La redentora talla de Ernesto Guevara de la Serna es un láser que atraviesa las complejidades de la sociedad cubana hoy y alumbra hacia la posteridad. El Che palpita en nuestros desafíos con tal intensidad, que en estos, sus 80 años, sería un fiasco imperdonable confinarlo a pieza de museo con trasnochadas y huecas nostalgias. El Guerrillero Heroico, el Ministro de la consecuencia, el adelantado de la nueva hombradía anda sudoroso e inconforme entre nosotros haciéndonos preguntas y pidiendo cuentas; por ahí anda madrugando convocatorias y transgrediendo rutinas, mediocridades y comodines, entendiendo la lealtad a Fidel y a la Revolución como un cotidiano ejercicio de la audacia y la imaginación.
Kucinich presentó el lunes...
Cuando el domador introduce su cabeza en las fauces del león, en el circo se puede escuchar incluso el vuelo de una mosca. Los espectadores permanecen como estatuas de cera, esperando que el león no se acuerde de que es león y vaya a ocasionar un dañito con solo mover la mandíbula.
Entre nosotros culebrea cierta mentalidad defensiva. Es, según mi parecer, el resultado de la unanimidad aparente. Nos ha parecido inquietante, incluso ofensivo que alguien no vea las cosas de la manera que la vemos supuestamente todos o como algunos desean que se vean. Y ante una opinión un tanto discrepante, se yergue la guardia, sable en mano, del que estima que el universo puede tambalearse porque alguien tenga un punto de vista diferente.
Google, el buscador más buscado del universo, recibió este miércoles el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008. El jurado tuvo como argumento mayor para justificar su elección lo siguiente:
En los últimos tiempos, desde las páginas de El Nuevo Herald de Miami están tratando de ensalzar la figura de Fulgencio Batista y hasta han aseverado que los asesinatos cometidos por el sargento devenido vertiginosamente general desde su arribo al poder, en 1933, son una «leyenda». Cuentan que un Batista casi «poeta» escribió en 1965: «desde el fondo de mi alma grita la voz de la historia». Nos quieren estafar y, para ello, apuestan al olvido que suponen provocaron los 50 años transcurridos desde su fuga y el surgimiento en Cuba de varias generaciones. Es lógico que los «nuevos eruditos» se sumen a esa campaña, porque en Miami aún mandan los batistianos y su mafia.
Sin que haya llamado la atención de mucha gente, se cocina otro escándalo periodístico en los Estados Unidos: el gobierno financia en secreto a medios de prensa y periodistas extranjeros. Organismos gubernamentales, incluido el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), la Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés), la Junta de Gobernadores para la Radiodifusión (BBG) y el Instituto Estadounidense para la Paz (USIP), apoyan el «desarrollo de los medios de comunicación» en más de 70 países.
Si, en la Asamblea General, volvió a ser la voz discordante que otra vez trató de imponer el punto del «terrorismo» a la usanza Bush, insistiendo en acusatorios vínculos con las FARC que siguen avisando cualquier acción artera contra Venezuela, Negroponte enarbolaría el mismo discurso falaz del «terrorismo», pero al revés, durante el periplo que lo llevó de inmediato a El Salvador, Honduras y Guatemala.
Antes de anunciar el motivo de estas líneas quiero compartir dos historias que no han sido elegidas inocentemente. El escenario de la primera es un hospital infantil exquisitamente remozado, donde una joven amable me mira a los ojos, y me dice que en pocos minutos podré traspasar las puertas deseadas. El punto máximo de esta vivencia afortunada es un doctor joven, tierno, que se entrega a fondo en un ultrasonido a los riñones de mi hija de año y medio.
Tarde y con daño llegó la sentencia de Atlanta. Luego de una larga espera, se suponía que los jueces hicieran un esfuerzo por la justicia. Pero no fue así, veintidós meses después del último pronunciamiento del Onceno Circuito de Apelaciones (aquel que echara por tierra la decisión de tres jueces que acogió en agosto de 2005 la solicitud de cambio de sede por considerar, como es obvio, que no era Miami el lugar adecuado para el juicio), nos llega la sentencia de los tres jueces que conocían de la segunda apelación de los Cinco. ¡Vaya decepción!, para aquellos que alguna vez pensamos que podía haber un espacio a la justicia en el sistema judicial norteamericano.