Año muy movido para el mundo de las nuevas tecnologías, signado por desastres naturales, crisis económicas, movimientos políticos y hasta el deceso de importantes íconos de la informática
El 2011 que termina ha estado lleno de disímiles acontecimientos, en los cuales las nuevas tecnologías han tenido una presencia muy importante, desde el terremoto en Japón, las inundaciones en Tailandia, hasta la muerte de Steve Jobs, icono de la informática mundial.
Uno de los hitos fundamentales ha sido el aumento en el uso de las redes sociales, aprovechadas por los movimientos que se han generado en distintas partes del planeta, desde la ola de protestas en el mundo árabe, los indignados —que comenzaron por España y se extendieron a otros países incluyendo a EE.UU.—, hasta para las acciones del grupo Anonymus y las revelaciones de Wikileaks sobre los sucios manejos de la diplomacia y el ejército estadounidense.
No han faltado tampoco repercusiones de la crisis económica mundial en el sector de las nuevas tecnologías, que si bien ha logrado capear con mejor éxito el temporal, ha visto cómo se reducen las empresas .com, se fusionan grandes compañías o se ponen traspiés unas a otras.
Y el cuadro estaría incompleto si no habláramos de los cada vez mayores y más sofisticados delitos informáticos, que como vaticinábamos a principios de este año en nuestras páginas, han logrado insertarse en el mundo de los teléfonos celulares «inteligentes» y penetrar las redes sociales.
Paradójicamente, fueron dos desastres naturales los sucesos que más repercutieron en el mundo de los fabricantes de equipos y componentes de nuevas tecnologías.
El terremoto que asoló a Japón también sacudió la industria informática nipona, que debió parar o minimizar sus producciones ante el peligro de la radiación.
Los mercados de equipamiento de electrónica de consumo, memorias y pantallas LCD fueron los más perjudicados por el sismo, que hizo temblar a grandes fabricantes japoneses como Sony, Freescale, Fujitsu, Canon o Texas Instruments.
Sin embargo, el mayor desastre no vino de las entrañas de la Tierra, sino del cielo, específicamente de las lluvias que azotaron a Tailandia y provocaron grandes inundaciones que afectaron a múltiples fábricas.
Las riadas golpearon con especial saña a las instalaciones de Western Digital, uno de los mayores productores mundiales de discos duros, que además de cerrar sus fábricas también sufrió porque gran cantidad de pequeños proveedores de componentes de los discos, que se encuentran en las inmediaciones de los grandes parques industriales, vieron cómo se anegaban sus talleres.
Entre otros efectos, las lluvias de Tailandia hicieron que aumentaran drásticamente los precios de los discos duros, y que incluso escasearan por momentos en el mercado.
Menos acuoso pero también inquietante fue el anuncio a mediados de año de que Hewlett Packard dejaría de producir computadoras de escritorio.
El temblor que sacudió los mercados tras esa afirmación pública del ahora exCEO de Hewlett Packard, Leo Apotheker, no solo tomó por sorpresa a todo el mundo, sino al mismo Apotheker, quien fuera despedido por la empresa al retractarse, en un intento porque alguien pagara las culpas.
Más allá de las asfixias económicas de Hewlett Packard que le llevaron a pensar en esta salida, la posibilidad de demandas millonarias por dejar sin soporte técnico a los usuarios a pesar de sus incontables manifestaciones de que no sería así, les hizo dar marcha atrás ante la certeza de que el colapso sería mucho peor.
Menos sísmicas pero también fuertes han sido las sacudidas sufridas en 2011 por Nokia, los finlandeses que tuvieron la supremacía en el mercado de teléfonos móviles, o Research in Motion, RIM, fabricante de los teléfonos inteligentes Blackberry.
Ambos tuvieron que capear el éxito de dispositivos rivales como Android o los iPhones, aunque a Blackberry se le oscureció más aún el panorama cuando problemas técnicos provocaron un «apagón» en octubre que dejó sin servicios móviles a millones de usuarios.
En este año las redes sociales, especialmente las dos más importantes del mundo en la actualidad, Facebook y Twitter, no solo ganaron decenas de millones de nuevos adeptos, sino que desempeñaron un papel muy importante en las protestas de los «indignados» a nivel mundial, ya fuera en Egipto, España o en los mismos Estados Unidos.
