Patria es humanidad: es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer.
José Martí
El 28 de noviembre de 2008 anunciábamos en el portal Cubarte el nacimiento de un libro que aportaba nuevas luces en el quehacer de la historiografía martiana. El texto La presencia de Martí en La Palma, del escritor e historiador palmero Armando Abreu Morales, contribuía al conocimiento de la labor conspirativa del Apóstol durante su breve estancia en Cuba entre 1878 y 1879.
De aquel libro agradecíamos, además de la nueva información, la manera en que se salvaba de los dos extremos que pueden disminuir cualquier empeño historiográfico: la amplitud excesiva que impide encontrar precisiones necesarias, o la estrechez de un análisis tan apegado a lo estrictamente local, que lastra de igual modo su utilidad. Ese equilibrio caracterizó toda la obra, tanto literaria como historiográfica, de Armando Abreu, a quien el pueblo agradecido de La Palma dio, el pasado 30 de noviembre, honrosa sepultura.
La muerte a destiempo de Abreu, con solo 49 años, priva a la historiografía cubana de un investigador acucioso y apasionado que venía desentrañando nuevos rumbos para el estudio de la rebeldía esclava en Vueltabajo; y a la literatura, de una pluma de trazos peculiarísimos que refrescaba tanto en lo formal como en lo estético, nuestras letras. Sin embargo, será la juventud palmera quien sienta de manera más directa esta pérdida, pues Mandy, como era conocido por todos, no fue solo escritor e investigador; fue esencialmente un maestro al que acudían constantemente estudiantes, profesores y funcionarios, cuando de esclarecer o conocer determinados aspectos de la historia local se trataba.
Autor de la historia colonial de La Palma, Mandy contribuyó con sus investigaciones y análisis al establecimiento de elementos fundamentales de la historia de esta localidad: desde el ámbito aborigen, pasando por sus primeros renglones económicos, hasta sus indios y esclavos apalencados en la Sierra de los Órganos, y la participación en las luchas independentistas, de manera especial el asalto al pueblo llevado a cabo por las tropas del Lugarteniente General Antonio Maceo, el 29 de marzo de 1896, con sus causas y consecuencias.
Preocupado por la manera en que el conocimiento de la historia local puede contribuir de forma decisiva al buen desarrollo de cualquier territorio, Mandy fue un constante promotor de cursos, seminarios, conferencias, conversatorios y tertulias en todas las esferas del ámbito municipal. Las peculiaridades socioculturales de la economía de un determinado asentamiento poblacional debían, a su criterio, ser tenidas en cuenta a la hora de promover planes de producción, de siembra o de cualquier otra índole. Esos mismos aspectos habrían de conocerlos los promotores culturales, las organizaciones de masas, las fuerzas del orden público, los cuadros… pues ello contribuiría a aplicar en los consejos populares de un municipio la política correspondiente, en lugar de establecer homogeneizaciones que casi nunca consiguen buenos resultados.
Por otra parte, defendía que conocer los factores que dieron origen y contribuyeron luego al desarrollo de un pueblo en un espacio geográfico determinado, es aspecto importantísimo para la vida de cualquier territorio. Tener conciencia del papel que ha desempeñado o desempeña una casa, un edificio, un árbol, un parque, una calle o un monumento, viene a construir los lazos espirituales de un pueblo con sus habitantes. Y esa verdad elemental puede traducirse entonces en un mayor respeto y protección por el patrimonio local, una preocupación sincera por los espacios públicos que constituyen referencias identitarias colectivas, y también en la conservación de tradiciones que singularizan a un conjunto social determinado.
En un análisis elemental sobre la historia, nos damos cuenta de que un acontecimiento, un paisaje, una personalidad, un lugar, por importante que sea, no importa que pueda ser símbolo de una provincia, un país o un continente, nunca estará ubicado ni en toda la provincia, ni en todo el país, ni en todo el continente. Siempre estará en el territorio de algún municipio o su equivalente. Por lo tanto, la historia universal se compone de todas las historias de estos pequeños lugares, cuyos habitantes deberán siempre conservarlas y protegerlas, lo cual dependerá en gran medida del grado de conocimiento que exista al respecto.
Refiriéndose a esto, el Generalísimo Máximo Gómez destacaba la importancia que tenía que se escribiera sobre cada acontecimiento importante, pues «todo lo borra el tiempo», y sabía que un pueblo sin historia es sinónimo de hombres sin memoria, a merced de la casualidad. Al recordar uno de los combates más cruentos de las guerras de independencia, escribía: «¡Cuántos viajeros pasan por allí ignorantes del recuerdo cruento y honroso a la vez, que el país cubano guarda en las solitarias llanuras de Palo Seco!».
Varias obras lega Armando Abreu a los habitantes de La Palma, además de sus escritos. La organización de las filiales de la Sociedad Cultural José Martí y la Unión de Historiadores de Cuba, enriqueció con las excursiones del grupo arqueológico que dirigía las colecciones de historia precolombina y colonial del Museo Municipal, un movimiento narrativo de gran reconocimiento y respeto, un Coloquio Científico sobre la Rebeldía Esclava en Vueltabajo y, sobre todo, el ejemplo de que no amará a la patria grande quien no es capaz de amar a la patria chica porque, como martiano que fue, sabía que el Apóstol tenía razón cuando dijo que «esa es la raíz y esa es la sal de la libertad: el municipio».