Las marchas continuaron pese al toque de queda. Autor: AP Publicado: 21/09/2017 | 04:51 pm
TEGUCIGALPA, septiembre 23.— Una nueva jornada de violencia vivió Honduras este miércoles cuando fuerzas de seguridad disolvieron una multitudinaria marcha que se dirigía a la embajada de Brasil, que continúa sitiada por los militares, y donde permanece el presidente Manuel Zelaya.
Gases lacrimógenos y proyectiles fueron lanzados contra los manifestantes, quienes se defendían con piedras ante la persecución de policías antimotines y militares fuertemente armados, observó Reuters.
La marcha, que según constató Telesur abarcaba unas 30 cuadras en las que se calculaban unas 150 000 personas, fue atacada para impedir su llegada a la legación diplomática brasileña, rodeada todavía por un cordón militar al que se sumaron gendarmes encapuchados, y sobrevolada por aviones.
Según la televisora, aunque se restableció la electricidad, la embajada continuaba sin agua potable el miércoles, y agencias de prensa remarcaron que se agudiza la carencia de alimentos dentro del enclave, donde estaban aún unas cien personas con Zelaya.
La marcha, convocada por el Frente de Resistencia, fue una de las más multitudinarias en las casi 90 jornadas de protesta a pesar de la fuerte militarización, aunque cientos, o tal vez miles de hondureños que pretendían llegar junto al Presidente, quedaron varados por el cierre de las carreteras a manos de los uniformados.
Quienes no pudieron llegar, sin embargo, protagonizaron una noche activa que desafió también el toque de queda, y caracterizada por la vigilia en sus poblados y colonias, incluso en la capital, dijo el sitio alternativo Honduras Laboral, que describió el lanzamiento de gases contra los vecinos por parte de la policía, el allanamiento de viviendas, y la detención arbitraria de personas entre las que se encontraban jóvenes y menores de edad. La fuente dijo que 25 heridos de «los barrios en resistencia» habían sido ingresados en el «Hospital Escuela».
También fue fuerte la represión en San Pedro Sula, donde se contabilizó una cantidad indeterminada de golpeados y detenidos, y un joven de 17 años asesinado a mansalva por una patrulla policial a la que, junto a dos amigos, el muchacho había llamado «golpistas traidores». Algunas fuentes elevaron a seis los muertos el martes.
El régimen de facto anunció que incrementaría aun más la vigilancia y el control con el despliegue de más militares junto a la policía, dijo DPA, cuyo corresponsal comparó varios sectores en barrios pobres de la capital, como zonas de combate.
En la Asamblea General
La usurpación de poderes en ese país estuvo en el centro de los discursos de los mandatarios que usaron de la palabra durante la jornada, en este segmento del 64 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU. Uno de los primeros fue precisamente el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien pidió a la comunidad internacional estar alerta para garantizar la inviolabilidad de la embajada de su país, y llamó al plenario a trabajar por el retorno inmediato de Zelaya a la presidencia.
Por su parte, la mandataria chilena, Michelle Bachelet, también repudió el golpe en Honduras y ante el plenario apeló a la realización de elecciones libres, con Zelaya en la presidencia y al frente del proceso, reportó PL. En igual sentido, el jefe de Estado uruguayo, Tabaré Vázquez, rechazó la ruptura de la institucionalidad y reclamó la restitución de las autoridades democráticamente electas. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, y el de El Salvador, Mauricio Funes, también se pronunciaron por la restitución de la legalidad, entre otros.
Fuera del plenario de la ONU, a su llegada, el presidente venezolano, Hugo Chávez, expresó a los periodistas que la organización mundial debe exigir la restauración de Zelaya.
Chávez subrayó la importancia de tal pronunciamiento para acabar con «la era cavernaria de los golpes de Estado».
En un comunicado dado a conocer en la ONU, los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), demandaron al régimen de facto el cese del hostigamiento contra la embajada de Brasil y responsabilizaron a los golpistas de «cualquier acto que atente contra la vida y la seguridad de Zelaya y su familia».
También el Grupo de Río emitió un comunicado en apoyo de la restitución de Zelaya y su regreso pacífico a Honduras, y exigió el respeto a la embajada brasileña y a la integridad física del Presidente hondureño.