Con sucesivas mejoras, y aunque no están exentas de acusaciones de filtrar los datos de sus integrantes para facilitar las labores de espionaje de los organismos de inteligencia, especialmente norteamericanos, las redes sociales han seguido ganando usuarios cada día.
Tanto es así, que Google intentó montarse una vez más a este carro con su Google+, el cual a la postre ha sido poco menos que un gran fiasco, pues ni ha tenido la acogida que se esperaba ni tampoco ha logrado hacer mella sensible en sus competidores.
No obstante, el impacto más importante a nivel mundial del espíritu de las redes sociales y la colaboración entre personas con fines loables, ha sido mayormente silenciada por los grandes medios, pues los involucra a ellos también.
Indudablemente las revelaciones de Wikileaks, y el respaldo que recibió del grupo de activistas digitales Anonymus, han sacudido la política mundial mucho más que cualquier acontecimiento sucedido en la red de redes.
La filtración de decenas de miles de documentos secretos de la diplomacia y el ejército estadounidenses demostró sus sucios manejos, y proporcionó pruebas fehacientes de los asesinatos y crímenes cometidos en países como Iraq y Afganistán.
Wikileaks fue atacada con saña. Julian Assange, su creador, está enredado en un turbio proceso judicial. El soldado norteamericano Bradley Manning, «garganta profunda» de la red, enfrenta la cadena perpetua o la muerte. El grupo Anonymus demostró su fuerza atacando la plataforma de PlayStation o sistemas de pago como PayPal.
Y a pesar de todo lo anterior, los grandes medios siguen tratando de restar importancia a todo ello, minimizan o tratan de ridiculizar a Assange, Manning o a Anonymus, y pocos son los «expertos» que siquiera mencionan estos acontecimientos como trascendentales en el mundo de la tecnología en 2011.
Pero lo son. Sobre todo porque han demostrado que en un planeta interconectado es muy difícil ya mantener secretos y suciedades sin que alguna vez salgan a flote.
La muerte de Steve Jobs, fundador de Apple Computer y su principal directivo hasta poco antes de que el cáncer le ganara la partida, conmovió a muchas personas en el mundo, pues indudablemente este visionario creador de Mac Computer, el iPod o el iPhone, revolucionó en más de una ocasión la industria informática.
Menos mediática y hasta casi inadvertida fue la desaparición física de Dennis Ritchie, un oscuro ingeniero cocreador del lenguaje de programación C, algo que quizá no le diga mucho a la gente, si no se le aclara que es la base de gran parte del funcionamiento de las computadoras y de la programación de páginas de Internet, juegos y animaciones digitales.
También autor del sistema operativo Unix y un estrecho colaborador de Multics, ambos antecesores de Windows, Android, Mac OS y Linux, Dennis Ritchie no tuvo la cobertura mediática de Steve Jobs, aunque su labor no fue menos importante que la de este.
El panorama de las tecnologías en el 2011 no podría dejar a un lado los crecientes y sofisticados delitos informáticos, que según Kaspersky Labs solo en Latinoamérica provocaron pérdidas por 93 millones de dólares, siendo Brasil, México y Argentina los países más afectados.
El listado de sucesos informáticos este año ocuparía varias páginas del periódico, pero sería imperdonable dejar de mencionar algunos curiosos, como la estafa masiva que sufrió Facebook en enero, donde la promesa de ver a una niña expulsada de la escuela hizo que cientos de miles de personas descargaran hacia su teléfono móvil un gusano maligno.
Los ciberdelincuentes también utilizaron los eventos y el etiquetado de fotos en Facebook, con los que la persona no tiene relación, para incluir enlaces a páginas web de correo basura o a descargas de archivos nocivos; y no faltó el uso de la muerte de Bin Laden como pretexto para tratar de difundir virus.
Ahh!!! Y Cuba no escapó a los efectos de software dañino. Las estadísticas de la Empresa de Consultoría y Seguridad Informática, Segurmática, indican que este año el país fue azotado por 430 programas malignos nuevos, de estos 269 troyanos y 161 gusanos.