El deterioro del periné o suelo pélvico provoca incontinencias urinarias y fecales y prolapsos vaginales o rectales, todo lo cual afecta la autoestima y la autoimagen de las personas
«Dime y lo olvido, enséñame y
lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo».
Benjamín Franklin
El periné o suelo pélvico es el sistema de músculos y ligamentos ubicado en la base de la pelvis de hombres y mujeres, cuya función primordial es mantener los órganos de la zona en posición correcta y protegerlos, además de dar paso a sus conductos de salida hacia el exterior.
En el caso de las mujeres esta estructura se involucra con el embarazo y el trabajo de parto, y en los hombres es decisiva para prevenir o aliviar alteraciones de la próstata y durante la erección y la eyaculación.
Cualquier persona puede contraer y relajar voluntariamente estos músculos, pero esa elasticidad se modifica con el tiempo debido a la presión abdominal a que nos sometemos en actividades cotidianas como defecar y orinar, cargar pesos, hacer ejercicios, reír, cantar, proyectar la voz, tocar instrumentos musicales de viento, hacer deportes, saltar, estornudar o toser y durante el acto sexual.
También influyen en su buen o mal funcionamiento factores hormonales (como el proceso de climaterio y menopausia en las mujeres), el estado de la red nerviosa y vascular de la zona y el estilo de vida personal.
El deterioro del periné provoca incontinencias urinarias y fecales y prolapsos vaginales o rectales, todo lo cual afecta la autoestima y la autoimagen de las personas y por ende su vida social, emocional y sexual, sobre todo a partir de la edad mediana. Varios estudios internacionales coinciden en que estos trastornos disminuyen la libido, bajan la lubricación y elasticidad de la vagina (el pene no ajusta o no entra), el orgasmo es más infrecuente, puede haber escape de materia fecal o de orina y en algunos casos provoca dispaurenia o dolor durante el coito.
Se habla incluso de cierta predisposición genética que se acrecienta o compensa según la calidad de la relación de pareja, los elementos culturales, sociales y educacionales, experiencias previas desfavorables, el estrés de la vida moderna y el estado de bienestar físico y mental de ambos.
Ser madre implica casi siempre un alto costo para el organismo femenino, pero al conocer las posibles afectaciones al suelo pélvico podemos cuidarlo mejor y exigir el manejo profesional adecuado.
En el campo de la Medicina el asunto se enfoca como un tema en continuo desarrollo, afirma la doctora Georgina Areces, partidaria de sistematizar en el servicio ginecobstétrico un certero diagnóstico para evitar al máximo tanto los desgarros involuntarios como los cortes quirúrgicos o episotomía, pues según estudios citados por la doctora, menos del 30 por ciento de las parturientas lo necesitan realmente. Cada parto, cada mujer, es una decisión. No se trata de obviar los protocolos, pero tampoco hay que generalizarlos por rutina cuando no son necesarios.
Para cuidar el suelo pélvico la experta aboga por un manejo adecuado del parto incluso antes de que este comience: decisión oportuna de realizar cesárea si se prevé distocia muscular, aplicar técnicas de reparación de laceraciones, acondicionar el área antes y después del parto con masajes, que se inician en la semana 34 del embarazo y se realizan también durante el trabajo de parto.
Asimismo sugiere que cada mujer planifique sus embarazos en las edades más apropiadas y con el tiempo de recuperación necesario entre uno y otro parto, además de atender otras patologías como la obesidad y las enfermedades crónicas.
Una vez establecido el problema en el suelo pélvico, existen varios caminos para enfrentarlo, tanto conservadores como quirúrgicos. Lo más importante, dice la doctora Areces, es identificar la situación y atender a la paciente en una interconsulta multidisciplinaria.
Profesionales del orbe proponen un manejo combinado que incluya cambios en los hábitos de vida, terapia conductual, fisioterapia y entrenamiento muscular. Modificar secuelas del parto o la edad es difícil, pero en manos de cada quien está incorporar hábitos de vida como la ingesta de frutas, vegetales y otros alimentos ricos en fibra para evitar la constipación (estreñimiento), no retener la orina por «falta de tiempo», controlar el peso corporal y elegir ropa que no presione el abdomen, entre otras medidas.
Son ideales los ejercicios de Kegel (contracción y relajación voluntaria del periné), pero es necesario explicarlos bien a la paciente y motivarla a su práctica sistemática, enfatiza el doctor Fernando Bianco, presidente de la Sociedad Mundial de Sexología Clínica.
«Puesto que son tan sencillos y discretos no interfieren en nada la vida cotidiana: pueden hacerse en la oficina, una parada, el ómnibus o mientras se lee o ve televisión. Por supuesto también pueden comentarse con la pareja e incorporarlos a los juegos sexuales», dice el experto.
Los resultados son visibles a partir de las ocho o las 12 semanas, tanto en el control de las incontinencias y los dolores como en el desempeño sexual.
Para la vía quirúrgica es preciso poner en una balanza el daño anatómico real y los síntomas de la paciente. El suelo pélvico es una parte de nuestro cuerpo que también requiere cuidados y mimos si queremos calidad de vida, pero muchas mujeres esperan a que su útero cuelgue literalmente fuera de la vagina (prolapso) y les resulte difícil hasta caminar, especialmente aquellas que no tienen una vida sexual activa o creen que no pueden quitar tiempo a sus otras responsabilidades para atender su salud.
Como en todas las cosas que implican salud, mientras más rápido se acuda a consulta, mayores posibilidades de éxito le esperan a cada persona.
Tanto para hombres como para mujeres, aquí van algunos ejercicios útiles para fortalecer el periné y mejorar el desempeño sexual.
Contracciones rápidas: aprieta y relaja los músculos tan rápido como puedas. Realiza diez contracciones y descansa. Puedes repetirlo diez veces al día.
Contracciones lentas: contrae mientras cuentas hasta cinco, relaja contando hasta diez. A medida que tu periné se vaya fortaleciendo, podrás ir aumentando el tiempo de la contracción. Haz diez contracciones tres veces al día.
El ascensor: imagina que el suelo pélvico es un ascensor, sube al primero, al segundo, al tercer piso contrayendo, baja piso a piso, hasta el rellano, relajando. Hazlo cinco veces en tres momentos del día.
No olvides respirar pausadamente durante la realización de los ejercicios. Luego, para estirar los músculos pelvianos, túmbate sobre tu espalda, agarra con tus manos las rodillas flexionadas y acércalas al pecho. Realízalo después de los ejercicios de fortalecimiento.
El avileño Lizardo envía su correo para participar en este cruce de amor y amistad: lizardo@humanidades.unica.cu, mientras Eyling prefiere que la llamen a su teléfono en Santa Cruz del Sur, Camagüey (032 853068) y el capitalino Radamés responde al 881-8839.
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