954), Tempestad sobre el Nilo (1955) y Ricardo III (1956).
La industria cinematográfica inglesa se rendía a su poder, y los grandes estudios de Hollywood se ponían a sus pies. Alexander Korda nació en una ciudad desconocida y se convirtió en un cineasta legendario, primero con su película La vida privada de Enrique IV, en 1933, al punto de que Winston Churchill en 1942 lo nombró «Sir», honor que por primera vez recaía en un cineasta.