D.B.: Soy madre de una niña. Me preocupa que desde pequeña parece jugar con sus genitales y disfrutarlo. Es tan sensible que le cuesta dejarme asearla. Para ella es como una cosquilla. Yo le he dicho que no debe jugar así y ahora se esconde para hacerlo. No sé cómo comportarme bien.
Los niños disfrutan jugando con sus genitales, como pueden hacerlo chupándose el dedo o acariciando su oreja. Experimentan un placer que repiten y luego abandonan o regulan en su vida. No se les debe asustar ni ofender por estas conductas. No suelen dañarle y terminan por dejar de practicarlas luego, hasta el despertar de la adolescencia. Sin embargo, es correcto mostrarle que ese tipo de juegos no se tienen en público, pues son esencialmente privados.
Es valiosos proporcionarles otras actividades que disfruten en su vida cotidiana. Jugar a solas o con sus amigos, algún aprendizaje artístico, deportivo, etcétera. Así se desplaza su energía pueril y se adquieren otros disfrutes significativos, más allá de sus límites corporales.
Debe acudir a consulta especializada si en el futuro su niña aumenta este comportamiento, lo hace compulsivamente, si daña su piel, se exhibe en público y deja otras actividades solo por esta. De no ser así, podrá encontrar la manera de regular o postergar estas cosquillas. Cada padre tiene su estilo y gesta su modo de tratar este tipo de prácticas propias de la infancia.