Estupefacto y boquiabierto, pero pletórico de alegría. Así quedé mientras veía un partido de preparación entre los equipos Cuba Rojo y Azul, en el estadio Latinoamericano, y el mismísimo Yulieski Gourriel, tercer bate de la selección nacional, tocó la pelota.
Tengo un amigo que ha tenido que arreglar tres veces su techo de tejas. Resulta que el vecino más cercano posee dos enormes perros que corren sobre la placa de su casa y, como mismo sus dueños no tienen sentido del límite, se lanzan contra el tejado ajeno dejando siempre, en la carrera, una lluvia de goteras. Cuando le ha llamado la atención, el otro, entre molesto y compasivo, ha dicho que no se desespere, que anda buscando vender o una permuta, y el afectado me cuenta que siempre le responde resignado y con afecto: «¡Ay, chico, no hagas eso!».
No siempre todos hemos entendido, comprendido y aquilatado la inmensa herramienta de poder que la Revolución ha puesto en manos del pueblo, consagrada en el artículo tercero de la Constitución nacional.
Travesías y casualidades me llevaron hasta los ojos de Pilar María Carmona, cubana nacida en 1920, en Remedios, Villa Clara. Su mirada brillante y la claridad con que ha definido qué cosa es existir me han limpiado el alma de sombras y temores que pesaban, y que sobraban.
Es casi imposible determinar cuál de las discriminaciones de humanos contra humanos es la peor. El ser humano discrimina, más por naturaleza que por raciocinio, lo que le resulta diferente, no le huele bien y por lo tanto, discrimina, de hecho o de pensamiento, en cierto grado. Creo que todos nacemos con ese despreciable instinto muy dentro de nosotros mismos. Algunos lo desarrollan en mayor o menor proporción. Muchos, a través del tiempo, logran eliminarlo o disminuirlo considerablemente. Otros mueren con el veneno de la discriminación en sus venas.
Todavía recuerdo las discusiones eternas de mi grupo en el preuniversitario. Alquizareños y artemiseños vivían en constante «litigio». Unos alegaban que su municipio era mejor que el otro, sin reparar en que los hermanaba un gentilicio y menos aún, sin imaginar que un día, no lejano, otro nuevo nos identificaría a todos.
Lo llaman el escritor cubano más eminente del siglo XIX y uno de los más célebres de todos los tiempos. Cecilia Valdés, considerada su obra cumbre, tiene homónimas propuestas cinematográficas, óperas y representaciones teatrales. El 28 de octubre se cumplió el bicentenario de su onomástico. Pero ¿quién se acuerda de Cirilo Villaverde (Pinar del Río 1812-Nueva York 1894?
El adecuado ejercicio de la crítica requiere una aguda capacidad de observación y reflexión acerca de todo lo que acontece y es objeto de ella, tanto cuando intentamos valorar a los demás, como cuando tratamos de valorarnos nosotros mismos, practicando con modestia la llamada autocrítica.
Cuentan que cierta noche llegó a una casa en los llanos del Cauto y al tocar la puerta gritó en tono jodedor: «¡Vamos, levántese, llegaron los comevacas!».
¿Se acabarán los «goles fantasmas», o se extenderán más los partidos de fútbol? Esta es la pregunta que me formulo tras conocer que la FIFA autorizó a la empresa británica Hawk-Eye (Ojo de halcón, traducido al español) y a la germano-danesa GoalRef, a instalar en todo el mundo sus sistemas de tecnología en la línea de gol.