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El «amuleto» Google

Autor:

Julio Martínez Molina

Google, el buscador más buscado del universo, recibió este miércoles el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2008. El jurado tuvo como argumento mayor para justificar su elección lo siguiente:

«... ha hecho posible, en apenas una década, una gigantesca revolución cultural y ha propiciado el acceso generalizado al conocimiento. De este modo, Google contribuye de manera decisiva al progreso de los pueblos, por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales».

La periodista y miembro del jurado, Rosa Montero, tan irónica y dada a ver los matices posibles de un asunto en su columna del diario El País, lo definió de «auténtica maravilla».

Por lo general fue el ambiente de baba caída que campeó ayer en España, salvo atisbos excepcionales que consideraron el perfil ignorado en la jornada de agasajos.

El emporio digital, nada que ver hoy día con la modesta empresa fundada hace una década por los estudiantes de la Universidad de Stanford, Sergey Brin y Larry Page, recibe más de 200 millones de consultas diarias —de sus mil millones de usuarios registrados— y cuenta con cerca de 8 200 millones de páginas indexadas.

Considerada una de las empresas de mayor rédito del mundo, el valor de la compañía alcanza en estos momentos unos 66 000 millones de dólares. En 2006 Google compró el sitio de «colgar» videos YouTube; y un año después la empresa publicitaria Double Click por montos millonarios.

Solo por concepto de facturación por publicidad, en 2007 obtuvo poco menos de 16 600 millones de dólares.

De que esa empresa norteamericana es un gigante planetario no existen dudas, como tampoco de que resulta una eficaz herramienta para organizar la información y hacerla accesible y útil para los internautas.

Pero el jurado miente soberanamente en su veredicto al proferir tan mayúsculo sofisma: «por encima de fronteras ideológicas». Es la antidefinición de Google, porque Google es un buscador dotado de un prisma tan largo en su alcance como selectivo para otear el panorama gnoseológico e informativo desde el prisma ideológico del imperio.

Sí, se trata de una corporación privada, pero no hay que dar un curso intensivo de economía política contemporánea para conocer el vínculo inexorable entre estas y el pensamiento de la élite de poder estadounidense.

Google está definiéndonos hace rato el mundo que ellos desean que veamos, con arreglo a un patrón sustentado en un concepto geopolítico de dominación. Por supuesto que, como dijeron ayer, deben sentirse orgullosos entonces de la «googlalización» de la realidad.

El profesor Silvio Mieli, de la Universidad de Sao Paulo, alude en el sitio digital Rebelión al documento Investigación sobre los peligros y oportunidades presentados por los programas de búsqueda en Internet, del Instituto de Sistemas de la Información y Computación de la Universidad de Tecnología de Graz, en Austria.

Ese estudio llegó a la conclusión de que para quienquiera que encare la cuestión queda claro que Google acumuló un poder que constituye una amenaza para la sociedad, ya que se transformó en la principal interfaz entre la realidad y el investigador en la red.

El texto enfatiza que, sin enfrentar limitaciones de cualquier naturaleza, Google conoce particularidades de los individuos más que cualquier otra institución, «transformándolo en la mayor agencia de detectives del planeta».

Su influencia en la economía es directa, agrega, sobre todo en la manera que son exhibidos los anuncios (cuanto más la empresa paga, mayor visibilidad tendrá el anuncio). Además, parte de su multimillonaria facturación se debe a su estrategia de publicidad online a través de los enlaces patrocinados.

Apunta Mieli que la investigación demostró además, el comportamiento monopolista de la megaempresa, al tiempo que denunció lo que los investigadores llamaron «Síndrome Google de Copiar y Pegar».

Se trata, aclara, de la emergencia de una generación de «investigadores» que se limitan a hacer una colcha de retazos de informaciones pinchadas en Google, disfrazadas de trabajos escolares o académicos, sin ni siquiera citar las fuentes.

Por otro lado, cualquiera que lo utilice sabe que de innumerables temas solo aparecen referencias, vaguedades y trabajos epidérmicos de visión primermundista.

Google, e Internet toda, son provechosos solo en la medida en que el internauta posea la cultura general y política, así como el grado de discernimiento que le posibiliten diferenciar el grano de la paja. Hay que conocer los secretos y verdades del nuevo «amuleto» de la suerte.

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